martes, 29 de diciembre de 2009

Fin de año: balancear y seguir

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 26 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Cuando se acercan las fiestas de fin de año y navidad, y además de preparar infinitos encuentros con familiares y amigos, cada uno de nosotros se toma un buen rato para ver qué hizo a lo largo del año, cómo nos fue, qué nos deparó el destino, cómo enfrentamos los avatares de la vida, qué fue lo bueno y lo malo en cada un de los aspectos particulares que conforman nuestro día a día.
Este balance, y la reflexión que hacemos de él, es lo que nos permite ir delineando y programando lo que viene y prepararnos para cumplir de la mejor manera posible con los compromisos asumidos y con los inesperados.
En lo particular-familiar, cada uno de nosotros proyecta mantener y/o mejorar los niveles de vida alcanzados, no sólo en lo que respecta a lo económico, sino también a todo aquello que conforma nuestra plenitud espiritual, entendiéndose por ello esas otras satisfacciones que obtenemos más allá de lo material y que están íntimamente relacionados a nuestros afectos: padres, matrimonio, pareja, hijos, amigos, compañeros.
Después viene el ámbito laboral (para quienes en el capitalismo sobre-explotador tenemos la dicha de tener trabajo), donde pasamos gran parte de nuestros días y del que depende una parte importantísima de nosotros, ya que con los ingresos obtenidos debemos sostener, en parte, nuestro proyecto de vida individual y familiar. Y en este sistema el trabajo también es motivo de preocupación, ya que la estabilidad es casi inexistente (excepto en la esfera estatal, con sus bemoles), y los salarios siempre corren desde atrás a los precios de la canasta familiar y de los servicios públicos… Por eso, hacer milagros es un don casi diario de los argentinos, en alguna medida de los que tienen trabajo, y con tintes de heroísmo, de aquellos quienes no lo tienen e igualmente educan hijos, conforman y sostienen familias pertrechados de dignidad y obstinación por ganarse su lugar en el mundo.
Mientras algunos “sufrimos” no poder adquirir tal o cual marca o no poder renovar tal o cual artefacto que pasó de moda, otros, muchos, sufren por no tener siquiera lo mínimo e indispensable para hacerle frente al día a día.
Algunos dirán convencidos que no es culpa nuestra ni la pobreza, ni la miseria, ni las necesidades básicas insatisfechas de millones y millones de hermanos y hermanas argentinos. Y digo yo, ¿nosotros no tenemos un grado de responsabilidad en todo esto? ¿Cada uno de nosotros no es un poco culpable?
Si, no lo duden, Ustedes y yo, nosotros, todos, tenemos nuestro grado de responsabilidad. Porque convivimos con la extrema pobreza a nuestro alrededor, con hombres y mujeres de todas las edades durmiendo en las calles o revolviendo basura para comer, y no se nos ocurre otra cosa que “darles una monedita”, o decir “estos vagos, ¿por qué no trabajan?”, o mascullar por lo bajo “¿por qué no se van a sus países o a sus provincias?”.
La tele, los medios, esos mismos que nos muestran la miseria para que tengamos un poco de piedad y luego nos movilizan para defender la máxima rentabilidad de los “dueños del país”, jamás nos dicen que desde siempre nos gobiernan los mismos (con uniforme o de civil) y que mientras sigamos eligiendo por el menos malo todo va a seguir igual.
Kirchner, Duhalde, Carrió, Cobos, Menem, Macri, De Narvaez, Murphy y Alfonsín son sólo algunos nombres que, más allá de los matices lógicos que los diferencian, proponen exactamente lo mismo, es decir, CAPITALISMO. Unos pueden ser más Light, otros más conservadores, están también los ortodoxos y los renovadores, pero ninguno saca los pies del plato. Raúl Alfonsín fue muy distinto a Menem, pero uno inventó las leyes de punto final y obediencia debida y el otro los indultos. Y ambos, firmaron el Pacto de Olivos. Los Kirchner se diferencian de los otros: otorgaron aumento de salarios a los estatales luego de más de una década de estar congelados; jubilaron a muchos argentinos y llevando la jubilación a cifras que hasta hace poco parecían imposibles; se re-estatizó Aerolíneas y la jubilaciones privadas, tenemos fútbol para todos, se aprobó una nueva ley de medios de comunicación, mantuvieron-desarrollaron-profundizaron relaciones de todo tipo con los hermanos países latinoamericanos y supieron capear el temporal de una crisis mundial profunda sin despidos masivos de empleados públicos y sin el cierre de fábricas ni grandes empresas. Pero los Kirchner no reconocen a la Central de Trabajadores de la Argentina manteniendo la hegemonía de sus aliados gordos de la CGT; intentan que en el campo los que más tienen más paguen, pero no hacen lo mismo en otros ámbitos de la vida empresarial argentina; se cruzan en un duelo casi a muerte con el multimedios Clarín, pero antes permitieron que el mismo se adueñara de casi todo; hablan de nacionalizar, pero nuestros recursos naturales siguen en manos extranjeras y el saqueo continúa; mantienen a miles de luchadores sociales en las cárceles y Julio López sigue sin aparecer; subsidian la riqueza y millones de argentinos mueren un poco cada día sumidos en la más extrema de las miserias.
Así son ellos, Se nos presentan distintos, pero son igualitos. A veces se cruzan fuerte, se dicen palabras irreproducibles, incluso no se hablan por un tiempo con tal de que nos creamos que son enemigos de verdad. El objetivo es que como sociedad los veamos como única alternativa. El más claro ejemplo lo tenemos ahora: como vieron que con el Cleto Cobos no iban a ningún lado, salieron a promocionar de nuevo la candidatura de uno de los políticos más nefastos de nuestra historia reciente: Duhalde.
¿O acaso no les parece raro que traten con tanta suavidad al empresario corrupto Mauricio Macri, el peor Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? La Ciudad está rota por todos lados, los hospitales y las escuelas se caen, no se cumplió con nada, incorporó a su gobierno a mucha mano de obra represora y fascista, espió a ciudadanos comunes, luchadores sociales y dirigentes políticos, y todavía no fue a juicio; tuvo que cambiar a los ministros que designó en un abrir y cerrar de ojos… En pocas palabras, es impresentable. Sin embargo, para los medios, su desgobierno es simplemente una noticia más.
Se viene el 2010. ¿Qué deseo, qué pido? Muy poco. Lo mejor para los que quiero y salud, mucha, para seguir luchando con mis compañeros por la justicia, la libertad y una mejor vida para todos. Para seguir luchando por el socialismo.


Adrián Lomlomdjian
Director

Es momento de comenzar lo nuevo

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 19 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Si hay algo que nos caracteriza a los armenios y a sus descendientes diseminados por decenas de ciudades en los cinco continentes es, no sólo el poseer una inquebrantables memoria histórica que reclama justicia y el haber ido moldeando importantes estructuras dedicadas a la defensa de los derechos humanos (si bien algunos muy sectarias, pero sin dejar de ser importantes), sino también el no haber conseguido una mancomunión de objetivos a concretar en las comunidades establecidas fuera de Armenia y el de no intentar conseguirlo.
Casi siempre, en broma, decimos que “si hay tres armenios existen cuatro opiniones”. Y lo preocupante es que nadie que lo escucha intenta refutar esta idea. Por el contrario, cualquiera está capacitado para traer rápidamente varios ejemplos que aseveren la veracidad de lo dicho.
Ahora bien. En otras oportunidades hemos hecho mención a este tema en particular y a muchos otros vinculados entre sí, todos ellos relacionados a la esencia misma de nuestra existencia y actividad, a nuestra cotidianeidad, a saber o para intentar saber dónde y para qué estamos, qué hacemos y por qué lo hacemos, y así, sucesivamente, para ir encontrando algunas respuestas necesarias para el desarrollo de cada uno de nosotros, desde lo particular, y para el de todos juntos, como colectivo social.
Porque es innegable que hay muchas, muchísimas personas en nuestras instituciones (voy a tomar nuestra colectividad como ejemplo) que se entregan por completo a lo que solemos llamar “armenidad”, palabra esta de variada significación, según quien la pronuncie. Hombres y mujeres de todas las edades, en instituciones con distintas características, dedican una importante etapa de sus vidas, en algunos casos la más importante, a sostener estructuras tales como las escuelas, clubes, conjuntos, coros, organizaciones juveniles, medios de prensa y todo lo que se nos pueda ocurrir. En muchos casos, gente que apenas puede mantener el pasar digno de su familia se entrega por entero al compromiso asumido sin esperar nada a cambio más que la satisfacción por el deber cumplido y el reconocimiento sincero de sus compañeros y amigos.
A no dudarlo que es sobre la base de estos hombres y mujeres donde se sostienen los pilares fundamentales de la colectividad, ya que son ellos quienes de manera conciente construyen y sostienen todo aquello de lo que nos enorgullecemos y lo que nutre a las nuevas generaciones para mantener vivos los vínculos con sus raíces. Porque no hay dinero que pueda lograr este “milagro” de tener un batallón de abnegados militantes comunitarios que se sobreponen a todo y que son capaces de superar cualquier escollo que se les cruce en el camino. Ellos y ellas, independientemente de su pertenencia partidaria o religiosa, son quienes merecen nuestro respeto y admiración, son quienes deben ser puestos como ejemplo de seres humanos por su capacidad de dar y entregar si esperar recibir, sin ponerle precio a nada ni a nadie, aguantando incluso el descaro y la prepotencia de quienes se creen superiores por el sólo hecho de tener una billetera abultada o un cargo preferencial en alguna de las comisiones.
¿Por qué digo todo esto? ¿Por qué esta reflexión?
Porque creo que llegó el momento de dar un paso adelante como comunidad. Porque aquello que venimos sosteniendo desde hace algunos años a través de nuestro discurso y del accionar concreto, merece ser abordado ya, porque creo que hemos llegado al final del camino recto donde se abren dos diagonales: una, la que nos conducirá a profundizar lo que ya tenemos y que fue moldeado para una etapa determinada y ya finalizada; la otra diagonal es aquella que nos permitirá comenzar a desarrollar, basándonos en el debate y el sano intercambio de ideas, en la conformación de un colectivo comunitario que sostenga la construcción de una nueva colectividad acorde a las nuevas generaciones y a los nuevos tiempos.
Debemos animarnos a discutir, a poner en duda todo aquello que hasta ahora se nos presentaba como verdades incuestionables, a escuchar a quienes piensan distinto, a ser nosotros mismos y no lo que otros quieren que seamos.
No podemos construir una colectividad en Buenos Aires siguiendo los parámetros delineados en Ereván, Beirut o Los Angeles. Nuestras necesidades las conocemos nosotros, nuestras debilidades también. Somos nosotros quienes entendemos hasta dónde pueden llegar nuestras diferencias y hasta dónde nuestros acuerdos. Está en cada uno de nosotros entender que para jugar un gran partido hay que estar, por sobre todas las cosas, bien afirmado sobre la tierra y con la cabeza despejada de preconceptos o ideas no elaboradas y mecánicamente repetidas y aplicadas.
Debemos romper los miedos en el tratamiento de las cuestiones que nos preocupan y la obediencia debida, que en algunos casos sigue aplicándose a rajatabla hacia el interior de algunas instituciones y que quiere ser impuesta al resto de la comunidad.
He aquí, queridos escuchas, los lineamientos generales sobre los cuales desarrollaremos nuestras editoriales y nuestras programaciones del año 2010.
Proponer, escuchar, disentir, debatir, acordar, definir, construir, balancear, son los verbos que debemos poner en práctica juntos, todos aquellos quienes estemos dispuestos a comenzar a escribir la historia de una nueva colectividad que, aún en estado embrionario, compite palmo a palmo con aquel otro concepto de colectividad desde hace varios años.
Nosotros, y sólo nosotros, tenemos la capacidad de decidir si comenzamos lo nuevo o dejamos que nos mantengan aferrados al pasado.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 13 de diciembre de 2009

Latinoamericanismo vs. Europeísmo

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 12 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Obama, el Presidente de la principal potencia imperialista y genocida del planeta, recibe el Premio Nobel de la Paz. Mientras el 80% de los europeos (según datos recogidos de la página oficial de la Unión Europea) cree que sus políticos son corruptos, son estos políticos los que descaradamente recorren el mundo dando cátedra de democracia y humanismo. Esa misma Europa aliada de los yanquis en el desmembramiento de Yugoslavia y Checoslovaquia, y en el saqueo de Europa del Este, manifiesta oficialmente a través del presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, “que el reconocimiento de la independencia de Abjazia y Osetia del Sur por parte de Rusia es un chiste de mal gusto”.
¿El mundo al revés o el revés del mundo?
¿Hasta cuándo vamos a soportar que estos países, sus gobernantes y círculos de poder nos digan qué hacer, cómo vivir y con quiénes debemos estar? ¿Hasta cuándo seguiremos repitiendo casi mecánicamente que “los valores de la civilización europea” son los ejemplos a seguir? ¿Alguna vez se detuvieron a pensar cuánta hipocresia junta convive en ese continente?
No vayamos muy lejos, anclemos en el siglo XX. Primera y Segunda Guerra Mundial, destrucción de ciudades y aldeas, decenas de millones de muertos, ocupación y saqueo de las riquezas de lo que ellos denominan “tercer mundo”. Apoyo a las dictaduras militares en latinoamérica a través del envio de asesores, la venta de armas y la inversión de los capitales obtenidos del saqueo que llevan adelante en cada rincón del planeta. Destrucción de Yugoslavia, bombardeo, apoyo a los separatistas musulmanes que en este caso “sirven a sus intereses, mientras los combaten en Irak y Afganistan. Reconocimiento continental al “nacimiento de nuevas repúblicas” que juran “fidelidad” a esa Unión Europea “muy derecha y humana”. Mientras tanto, los vascos que quieren independencia son “terroristas”.
El listado es largo. Ellos, los europeos, y sus jefes yanquis, jamás olvidarán de recitarnos bellos discursos plagados de frases que nos recuerdan la libertad, la independencia, la igualdad, los derechos de cada uno, bla, bla, bla… Y así, con cara de buenos y discursos de humanos, matan, roban, saquean, imponen, dominan, contaminan, amenazan.
Y nosotros, “muy blanquitos por fuera”, seguimos creyendo que somos “ellos”, porque así se encargan de hacérnoslo saber hasta el hartazgo los medios masivos de comunicación que están en sus manos. Parece ser que a muchos de nosotros (hablo en plural para no “discriminar”) nos afectan más “las heladas que sacuden Europa” en nuestro verano que “el calor sofocante” que recorre el sur del Río Bravo.
Guste o no, se esté de acuerdo en todo, en parte o en nada, Latinoamérica está escribiendo con sus propias manos no sólo su historia, sino que está comenzando a influenciar de manera decisiva la historia universal.
Yanquis y europeos desesperan no porque la gran mayoría de quienes ocupan el poder en nuestros países sean convencidos dirigentes revolucionarios dispuestos a construir sociedades socialistas, sino porque saben que gran parte de este único pueblo latinoamericano –conformado por la diversidad que caracteriza a nuestros países-, ha comenzado a desandar un camino que no tiene retorno. Y es la mayoría de cada uno de nuestros pueblos quien se convierte en sujeto activo en la construcción de lo nuevo. Y es a esos pueblos a quienes les temen europeos y yanquis, no a nuestro presidentes.
Porque si bien la mayoría de los y las mandatarias latinoamericanas y sus gobiernos hablan de etapas y tratan de “maquillar”, asegurando el mantenimiento de las mismas estructuras arcaicas y explotadoras, nosotros, pueblo, manifestamos de una y mil formas que “queremos y vamos por más”. Por eso ganó Mujica en Uruguay, fueron reelectos Correa y Chavez, y Evo Morales arrasó en una Bolivia que festejaba al grito de “¡socialismo ya!”.
Dirán, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros, con los armenios?
Mucho. Todo. Porque vivimos aquí, porque debemos terminar de entender que nuestra historia de cabecera, la del pasado más próximo, la que hace a nuestra vida cotidiana y al futuro de nuestros hijos, se está escribiendo acá, la están escribiendo, la están haciendo nuestros hermanos, los verdaderos, aquellos con quienes compartimos el aire y el agua a diario. La estamos haciendo juntos, concientes o no, queriendo ser partícipes o conformándonos con el simple rol de espectadores.
Nuestras raíces armenias, indestructibles ellas, no deben ser obstáculo para el proceso de integración de las nuevas generaciones. Y sigo llamándolo proceso de integración, porque a pesar de nacer en estas tierras, de ser ciento por ciento argentinos y latinoamericanos, estamos luchando contra una poderosa maquinaria capitalista que tiene en el mantenimiento de la característica nacional a uno de sus principales elementos para dividir y aislar a los distintos grupos.
Por eso, redefinirnos y militar esta redefinición como argentinos y latinoamericanos descendientes de armenios es una de las claves de nuestro accionar político dentro y fuera de la colectividad. Luchar contra el aislamiento, contra la permanencia y desarrollo del concepto de “gheto comunitario”, debe convertirse en pilar de nuestro discurso y actividad.
Armenia, lo armenio, esa historia, costumbres y tradiciones, querramos o no, seguirán formando parte de nuestra identidad, incluso, independientemente de nuestra voluntad. Y todo eso que heredamos y que forma parte de nosotros, debe servirnos para enriquecer este colectivo que integramos, la sociedad argentina, conformada por un sinfín de particularidades que deben convertirse en sumatoria para lograr la unidad de acción, y no en “reproducir decenas de islotes comunitarios” donde cada quien sólo se interese por encontrarle solución a su problema.
LA VOZ ARMENIA “para que conozcan más y mejor a los armenios”, y en esta etapa “para ser cada día más y mejor argentino, latinoamericano”.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 6 de diciembre de 2009

VER y OIR lo que ES

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 5 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Cada mañana, cuando abrimos los ojos y nos disponemos a comenzar a transitar un nuevo día de nuestras vidas, sabemos que nos espera una sucesión de compromisos ya asumidos, de recorridos tradicionales, de encuentros programados y de algunas sorpresas, sean éstas buenas o malas.
Cada mañana salimos de nuestros hogares dispuestos a hacerle frente a cada uno de esos momentos con lo mejor que tenemos: para cumplir con lo comprometido o para superar esos escollos y dificultades que se nos cruzan a diario.
Así debe ser en la mayoría de los casos, independientemente de nuestras condiciones particulares (ocupado o desocupado, rico o pobre, creyente o ateo, casado o soltero, y así, sucesivamente).
Somos hombres y mujeres que venimos de un mismo modo al mundo, vivimos en algunos casos muy pero muy distinto los unos a los otros y luego nos vamos de aquí en igualdad de condiciones.
Y si hay algo que nos caracteriza a casi todos, por no generalizar, es esa porción de misericordia que habita en cada uno de nosotros –cualquiera sea nuestra condición- y que nos lleva a “apiadarnos” de los más necesitados, en algunos casos llegando hasta el extremo de “entregarles” algo de lo mucho que “nos sobra”, es decir, “haciendo caridad”.
Ahora bien. ¿Creemos fehacientemente que la “caridad” es una especie de solución? ¿Creemos efectivo el método de la solidaridad cuando la furia de la naturaleza decide –a través de terremotos, desbordes de ríos o incendios forestales- poner ante nuestros ojos parte de la miseria con la que convivimos cotidianamente? ¿Creemos ciertamente en que el problema es que hay gente que no quiere trabajar y no que hay gobiernos de una clase social a los que no les interesa un bledo si hay millones de desocupados y marginados? Y viniendo más cerca, aquí, entre nosotros, ¿verdaderamente creen que la solución a nuestras preocupaciones es bajar la edad de imputabilidad, construir paredones alrededor de las villas, echar a los inmigrantes llegados de los hermanos países latinoamericanos, irnos a un country, tener una nueva policía, reprimir a los que reclaman justicia e igualdad de derechos?
A veces, y ya son muchas, me causa gracia escuchar cómo desde la llamada “oposición” encabezada por el grupo monopólico Clarín y conformada, entre otros, por un verdadero seleccionado de prestigiosos fracasados políticos co-responsables de la traición, la corrupción, el desguace y el saqueo de nuestras riquezas nacionales, hablan del actual gobierno como si fuera aquel de “los Soviet encabezado por Lenin”.
Si bien durante estos dos últimos gobiernos encabezados por Néstor y Cristina Kirchner se ha intentado cambiar el rumbo en muchos aspectos de la vida del país tomando decisiones de tipo progresista comparado con lo vivido en la década infame menemista, también es muy cierto que jamás se ha intentado cuestionar el modelo capitalista de desarrollo del país, por lo que todo lo bueno realizado no deja de ser más que un simple maquillaje para sostener este modelo de superexplotación para los de abajo y de superganancias para los de arriba.
Seguramente, quienes se esfuerzan por ver en las medidas positivas tomadas algo más que un simple maquillaje, me estarán igualando a los críticos y poniéndome en la misma bolsa.
Pero es el riesgo que se corre cuando lamentablemente la crítica desde lo ideológico coincide en algún lugar en tiempo y espacio con la crítica de quienes no aceptan ni ver perder una porción ínfima de sus beneficios y privilegios, ni ser convidados de segunda de un “reparto” que quisieran encabezar y dirigir.
Porque no es lo mismo criticar y manifestar desde el hambre, la miseria y la falta de oportunidades, que hacerlo desde la opulencia; no es lo mismo criticar y manifestar conviviendo cotidianamente con la caída del valor adquisitivo de los salarios, que hacerlo desde la defensa de la maximización de la rentabilidad; no es lo mismo criticar y manifestar para que “el maquillaje” se transforme en un verdadero “cambio de modelo y sistema”, que hacerlo advirtiendo que con tanto “maquillaje” corre peligro el sistema con el cual “se benefician conjuntamente desde hace décadas” quienes hoy se presentan como perros y gatos.
Hay quienes pretenden justificar este accionar diciendo que “aún no es el momento”, que “se debe ir paso a paso”, que “la derecha está organizada y el campo popular aún no entiende que el gobierno es su guía”, y así, una sucesión de argumentos razonables que no por ello son cierto o verdaderos.
¿Quién determina cuándo es el momento de comenzar un cambio profundo? ¿Quién decide qué método de lucha es el justo? ¿Quién tiene la atribución de definir lo que está bien y lo que está mal para quienes viven sumergidos cotidianamente en la explotación, la miseria y el hambre? ¿Alguno de nosotros, desde nuestra relativa comodidad, podemos asumir la soberbia de decirle a quien no tienen siquiera para comprar el pan todos los días que estamos yendo por el camino correcto?
No existe en el mundo ningún ejemplo que pueda demostrar que el capitalismo otorgue bienestar a toda la población, sin excepciones de ninguna índole. Quienes estén pensando en los países como Suecia, recuerden que el bienestar de ellos se basa en la superexplotación del Tercer Mundo por parte de sus empresas y capitales.
Y para saber quién es quién, o quién está quién más allá de lo que dicen los medios y de lo que vociferan apasionadamente oficialistas y opositores famosos, simplemente pronuncien la palabra SOCIALISMO. Ahí verán cómo, casi por arte de magia, desaparecen todas las diferencias entre la mayoría de los “K” y “sus opositores famosos aglutinados por Clarín” (los Duhalde, Carrio, Cobos, UCR, las patronales rurales, etc).
Por eso, cuando MIRAMOS y ESCUCHAMOS, hagamos el esfuerzo por VER y OIR lo que verdaderamente ES y no lo que nos están VENDIENDO.


Adrián Lomlomdjian
Director

SOMOS MILLONES

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 28 de Noviembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Mañana se cumple el 89º Aniversario de la fecha en que el pueblo armenio puso en marcha no sólo el proceso que garantizó la perdurabilidad en el tiempo de su existencia como nación, sino también aquel durante el cual alcanzó un impensado e inigualable desarrollo en todas las facetas de la vida.
El 29 de Noviembre de 1920 Armenia se declaraba República Socialista Soviética y comenzaba a transitar por una camino desconocido por aquellos años, pero a la vez tentador, ya que se trataba de construir una sociedad de iguales derechos y obligaciones para todos sus habitantes, dueños éstos de todos los bienes producidos y de todas las riquezas existentes, en paz y amistad con todos los pueblos del mundo.
Países que venían de largos siglos de enfrentamientos de toda índole que ponían en peligro su propia existencia; pueblos que durante décadas deambulaban de región en región en busca de la paz necesaria para crecer y desarrollarse, ponían manos a la obra para construir una sociedad en la que entraban en contradicción muchas de sus -hasta entonces- “verdades reveladas”.
¿Quiénes, si no los audaces, iban a intentar construir sociedades en la que convivirían pacíficamente con aquellos mismo con quienes guerreaban hasta hacía muy poco tiempo?
¿Quiénes, si no los audaces, iban a tratar de despojarse de las mezquindades propias –producto de años de consumir conceptos nacionalistas y buegueses- para comenzar a mirar y ver al semenjante como a un hermano y compañero, y no como a un enemigo a vencer para garantizar la subsistencia propia?
¿Quiénes, si no los audaces, iban a soportar someterse al sufrimiento de las necesidades básicas insatisfechas teniendo como horizonte un futuro mejor para todos?
¿Quiénes, si no los audaces, iban a ser capaces de proyectar la construcción de un mundo nuevo para que sea disfrutado por cada uno de sus habitantes, indistintamente de su nacionalidad, credo religioso y cualquier otra diferencia que hasta entonces –y hasta hoy día- provocaba y provoca guerras y muertes, dolores y sufrimientos permanentes?
Sólo los audaces, los revolucionarios, los que se guian por principios que ponen por encima de todo y todos el bien común, fueron en aquel entonces capaces de dejarnos como rica herencia e inigual experiencia las siete décadas de construcción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Porque incluidos sus errores, sus puntos oscuros, sus momentos criticables, no existe en la historia de la humanidad una realidad semejante, un intento tan audaz de construcción del nuevo mundo.
Porque, quiérase o no, guste o no, la Unión Soviética fue eso: un pequeño mundo nuevo viviendodurante siete décadas en paz y fraternidad, construyendo juntos, gozando en partes iguales de los beneficios obtenidos por el trabajo de todos, yendo y viniendo sin tener que atravesar fronteras, poniendo el precio justo a lo que cada uno producía e intercambiando de acuerdo a la necesidad de los pueblos y no a los intereses de grupos econonómicos de poder.
Y Armenia, esa pequeña porción de territorio que se transformó en hogar nacional de un pueblo que estuvo al borde de su desaparición luego de haber sido víctima del Genocidio planificado y perpetrado por el Estado turco-otomano, formó parte de esta experiencia de construcción de la nueva sociedad socialista.
Un pueblo, que en otras condiciones hubiera sucumbido bajo la sed insaciable de los capitalistas y la nociva fraseología nacional-chauvinista que les sirve como sustento, logro transformarse en dueño de su propio destino, en constructor, en portavoz de la paz y la amistad entre los pueblos.
Hay quienes intentar minimizar aquel proceso o presentar sólo sus aristas negativas, porque tienen miedo de perder su rentabilidad y bienestar, esas que son logradas en sistemas donde muy pocos pueden darse la gran vida, otros algunos pueden vivir bien y los más viven al día, sobreviven o mueren un poca día a día en la exclusión y la marginalidad.
La República Socialista Soviética de Armenia es, junto a la URSS en conjunto, el orgullo de casi toda la humanidad, de esos centenares de millones de hombres y mujeres que no sólo creen, sino que también luchan por un mundo donde se pueda hacer realidad aquello que ya fue y que forma parte de nuestra memoria colectiva.
Hace algunas décadas atrás decíamos: “Hay otro mundo y está en éste”, demostrando que la Unión Soviética era “otro mundo” dentro de “todo el mundo”.
No es mentira ni imposible que otro tipo de sociedad pueda construirse; no es mentira ni imposible sentirse hermano y tener los mismos objetivos con quienes nos diferenciamos desde lo nacional, lo religioso, las costumbres y tradiciones, etc.; no es mentira ni imposible que hubieron y hayan quienes puedan despojarse de apetencias personales y materiales, del individualismo y el egoismo, y se jueguen por los otros.
Mienten ellos. Los que tratan a diario de convencernos que no vale la pena luchar, que ya está todo perdido, que uno sólo no puede cambiar el mundo, que todo está tan podrido que lo único que vale es tratar de estar bien uno, que ya pasaron los tiempos de los ideales, que todos tenemos precio, que es imposible luchar contra el omnipresente poder del capitalismo.
Hagamos el intento de no creerles, de dudar de lo que nos aseguran, de no bajar los brazos, de sacar fuerzas de donde parece que no la hubiera.
Sepamos que no estamos solos. Por más que miremos a nuestro costado y tal vez, y circunstancialmente no veamos a nadie o veamos a pocos, sepamos que somos muchos, millones y millones en todo el planeta. Sintámonos parte de ese todo de no sabe de barreras idiomáticas ni de fronteras. Somos batallones de un solo ejército que quiere cambiar esta vida de exclusión y miseria que nos hace vivir el capitalismo. Y no estamos dispuestos a darnos por vencidos. Jamás.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 22 de noviembre de 2009

OTRO MUNDO ERA, Y ES, POSIBLE

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 21 de Noviembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Noviembre es un mes pleno en fechas que recuerdan acontecimientos trascendentales para nuestras vidas, y también, para el desarrollo de la humanidad.
El 7 de Noviembre se cumplió un nuevo aniversario, el 92º, de la Revolución Socialista en Rusia, que puso en marcha el experimento de la construcción de una nueva sociedad, cambiando para siempre el destino de millones de seres humanos.
El 9 de Noviembre los explotadores del planeta, acompañados por sus partidarios y vasallos, prepararon una gran pantomima de amplia repercusión internacional (claro, ellos manejan “libremente” la mayoría de los medios masivos de comunicación) para “festejar” el 20º aniversario de la caída del Muro de Berlín, que para ellos es el símbolo de la victoria del capitalismo sobre el socialismo.
Y la semana próxima una parte importante del pueblo armenio y nosotros, sus descendientes establecidos en distintos países, celebraremos el 89º aniversario del 29 de Noviembre de 1920, fecha en la que Armenia –lo que quedó de ella- se sumó a la edificación socialista con la creación de la República Soviética.
Y así como es cosa de verdaderos heroes hablar de paz y amistad entre los pueblos en contraposición al simple y oportunista discurso plagado de nacionalismo y chauvinismo con el que los reaccionarios de siempre “ganan momentaneamente las voluntades de la gente”, también es cosa de héroes rescatar y reivindar aquel inolvidable proceso encabezado por la Unión Soviética que puso ante los ojos de toda la humanidad –de sus simpatizantes y detractores- que se podían construir una nueva sociedad teniendo como objetivos primarios la igualdad, la justicia y el bienestar de todos.
Es cierto. En aquellas décadas de desarrollo socialista la Unión Soviética intentó construir lo nuevo a pesar de ser 15 Repúblicas y más de 100 nacionalidades, y de contener en su seno múltiples credos y lenguas, distintos grados de desarrollo de sociedades, diversas tradiciones y hasta historias encontradas.
Y todas esas diferencias convivieron durante siete décadas y comenzaron a darle forma a un hombre nuevo, que a pesar de tener bien arraigada en su identidad las características propias y genuinas devenidas de su nacionalidad, comenzaba también a sentir como propia esa otra, abarcativa de todas las demás particularidades –incluida la suya- y que no era más quie la expresión de ese nuevo colectivo humano que se estaba formando y era llamado orgullosamente “soviético”.
Para esos más de 250 millones de seres humanos había cuestiones elementales que se intentaban superar a diario, con mucho esfuerzo y voluntad, con mucha conciencia revolucionaria y convicción. Las lógicas diferencias ya no eran escollo para sentise componentes de un mismo todo; las distintas ciudades ya formaban parte de la pertenencia geográfica de cada ciudadano de cualquiera de las Repúblicas o regiones; Moscú, Ereván, Bakú, Tiflis, Odesa, Kiev, Vilnius, Tahkent, la que se les ocurra, era un mismo lugar en el mundo, eran un mismo proyecto, un mismo objetivo, y eran disfrutadas y recorridas libremente sin importar idioma ni religión, costumbres ni nacionalidad.
Señoras y señores, a no dudarlo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es, hasta la fecha, el grado más alto alcanzado por la humanidad en su intento por construir nuevas sociedades para un nuevo mundo donde la paz y la fraternidad estén establecidas por convicción y no por obligación.
Guste o no, allí, en ese país multinacional, no existía la desocupación; las principales empresas estaban en manos de Estado y el crecimiento de toda la economía estaba basado en el normal desarrollo de toda la población (igual para Rusia que para Armenia, para Ucrania que para Tadjikistán); la educación no sólo era gratuita, sino que los estudiantes terciarios y universitarios cobraban un salario; la salud pública era totalmente gratuita; todos los adelantos en las esferas de la salud, la ciencia y la tecnología estaba a disposición de toda la población; los intelectuales y artistas no debían mendigar sus oficios, sino que los ponían al servicio del crecimiento de la sociedad; las fábricas y los campos producían, los trabajadors cobraban sus salarios, se invertía en modernización de maquinarias y mantenimiento de la estructura y lo sobrante se repartía en partes iguales entre los trabajadores; un Estado federado pagaba con petróleo la tela que recibía de otra República hermana, el otro pagaba con trigo el gas que recibía, y así, TODOS disfrutaban de lo generaban TODOS.
¿Qué les estoy hablando del paraíso? ¿Qué si era tan bueno todo eso por qué no siguió hasta la fecha y la gente no lo defendió?
Es un tema largo, pero por ello no vamos a dejar de abordarlo. Podemos ir marcando algunas pautas para que nos ayuden a reflexionar no sólo respecto a lo que pasó con la URSS (aciertos y errores), sino también para ver algunas cositas que se repiten en el presente y que también, en algunos casos, cometemos o son parte de nosotros mismos. Y así como esas “debilidades” propias de los seres humanos a nosotros nos significan –como sociedad- permanentes retrocesos en el camino de las construcción de la nueva sociedad, allá y en aquel momento significaron la desintegración de la Unión, la apropiación de todos los bienes del pueblo por grupos oligárquicos y mafiosos y la usurpación del poder por parte de representantes de estas nuevas mafias.
Porque así como en nuestro país tratamos de buscarle explicación a “cómo puede ser que integrantes de los sectores marginados por este sistema se identifican con el personero de quien los mantiene sumido en la miseria” o “cómo puede ser que los trabajadores defienden los intereses de las clases explotadoras”, en aquel caso específico habría que sondear “por qué quienes tenían casa, trabajo, estudio, salud y futuro asegurado, creyeron que destruyendo todo eso estarían mejor”, o mejor dicho “por qué no lograron ver que todo lo bueno que tenían era fruto de lo que lograron construir todos juntos”.
Y aquí comienza a jugar fuerte el factor humano y el permanente trabajo llevada adelante por el poder enemigo.
La semana que viene vamos a continuar con este tema concientes de que quien se precie a sí mismo progresista y de izquierda, debe hacer propias aquellas banderas que permitieron a millones y millones de seres humanos demostrar en la práctica concreta que OTRO MUNDO ERA, Y ES, POSIBLE.


Adrián Lomlomdjian
Director

sábado, 14 de noviembre de 2009

Los “nostálgicos”

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 14 de Noviembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Si NOSTALGIA significa “sentimiento de melancolía o tristeza por el recuerdo de un bien perdido”, NOSTALGICO sería el adjetivo que le pondríamos a “quien vive del recuerdo de ese bien perdido”.
Hoy, intentaré sumergirme en este tema, pero les aclaro que lo voy a hacer desde la perspectiva política, es decir, acerca de la nostalgia que sienten los militantes por tal o cual momento, y el mote de “nostálgico” con el que se pretende invalidar su accionar o poner en duda sus creencias.
Se acerca el 29 de Noviembre de 1920, un nuevo aniversario del nacimiento de la República Socialista Soviética de Armenia, e indefectiblemente la nostalgia se apodera de las mentes y corazones de aquellos muchos que veíamos en ella no sólo el Renacimiento de un país y un pueblo que habían sido víctima de un plan de exterminio masivo, sino también el intento concreto y cotidiano de construir una nueva sociedad donde todos pudieran vivir dignamente y en libertad.
Y es así como recordando aquellos años idos, acontecimientos como la Revolución de Octubre en Rusia, el aniquilamiento de las huestes nazis y la entrada victoriosa en Berlín, el poderío de las fuerzas progresistas y de izquierda a la sombra de la Unión Soviética y las luchas revolucionarias en cada rincón del planeta, debemos escuchar de nuestros adversarios y hasta de algunos de nuestros amigos, la frase: “Sos un nostálgico”, con la que no sólo se desmerece nuestra capacidad intelectual, sino con la que se intenta golpear nuestras convicciones y nuestra mística, mantenidas a pesar de tanto anticomunismo y reformismo.
Intentaré, entonces, demostrar la diferencia que hay entre “nostalgia” y “nostálgico”, al menos para mí.
Nostalgia sentimos todos, por todo lo vivido. A medida que vamos creciendo añoramos el pasado y recordamos con amor lo compartido con familiares, amigos y compañeros que nos van abandonando, ya sea porque la muerte nos los arrebató o porque los avatares de la vida los llevaron a probar suerte en tierras muy lejanas. La nostalgia respecto a los acontecimientos o etapas del desarrollo de las sociedades, en particular, y de la humanidad, en general, se fundamenta básicamente en priorizar subjetivamente los buenos momentos y sumarle nuestra situación personal diferente en cuanto a las distintas facetas que componen nuestras vidas. Por eso, nadie puede asegurar “no sentir nostalgia” por algo o por alguien, ya que quiérase o no, los recuerdos forman parte de nuestra cotidaneidad y son el sustento de nuestro hoy y mañana.
Lo que quiero desterrar, o al menos enfrentar, es la utilización del término “nostálgico” como adjetivo descalificador con el que se pretende “ningunear” a quienes no dudamos en reivindicar una y otra vez nuestros orígenes, nuestros ideales y las convicciones que nos llevan a mantener indoblegable nuestro espíritu de lucha.
Debe quedar claro que no somos nostálgicos, en el estricto sentido político de la palabra,
-porque recordamos y reivindicamos el pasado como manifestación de fidelidad;
-porque recordamos haciéndonos cargo de los aciertos y errores, para extraer lo mejor de nuestra historia individual y colectiva para la construcción del presente y la planificación del futuro;
-porque recordamos sin estancarnos en el pasado, sino dando reiteradas muestras de un presente comprometido en la militancia y la lucha cotidianas.
¿Y por qué nos llaman “nostálgicos”?
Porque son incapaces de mantener una discusión política que fundamente una posición contraria a la nuestra; porque han sido incapaces de destruir el acero de nuestra convicciones; porque tal vez quieran justificar con ello su cambio de actitud y la “modernización de sus ideales”; porque no tienen nada más que ofrecer que adjetivos descalificadores; porque les duele nuestra firmeza ideológica; porque no aceptan la no existencia de dogmas y siguen tan dogmáticos como siempre –hacia la izquierda como hacia la derecha-, pasando de un dogma que, como es el caso de nuestro espacio, “aseguraba que el socialismo triunfaría inevitablemente en todo el mundo” a otro dogma que asegura que “lo único posible es la redistribucion de las riquezas y que todo lo demás es atemporáneo”.
Es decir, no somos “nostálgicos”, pero no debemos sentirnos mal de que así nos llamen nuestros adversarios.
Seguramente, quienes me escuchan tuvieron prendida la tele el pasado 9 de Noviembre, cuando los popes de la explotación y el saqueo mundial, principales genocidas del planeta, celebraban el 20º aniversario de la “caída del Muro de Berlín”. ¡Cuánta porquería y basura junta! ¡Cuánta mentira e hipocresía concentrada en tan pocos metros! ¿Por qué en vez de celebrar no le ponen freno al “Muro de la Vergüenza” que sigue construyendo el Estado Genocida israelí y al otro muro que construyen los imperialistas yanquis en la frontera con México? Eso sí, ni lo mandamases ni sus lacayos tercermundistas se olvidan de criticar a Chávez, a Evo Morales y a todo líder que no responda a sus órdenes.
Esos mismos, los que celebran los 20 años, los que callan ante la soberbia genocida israelí y ante la permanente política criminal imperialista, los que sólo protestan histéricamente cuando presienten que van a perder algunas de sus prebendas, los que protestan por su “inseguridad” pero no por la del resto de los mortales, son los que despectivamente y a modo descalificador nos llaman “nostálgicos”.
Mientras tanto, para nosotros, que nos llamen “nostalgicos” (sabiendo que no lo somos) habla del reconocimiento a nuestra firmeza y fidelidad ideológica, y a lo inquebrantable de nuestras convicciones. Ni más, ni menos.
¡Salud, “nostálgicos”!, que el futuro es nuestro por prepotencia de trabajo.


Adrián Lomlomdjian
Director

lunes, 9 de noviembre de 2009

Formar opinión propia, el desafío de todos

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 7 de Noviembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Si hay algo que ha quedado al desnudo en esta etapa de nuestras vidas –para quienes “queremos verlo”, porque poder, podemos todos-, es el hecho de que una parte importante de nosotros formamos idea y emitimos opinión sobre los distintos temas repitiendo el análisis realizado por otro u otros, y no sobre la base del análisis propio realizado luego de conocer y reflexionar sobre las distintas posiciones existentes sobre cada uno de esos temas. Es más, en muchos casos afirmamos con vehemencia y defendemos apasionadamente sin conocer siquiera el contenido de lo que estamos aprobando o rechazando.
En nuestro caso, podemos citar como ejemplo de lo que estoy diciendo los debates sobre la nueva Ley de Radiodifusión, a nivel nacional, y los Protocolos firmados entre los gobiernos de Armenia y Turquía, a nivel comunitario.
Debo aclarar que a lo que estoy haciendo referencia es sobre ambos temas hemos dado nuestras opiniones, defendido tal o cual posición, aseverado tal o cual cosa, y muchas veces lo hicimos sin siquiera conocer los textos a los que estamos haciendo referencia y sobre los que estamos debatiendo.
Dejemos la nueva Ley de Medios Audiovisuales para la próxima oportunidad y centremos este momento de reflexión en los acuerdos y las relaciones armenio-turcas y todas sus consecuencias.
Ni bien se dieron a conocer pública y mundialmente los contenidos de los Protocolos a firmar por los representantes gubernamentales de ambos países, en sectores importantes de la sociedad armenia y de las colectividades armenias radicadas en distintos países, comenzó a tratar de imponerse con vehemencia la idea de que “se estaba renunciando a la histórica lucha por el reconocimiento internacional del Genocidio de Armenios” y que “se estaba entregando la República de Gharapagh”, cuya liberación costó la vida de miles de armenios. Puesta a circular esta idea, la misma empezó a ser reproducida por distintos medios de prensa en Armenia y en cada una de las colectividades y, como paso siguiente, centenares de personas la hicieron propia y en ella basaron su opinión y posición. Lo lamentable es que en la mayoría de los casos ninguno se tomó el tiempo de leer los textos de los Protocolos, que en idioma español fueron publicados por los periódicos “Armenia”, “Sardarabad” y “Nor Seván”.
Es así como en los distintos foros de debate, sean éstos por internet, en nuestras instituciones, en reuniones familiares o en encuentros con amigos, se intercambiaban opiniones y se hacían aseveraciones sobre “traiciones” y “entregas” actuales y otras del pasado -poniendo énfasis en lo “nefasto de la época soviética para Armenia”-, sin conocer absolutamente nada por investigación y lectura propia de la historia armenia, sino simplemente repitiendo lo que “asegura” tal o cual corriente político-partidaria.
Amigos y amigas, tomen los textos de los Protocolos firmados, que en idioma armenio están en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia (http://www.armeniaforeignministry.am), y se sorprenderán al no encontrar referencia concreta ni al Genocidio y mucho menos a Gharapagh.
Sería importante que la Embajada de Armenia tradujera esos documentos al español y los pusiera a no sólo a nuestro servicio, miembros de la colectividad de Argentina, sino al de todos los hombres y mujeres de habla hispana. De esta forma, cada uno de nosotros tendría acceso a la fuente original y formaría opinión no sólo, y casi de manera exclusiva, a través de los dichos de terceros.
Que se entienda que no estamos instando a defender tal o cual posición, a manifestar apoyo o rechazo al gobierno o a la oposición, sino a definir posiciones a través de la formación de una idea propia basada en el conocimiento genuino del tema a tratar, sumándolo al análisis reflexivo de las distintas opiniones existentes.
Creo que así ganaríamos todos, ya que estaríamos superando ciertos antagonismos nacidos en la falta de conocimientos que alimentan el fanatismo sin sentido que, lamentablemente, continúa haciendo estragos en ciertos sectores comunitarios.
Se puede, y se debe, mantener las convicciones firmes, no renegar de ellas, tratar de hacer que las mismas se hagan carne en otros muchos, que se apropien de ellas miles y miles de personas. Y podemos lograrlo sin recurrir a la mentira, a la falsificación y tergiversación de ciertos acontecimientos históricos, sin esconder errores propios ni utilizando una fraseología agresiva para quienes piensan distinto.
La fortaleza de nuestros ideales se basa, en gran parte, en la búsqueda permanente de la verdad, en el análisis autocrítico de lo actuado, en el reconocimiento de los errores cometidos y en tratar de sostener cotidianamente la coherencia elemental entre lo predicado y lo actuado.
Y, por sobre todas las cosas, esa fortaleza está basada en la justeza de nuestra lucha por un mundo nuevo sin explotadores ni explotados y en saber que nadie nos regalará nada ni hará el trabajo por nosotros, que todo se consigue a través de la lucha. Y que la única lucha que se pierde, es la que se abandona.


Adrián Lomlomdjian
Director

¿Armenios Sionistas?

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 31 de Octubre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

La editorial de la semana pasada terminaba con un interrogante público: ¿los armenios son sionistas? Y habría que agregarle: ¿son sionistas las colectividades armenias, en nuestro caso, la argentina?
Menudo embrollo en el que nos estamos metiendo, pero lo hacemos con la convicción de querer comenzar a desentrañar algunas de “las verdades absolutas” que hemos consumido por largos años y que parecen “intocables” para muchos.
¿Qué es el sionismo? Para decirlo de manera entendible “es un movimiento nacionalista creado sobre la base de un grupo racial y religioso, en este caso los judíos, que otorga a éstos más derechos que a otros seres humanos por el solo hecho de serlo, lo cual le convierte claramente en una ideología racista”.
Empecemos por hacer historia. En 10 de Noviembre de 1975, por 72 votos a favor, 35 en contra y 32 abstenciones, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba la Resolución Nº 3379 y equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, llamando a su eliminación. La resolución -que era de carácter declarativo y no vinculante-, fue referencia frecuente en los debates sobre sionismo y racismo, pero fue anulada por la resolución 4686 del 16 de diciembre de 1991, una de las más cortas de la historia de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que decía: “La Asamblea General decide revocar la determinación que figura en su resolución 3379 (XXX), del 10 de noviembre de 1975”. Nada más. ¿Y por qué nada más? Porque este cambio sólo obedeció a razones políticas, al enorme poder del sionismo israelí junto a sus aliados imperialistas, y no a que haya cambiado en algo la esencia y los objetivos sionistas.
Y sobre las bases de esta idea general, el gobierno del Estado sionista de Israel lleva adelante un genocidio contra el pueblo palestino desde hace varias décadas, previo a haber invadido, ocupado y usurpado los históricos territorios de Palestina. Pero en otro momento analizaremos con mayor profundidad este tema.
Lo que ahora queremos hacer, es tratar de presentarles a Ustedes cómo una parte importante del pueblo armenio y de las colectividades armenias se apropian de ideas y métodos que dicen rechazar.
Por ejemplo, ponemos en el centro de la mira al “panturquismo” y al “panislamismo” como causales fundamentales del Genocidio de Armenios, de la usurpación y ocupación de nuestros territorios históricos y más, se sostiene que el actual gobierno turco no abandonó dichas ideologías y hoy avanza en el cumplimiento de sus planes basándose en ellas. Pero claro, para no ser menos organizamos encuentros “panarmenios” de toda índole y transmitimos de generación en generación la esencia de una idea que recriminamos y rechazamos en otros, pero que adoptamos como propia.
Hay más. Somos críticos –con razón- de Israel y de su accionar criminal para con el pueblo palestino. Sin embargo, hay quienes ni se sonrojan en decir “tenemos que ser como los judíos” o “debemos aprender de los israelíes”. Siempre me queda flotando el interrogante si lo que pretenden es que nos transformemos en asesinos de otros pueblos…
Otra. Nos reivindicamos armenios donde estemos, en nuestro caso la Argentina, sin detenernos a reflexionar con profundidad al respecto. Y esta idea, que nos esmeramos en “enseñársela” a las nuevas y futuras generaciones, conlleva muchos y profundos significados, necesarios de ser debatidos y comprendidos ya que resultan básicos para el desarrollo de los hombres y mujeres que la reciben y deben convivir con ella durante décadas.
Seguir tratando de sostener la idea que acá somos tan armenios como los de la colectividad estadounidense, la libanesa y la francesa y, por supuesto, como los ciudadanos de la República de Armenia, ya me suena descabellado. Sólo basta con sentarse un segundo y tratar de urgar en las preocupaciones cotidianas –ya sean en las particulares como en las del colectivo que integramos- para darnos cuenta que si bien hay algunas coincidencias, nuestro desarrollo como individuos y componentes de nuestras respectivas sociedades nos van diferenciando.
Esa idea muy sionista de “ser armenio en cualquier pais” justifica nefastos consejos como “no te metas en política nacional, no es asunto nuestro” o “nosotros tenemos que pensar en ayudar a Armenia, lo demás no es nuestro problema”, como si no hubiéramos nacido en estas tierras, ni tuviésemos los mismos derechos y deberes que el resto de nuestros compatriotas y no nos sintiéramos tan argentinos como el que más.
Lo armenio, en nuestra generación y en las venideras, ocupa un lugar preponderante y tienen un significado que va mucho más allá de estas “recomendaciones” que sólo persiguen fines políticos. Lo armenio forma parte de nuestra identidad como uno de sus componentes básicos y por ello resulta y resultará imposible de ser negado. Por el contrario, el reconocimiento de esta realidad es la que moldea nuestro accionar cotidiano, nuestra presencia en la vida comunitaria, nuestro accionar y nuestro sacrificio para no condenar al olvido nuestras raíces y todas sus particularidades, su milenario e inmenso legado cultural.
Y estas convicciones las sostenemos sin la necesidad de enunciar fogosos y grandilocuentes discursos “nazionalistas” o sionistas, sino desde el saber y la búsqueda permanente de quiénes somos, de dónde venimos, qué queremos y hacia dónde vamos, no desde la óptica del “exclusivismo nacional”, sino desde sabernos y reivindicarnos parte de una humanidad de iguales diferentes.
Esta humilde tribuna, LA VOZ ARMENIA, seguirá tratando de aportar al intercambio de ideas que nos permita, juntos, ir desentrañando esas “verdades absolutas heredadas” y construir el nuevo mundo de nuevas sociedades con hombres nuevos. El socialismo.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 25 de octubre de 2009

¿Argentino? ¿Armenio?

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 24 de Octubre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Este es el espacio editorial que cada semana aprovechamos para pensar en voz alta, para acercarles algunas de las ideas que nos preocupan a todos y para tratar de reflexionar juntos –aunque sea a la distancia-.
Este espacio es, ni más ni menos, nuestra propuesta concreta de hablar sobre temas que antes ni se tocaban, sobre cuestiones que si bien eran conocidas por muchos fueron mantenidas en silencio por largo tiempo. Es nuestro desafío público a poner en duda las remanidas “verdades intocables e indiscutibles”, no sólo para demostrar su falsedad o falta de vigencia actual, como lo es en algunos casos, sino también para que quienes siguen adhiriendo a ellas lo puedan hacer a través de sólidos fundamentos y no desde la mera repetición de frases que, en muchas oportunidades, son de dudosa legitimidad y procedencia.
Quienes escuchan el programa asiduamente o nos conocen personalmente, saben de nuestra ubicación política bien a la izquierda del espectro comunitario, lugar que intentamos sostener cotidianamente a partir de la defensa fundamentada de nuestos ideales y convicciones, y a través del acompañamiento de nuestros dichos por acciones concretas coincidentes. Es decir, nos esmeramos día a día en tratar de aportar a la construcción del hombre nuevo y la nueva sociedad, a pesar de los innumerables escollos que voluntaria o involuntariamente se nos cruzan, o nos cruzan, en el camino.
Cuando digo “verdades intocables e indiscutibles”, por ejemplo, rápidamente me viene a la mente la frase “nosotros, la diáspora”. Y decidí indagar un poco sobre el tema y encontré en uno de los diccionarios la siguiente explicación: “Diáspora -del griego dispersión-, dícese de la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia originario y que se encuentran repartidos por el mundo viviendo entre gente que no son de su condición”.
A riesgo cierto de caer en imprecisiones, debido a que no somos profesionales en el tema sino simples hombres y mujeres que buscamos respuestas a temas que forman parte de nuestra cotidianidad, intentaremos profundizar un poco en esta cuestión.
Nuestros abuelos –y en algunos casos, nuestros padres-, no sólo no han abandonado por propia decisión su lugar de procedencia originario, sino que fueron forzados a hacerlo durante el Genocidio de Armenios planificado y perpetrado por el Estado del Imperio Otomano, cuya continuidad es la actual República de Turquía. Entonces sí, a las comunidades primarias conformadas por ellos –que en muchos casos, incluso existían antes de la creación de la República de Armenia en mayo de 1918- se las podía, y debía, denominar “diáspora”, porque eran eso, ni más ni menos.
Como mencioné en el párrafo anterior, en 1918 se crea el Estado armenio con continuidad hasta nuestros días. Y si bien el mismo abarca una muy pequeña porción de los territorios históricamente conocidos y denominados “Armenia”, allí se concretó el deseo de sucesivas generaciones de vivir y desarrollarse al amparo de un Estado nacional armenio. Y así lo entendieron -al finalizar la Segunda Guerra Mundial- centenares de miles de habitantes de las comunidades diasporeanas de entonces, quienes acudiendo al llamado del Gobierno de la República Socialista Soviética de Armenia, fueron a establecerse definitivamente allí.
Otros centenares de miles, algunos porque la entonces floreciente república aún no estaba apta para recibir y albergar en condiciones dignas a más personas y otros, por decisión propia, eligieron quedarse en las ciudades donde ya estaban establecidos y desarrollar en ellas su vida y la de sus descendientes.
Puse freno en esta dirección y me vino a la mente “colectividad armenia”. Volví al diccionario y encontré: “Un colectivo es un grupo de personas que comparten o están motivados por un mismo tema u objeto de interés, o que trabajan juntos por un mismo objetivo. Se caracterizan por compartir y ejercer poder político y social, y tomar decisiones basados en el consenso y principios igualitarios. Aunque un colectivo puede buscar beneficios económicos esto no es una condición definitoria, lo cual lo diferencia de una cooperativa”.
Entonces, y siguiendo esta lógica, nosotros, segunda y tercera generación, dejamos de ser diáspora y somos una colectividad, es decir, un colectivo de individuos con motivaciones y objetivos comunes. En este caso, al agregarle a “colectividad” la palabra “armenia” le estaríamos dando la definición que nos aglutina, es decir, nuestras raíces armenias.
Quiero detenerme un minuto y aclararles que no estoy haciendo aseveraciones ni tampoco los estoy convenciendo de que es así, sino que estoy reflexionando en voz alta e intentando que lo hagamos juntos.
Ahora vuelvo al tema y me surge otro interrogante: está bien, no somos diáspora de la República de Armenia, pero sí de la Armenia Occidental, de los territorios que les fueron usurpados a nuestros antepasados y que aún permanecen ocupados y forman parte de la actual República de Turquía.
Pienso un rato. Incontables ideas van y viene, las imagino lógicas y un segundo después disparatadas. Me detengo y digo: nací en la Argentina y jamás me cuestioné si sería otro el lugar en donde desarrollaría mi vida y la de mi familia. Mis virtudes e innumerables defectos los he adquirido en estos pagos y los mismos son más parecidos a los de cualquier porteño que a los de un “erevantsí”.
Una duda: acá, en el trabajo, el barrio o en cualquier lugar, cuando me preguntan qué soy, respondo “armenio”. Claro, creo que esta respuesta la doy porque ya se da por sobre-entendido que “soy argentino”, que este es mi lugar en el mundo. Como contrapartida, en Armenia cuando preguntan lo mismo respondo “Argentino”, no digo “arguentinahay” (armenio de Argentina). ¿Será por el temor a ser catalogado de sionista? Los armenios, ¿son sionistas?
La semana que viene la seguimos.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 18 de octubre de 2009

Sobre traidores y más…

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 10 de Octubre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)



Hace algunas horas, en Zurich y si nada imprevisto ocurrió, los Cancilleres de Armenia y Turquía firmaron los Protocolos para el ordenamiento de las relaciones entre ambos países. Según las últimas informaciones recibidas, participaron de la ceremonia importantes figuras de los gobiernos de Rusia, Estados Unidos, Francia y de la Unión Europea.
Este hecho histórico, estemos de acuerdo con él plena o parcialmente o en desacuerdo total, abre una nueva página en la milenaria historia del pueblo armenio, precisamente en la etapa en que las comunicaciones hacen casi inexistentes las fronteras geográficas y que “allá” es casi lo mismo que “acá” o viceversa. Fue así como en cada rincón del planeta hubo –casi en simultáneo- marchas de repudio a la decisión del gobierno de Armenia y cada posición política, cada comunicado institucional, cada comentario y cada debate formó parte de ese “todo” que trascendió las fronteras de la Madre Patria.
Lo hemos sostenido a lo largo de todo este proceso y lo seguiremos haciendo convencidos de que “nadie es dueño de la verdad absoluta” ni “nadie puede autoproclamarse sostén de los valores e intereses nacionales”, sino que cada quien, afirmándose en sus convicciones políticas-ideológicas-filosóficas-religiosas o de cualquier otra índole, contrapone su opinión a la de otro, tratando de encontrar puntos en común, aprendiendo de esas otras visiones y sumando esos nuevos y distintos conocimientos a terceros, para que cada quien tenga la posibilidad de sacar sus propias conclusiones y construir su propia verdad, que jamás será algo estanco, sino que permanecerá sujeto a la evolución del pensamiento y, por ende, será objeto de cambios.
Y no estamos justificando a aquellos que cambian principios y objetivos de vida como “pañuelos descartables”, sino de quienes afirmándonos en sólidas bases ideológicas no dudamos en reflexionar sobre nuestras posiciones, sometiéndolas a los cambios que nuestra evolución intelectual y práctica colectiva impongan, sin por ello renunciar a las convicciones que hemos sabido sostener aún en medio de la peor de las tormentas.
“Traidor” es una de las palabras que más se ha utilizado durante este proceso de debate franco, abierto y mundial por el tema de los Protocolos. “Traidor”, se lo llama al Presidente Sargsian por haberse animado a presentar públicamente estos acuerdos con algunos puntos que pueden se motivo de objeciones; “Traidores” se llama a quienes no comparten públicamente la forma de rechazo de cierto sector político-partidario, que intenta ser presentada como “la verdad absoluta”; “Traidores”, según ellos, fueron también los bolcheviques armenios y Lenin, que entregaron todo; “Traidores”, dicen por lo bajo, son aquellos que no se suman a sus actos de repudio, a sus marchas de protesta, ni a nada que ellos promuevan, considerándose ellos, soberbios y hegemónicos, “los paladines y guardianes de los intereses de la armenidad”.
Pero claro, para quienes la historia forma parte de nuestras vidas en cuanto a que de ella aprendemos aciertos y errores que nos ayudan a moldear conductas y posiciones, esta visión “casi infantil” de lo que significan, en este caso puntual, “los verdaderos intereses del pueblo armenio”, nos da la posibilidad de traer al debate y aportar a la reflexión colectiva, cuestiones que trascienden un tema, un hecho, un suceso.
Se afirma que el futuro de Armenia corre peligro por la firma de estos Protocolos con Turquía. Lo lamentable es que estos mismos sectores que hoy gritan su bronca a los cuatro vientos jamás hayan dicho que Armenia corre peligro por su nefasta política de acercamiento a Occidente, defendida esta orientación por ellos mismos como parte de los sucesivos gobiernos post-soviéticos.
Se insulta de mil y una formas al actual gobierno porque supuestamente “está entregando nuestros históricos reclamos”. Lo doloroso es que muy pocos –por no decir ninguno- de quienes hoy alzan sus voces “contra la entrega”, nada dijeron mientras todo un país era desguasado y todo un pueblo saqueado de sus pertenencias y privado de los derechos conquistados a lo largo de las décadas.
Y ni qué hablar de aquellos momentos cuando el Presidente Levón Ter Petrossian visitó nuestro país y era recibido como “paladín de no sé qué” y se llevaba de regalo varios millones, mientras sumergía al pueblo en la oscuridad y el frío durante más de 20 horas diarias a lo largo de varios años. O cuando se recibió al Presidente Robert Kocharian “como héroe nacional” poco tiempo después que fueran fusilados en el recinto parlamentario los principales líderes políticos de país y que él siguiera en su cargo como si nada, continuando además con el proceso de saqueo de los bienes públicos y con la privatización de las principales empresas nacionales.
¿Acaso no son traidores quienes permitieron el saqueo de todos los bienes públicos del país? ¿No son traidores quienes contribuyeron a que un grupo de mafiosos oligarcas se adueñaran de las propiedades que eran de todos? ¿No son traidores quienes privatizadores los sistemas públicos y gratuitos de educación y salud que eran gozados por todo el pueblo, que ahora se encuentra desamparado y a merced de las apetencias sin límite de sus nuevos amos? ¿No son traidores quienes quitaron gran parte de los privilegios con los que hacían su vejez más llevadera los jubilados y pensionados del país? ¿No son traidores los que a lo largo de la historia han estado con los turcos, luego con los yanquis, luego con los europeos, con los nazis y con la CIA?
Las relaciones entre Armenia y Turquía, nuestros territorios ocupados, el Genocidio Armenio, el saqueo de los bienes del pueblo, la “usurpación” vía privatización de las principales compañías estatales, todos y cada uno de los temas que nos preocupan a nosotros, como descendientes de armenios, deben ser tratados con objetividad, sin esconder aquello que no favorezca la posición de tal o cual sector, sabiendo respetar la opinión distinta, tratando de sumar y de construir lo nuevo.
“Hacer camino al andar”, es un desafío que asumimos quienes sabemos que sólo a través de la lucha se conquista la justicia. Y estamos convencidos que sólo será posible avanzar hacia la verdad y la justicia cuando la sociedad socialista comience a tomar forma en ambos países y con ello comencemos a desandar el camino de la construcción del hombre nuevo.


Adrián Lomlomdjian
Director

Decidamos nosotros mismos

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 17 de Octubre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Cada fin de semana, cuando debo preparar la editorial del programa, comienzan a dar vuelta por mi cabeza situaciones y conversaciones mantenidas durante los últimos días, frases escuchadas, actitudes vistas, notas leídas. Y en cada una de ellas encuentro razones más que suficientes para transformarlas en la idea central de este momento radial. Pero muy a pesar mío, decidí no abordar un tema específico, sino tratar de incluir varios a la vez en una especie de reflexión integral.
Para empezar, y ser directo, le confieso que ya estoy cansado de los discursos nacionalistas y chauvinistas que, sin llegar a sostener una meditada campaña filo-nazi o filo-sionista, ayudan a difundir y a arraigar en las nuevas genearciones esas concepciones que tanto mal le han hecho a la humanidad toda y que han sido motor principal de la mayor tragedia sufrida por el pueblo armenio: el genocidio.
Tomen nota y que quede claro: no se confronta el nacionalismo turco con más nacionalismo armenio; no se confronta al sionismo con fundamentalismo islámico; no se confronta al imperialismo sólo con la retórica pacifista. Nada se confronta con más de lo mismo, sino con lo opuesto. Al individualismo opongámosle la solidaridad; al egoismo, el compañerismo; a la intolerancia, el respeto; al chauvinismo, la fraternidad entre los pueblos; y al capitalismo, el socialismo.
Hay que empezar a cambiar con los valores establecidos como lógicos por el dominante y hegemónico sistema capitalista mundial, que a través de sus todopoderosos medios masivos de comunicación, de sus miles de “organizaciones no gubernamentales” y de sus lacayos diseminados por el mundo entero, “nos imponen” lo qué está bien y lo qué está mal, en qué hay que pensar, qué hay que consumir, qué es lo correcto y qué lo incorrecto, quienes son los “bondadosos líderes mundiales” y quiénes conforman “el eje del mal”…
Entonces, saturadas nuestras mentes por esta propaganda nociva que nos invade las 24 horas del día, algunos ni se sonrojan cuando aseguran que “la ley de la dictadura garantiza la libertad de expresión”; o cuando en un discurso que hablan de sociedades justas y un mundo nuevo, ni se mosquean al decir que “el turco es un pueblo de bestias salvajes” o que “los bolivianos y paraguayos son atrasados” u otras “verdades” incuestionables para ellos; o, por ejemplo, nos dan cátedra sobre la pobreza en Cuba –“compadeciéndose de los pobres cubanos” que no tienen acceso a tal o cual cosa- y ni los roza la inmnesa pobreza que los rodea en esta Argentina donde la mitad de la población no tiene acceso a lo más elemental para garantizar su subsistencia.
Y cuando uno los llama a la reflexión, no negando ni escondiendo datos o realidades, sino tratando de poner cada cosa en su lugar, en seguida aplican su frase salvadora: “¿Por qué no te vas a vivir ahí si estás de acuerdo con Chávez, con Evo o con Fidel?”.
Para estos algunos, que lamentablemente son varios, el Estado Genocida de Israel no es culpable de crímenes de lesa humanidad cometidos a lo largo de más de seis décadas, sino que los palestinos son los intolerantes de no permitir que dividan sus históricos territorios para la creación de un Estado ficticio merced a la ocupación, las matanzas masivas, la deportación, la usurpación y el terror como política permanente; para estos algunos, un diputado oficialista que vota contra el gobierno tuvo “la grandeza” de darse cuenta del error y no aceptar las presiones, mientras que un diputado opositor que considera la ley positiva y vota a favor, es un corrupto que se dejó comprar por el gobierno. En síntesis, “la provocación cotidiana” a la que nos vemos sometidos por las distintas estructuras del sistema se nos presenta como normal y razonable, lo “irracional” es la reacción de quien ya no está dipuesto a tolerarlo.
Y habría mucho más para enumerar, demostrando hasta qué grado somos prisioneros del “status-quo” establecido por el sistema que decimos no soportar más y combatir.
Estos tiempos requieren de cada uno de nosotros la madurez necesaria para comprender que si no estamos dispuestos a cambiar a partir de nosotros mismos, ningún cambio será posible. Si yo repito ideas y conductas que critico en otros, la lucha que digo protagonizar pierde sentido y legitimidad ante la vista de terceros. Por eso resulta casi imprescindible comenzar a re-transitar por el camino que alguna vez, muchos de quienes me están escuchando, habían considerado apto para recorrer las distintas etapas de la vida.
Para quienes seguimos en él, nada resulta fácil ni sencillo, ya que no sólo debemos lidiar con quienes opinan diametralmente opuesto, sino también con aquellos que desde la misma trinchera tratan de convencernos de la existencia de “alternativas más civilizadas” o de “variantes más comprensibles” para las mayorías.
Mantener la coherencia entre lo que se predica y lo que se practica, es uno de los mayores desafíos que enfrentamos a diario quienes seguimos sosteniendo que otro mundo es posible, que la paz y la amistad entre los pueblos siguen siendo valores supremos, que la solidaridad y la justicia son principios inquebrantables, y el socialismo la única alternativa real a un sistema explotador e inhumano que está conduciendo al planeta y a la humanidad a su autodestrucción.
No permitamos que sigan decidiendo por nosotros.



Adrián Lomlomdjian
Director

lunes, 28 de septiembre de 2009

La diáspora y Armenia

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 26 de Septiembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


¿Quién tiene razón? ¿Aquel que sostiene que se deben abrir las fronteras o aquel que asegura que su apertura significará el comienzo del fin? ¿El que reprueba la aceptación de las fronteras actuales como una claudicación de los justos e históricos reclamos o el que dice que reconocer las fronteras es simplemente aceptar una realidad existente hace décadas y que no significa el fin de ningún reclamo? ¿El que dice que la supuesta formación de una comisión que investigue los hechos históricos significa poner en duda la veracidad del genocidio o aquel otro que no duda en decir que con todos los archivos y documentos oficiales existentes bastará para que Turquía reconozca el genocidio?
Cuántas dudas, cuántos interrogantes y cuánta razón hay en cada una de las opiniones de quienes se manifiestan sobre este tema, que nos resulta tan nuestro, independientemente de nuestro lugar de residencia, ya que aquí, en la diáspora, somos casi todos consecuencia directa de aquel genocidio que masacró, desterró, usurpó territorios, robó pertenencias y destruyó el patrimonio histórico-cultural de los armenios, de nuestros antepasados directos, de nuestros abuelos y bisabuelos.
Fuimos y somos diáspora, obligados por aquel crimen de lesa humanidad planificado y perpetrado por el Estado turco genocida. Esta es la cruda y dolorosa realidad. Nos separaron de nuestras tierras, no quisimos dejarlas. Nos deportaron y se apropiaron de todo lo nuestro ante el silencio cómplice de las grandes potencias. Y jamás, salvo acontecimientos aislados y casos concretos, nadie pensó ni tomó ninguna medida que pudiera reparar semejante daño, como lo es la deportación masiva de toda una nación de sus territorios ancestrales.
Hoy, a casi un siglo de aquella tragedia, nos debatimos entre verdades, entre el ser y no ser, entre pensar y actuar como diáspora o como Estado Nacional, entre mantener lo ya conocido –en cuanto al accionar de cada uno de nosotros respecto a esta cuestión- o comenzar a transitar esta nueva etapa que requiere de una nueva estrategia para una misma lucha que no termina.
Los Protocolos se firmarán –en un 95% todos creemos que así será, incluso los Gobiernos de Armenia y Turquía- y dará comienzo a un proceso inédito, inesperado, pero no por ello carente de posibilidades de logros.
Ante todo, queda claro que a partir de ahora las cuestiones pendientes entre ambos países-estados-pueblos deberán encontrar solución a través del diálogo y la negociación mutua. Ya no habrá que esperar la mediación y la buena voluntad de terceros, que lo único que hacen es sentar a las partes tratando de sacarles ventajas a ambos, adaptándolos a sus necesidades concretas.
A partir de ahora los representantes del pueblo de Armenia, sus gobernantes, estarán frente a quienes son el centro de nuestros reclamos en una de las principales cuestiones nacionales; deberán apabullarlos con pruebas y testimonios, logrando que reconozcan el genocidio perpetrado contra nuestro pueblo; deberán exigirles la defensa de nuestro patrimonio histórico-cultural como primera demostración de sentimiento de pertenencia hacia esos territorios que nos arrebataron, usurparon y ocuparon; deberán tener la capacidad de comenzar a exigir nuestras tierras, de negociar una salida al mar, de hacer todo aquello que crean conveniente para lograr el bienestar de nuestro pueblo y el éxito en nuestros históricos reclamos.
Y digo deberán, porque a pesar de sentirme parte de esta historia –como cada uno de quienes conformamos la diáspora- soy conciente que son ellos, pueblo y gobierno de Armenia, los protagonistas principales de ésta y de todas las historias que tienen que ver con la armenidad, ya que es allí, en esos 30.000km² donde se seguirá manteniendo y desarrollando cada una de las facetas que hacen a la identidad nacional Armenia.
Puede sonar duro, pero si mañana cada uno de nosotros decidiera no participar más, sucedería que la colectividad Armenia en Buenos Aires pasaría a formar parte de los libros de historia. Lo mismo sucedería en cada ciudad donde haya establecida una comunidad armenia. Es decir, lo armenio seguirá existiendo en Armenia. Siempre, e independientemente de cuánta y qué tipo de diáspora exista.
Nosotros, como colectividad y desde cada rincón del planeta, podremos aportar en conjunto –mientras sigamos- nuestro pequeño, casi ínfimo granito de arena al trabajo que significa construir un país, garantizar el bienestar de su pueblo y mantener y fortalecer un Estado nacional. Y este aporte lo haremos desde nuestras particularidades y nuestras convicciones, tratando de acercarle al pueblo de Armenia -en nuestro caso- la rica experiencia latinoamericana de lucha antiimperialista y construcción de sociedades alternativas al capitalismo.
Lo único que queda claro es que el debate recién empieza. La participación de muchos garantizará la pluralidad de ideas y el conocimiento más amplio de las cuestiones, lo que nos permitirá adoptar decisiones consensuadas respecto a éste y a otros temas que nos preocupan.


Adrián Lomlomdjian
Director

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿HASTA CUANDO?

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 19 de Septiembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Este 21 de septiembre, una vez más, para un sector de nuestra comunidad y de la armenidad, será un día de fiesta. Así se lo hacen saber a las nuevas generaciones. Y así se lo transmiten a terceros.
Como se trata de «una verdadera fiesta» organizan festival entre varios, dan clases especiales para el alumnado, colman las paciencias con loas a la libertad y a la independencia, bailan, recitan, cantan, brindan y se emocionan. Todo legítimo, nada reprochable. O al menos, así parecería serlo… ¿Pero lo es?
Veamos.
Según estos amigos -porque a pesar de las divergencias, muchos son amigos- el 21 de Septiembre se celebra la segunda independencia de Armenia». Es decir que entonces hubo una «primera» que se perdió en algún momento y se recuperó en este recordado día. Hagamos historia.
Para quienes adhieren a esta visión, la «primera independencia» es la del 28 de Mayo de 1918, fecha de creación de la República de Armenia luego de la disolución del Seim de Transcaucasia, creado éste gracias a la victoriosa Revolución Socialista de Octubre en el Imperio Zarista y que aglutinaba en su seno a Armenia, Georgia y Azerbeidján.
Algunos interrogantes: ¿De quién se independizó? ¿Del imperio de los zares, del Seim, de Georgia o de Azerbeidján? ¿Entonces los azerbeidjanos y georgianos se independizaron de los armenios? ¿No sería mejor hablar de creación del Estado armenio o de nacimiento de la República?
Sigamos. Entonces resulta que esta «primera independencia», para estos connacionales, se perdió el 29 de Noviembre de 1920 cuando se estableció en el país el poder soviético y nació la República Socialista Soviética de Armenia.
No importa que a lo largo de su existencia se hayan mantenido las estructuras estatales, que existieran gobiernos locales, que se haya transitado por una etapa única en cuanto al desarrollo nacional en todas las esferas. Como no había embajadas ni representantes propios en organismos internacionales y se formaba parte de esa experiencia «sin igual» (hasta la fecha) como lo fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -con órganos de poder centralizados y con conformación multinacional-, no eran «ni libres, ni independientes».
Pero llegaron los inicios de la década de los 90 del siglo XX… Gorbachov, Yelstin, la perestroika, la «reunificación» de las Alemanias (o mejor dicho, la invasión, destrucción y ocupación de la República Democrática Alemana), el "tsunami" anticomunista nacido del seno mismo de aquel Estado acusado -hasta entonces- de "lavar cerebros" en cada rincón del planeta (parece que se olvidaron de "lavarlos" en sus propios países...), el desmembramiento de la Unión Soviética (a pesar que en el referéndum popular realizado en toda la Unión el 70% del pueblo se manifestó por mantener la URSS) y "el nacimiento de las nuevas Repúblicas"…
¿Nuevas Repúblicas? ¿Nueva, «segunda independencia»?
Otra vez los interrogantes: ¿de quién? ¿De los mismos que se independizaron de Armenia?, según la lógica de pensamiento impuesta por ellos.
Nada importa. Es así. O mejor dicho, debe ser así y hay quienes se encargan de apretar el botón y que la función continúe.
No hay resquicio para la reflexión, para una lectura detenida y profunda de la historia y los hechos sucedidos, para constatar si está bien lo que transmitimos a otros semejantes o «enseñamos» a las nuevas generaciones. En absoluto. Simplemente «nos dijeron que Armenia se independizó de la URSS» y debemos cumplir con «el rito de la celebración».
¿Alguna vez se preguntaron qué están celebrando?
-¿El saqueo de los bienes y las pertenencias de todos, por parte de un grupo que se transformó en amo y señor de un país y su pueblo?
-¿La emigración -según datos oficiales- de alrededor de un millón doscientas mil personas, algo más de un tercio de la población?
-¿La destrucción de los sistemas públicos y gratuitos de educación y salud que enorgullecían a todos los armenios por su nivel similar al de los países más avanzados?
-¿El cierre definitivo de centenares de escuelas, bibliotecas y centros culturales?
-¿La reaparición del tifus, la tuberculosis, los altos índices de mortalidad infantil, la desocupación, el analfabetismo, los mendigos, los chicos de la calle, las familias sin techo?
-¿La realización de ejercicios militares de la OTAN con la presencia de oficiales turcos en la mismísima Ereván?
-¿El derrumbe del Palacio de la Juventud y de monumentos históricos y arquitectónicos que tanto le costaron al pueblo y que eran orgullo nacional?
-¿Los fusilamientos -en el recinto de sesiones de la Asamblea Nacional- del Primer Ministro, del Presidente y Vicepresidentes parlamentarios y de otros funcionarios de Estado?
-¿Los fusilamientos de manifestantes en pleno centro de Ereván?
-¿Las represiones masivas contra el pueblo que denuncia y protesta después de cada acto electoral?
-¿La participación de Kocharian en la Cumbre de la OTAN realizada en Estambul y su firma reconociendo la integridad territorial de Azerbeidján y Turquía?
-¿La «independencia» y la «libertad» de tener que aplicar los planes de estudio y salud ideados e impuestos por el Banco Mundial; el de realizar las reformas constitucionales «que sugieren» de manera obligatoria los civilizados Estados europeos; el de aceptar los préstamos del Fondo Monetario Internacional y sus designios de cómo manejar las finanzas y el desarrollo económico del país?
-¿Las jubilaciones y salarios de hambre?
-¿O están celebrando que de manera «libre» e «independiente» -y a decir de ustedes mismos-, corremos peligro de desaparecer de la faz de la tierra?
Si tanta libertad e independencia se pregona, ¿por qué se insiste con formar parte de la Unión Europea y de cualquier otra estructura regional? ¿Acaso no se pierden allí esos principios? ¿O resulta más lindo «ser europeo» que «ser soviético»?
El 21 de septiembre no puede ser «celebrado» más que como el «día de la restauración del capitalismo en Armenia». Y por lo tanto, debe ser festejado por quienes adhieren a dicha filosofía y a toda la ideología que la sostiene.
Insistir con transformar en festividad patria y de todos una fecha con marcado contenido político e ideológico (clasista y elitista) -y transmitírselo así a quienes aún no tienen poder de discernir (hablo del alumnado de las escuelas armenias)- no resulta adecuado, para no utili-zar otros términos.
Sería mucho más saludable presentar los hechos como ocurrieron y como son y que cada uno lo analice por su cuenta. También sería importante el debate, no sólo sobre las relaciones entre Armenia y Turquía, sino sobre todos los temas históricos y situaciones, para poder entender entre todos cómo llegamos hasta aquí.
El 21 de Septiembre de 1991 Armenia fue herida de muerte y comenzó a desangrarse. La herida sigue abierta. Y como hace 89 años, sólo el socialismo será capaz de salvarla y asegurar su existencia.


Adrián Lomlomdjian, Director

lunes, 14 de septiembre de 2009

Oportunidad para profundizar el debate

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 12 de Septiembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


La presentación pública del preacuerdo alcanzado por los gobiernos de Armenia y Turquía generó un intenso debate en ambas sociedad, incluídas sus diásporas, en las altas esferas políticas internacionales y en los países de la región. Lejos de concluir con la probable firma de ambos protocolos, que deberán ser refrendados por ambos parlamentos por la simple mayoría, el debate recién empieza y se nos abre una oportunidad histórica para no sólo para tratar el tema con mayor detenimiento y minuciosidad, sino para ir redefiniendo posiciones sectoriales respecto de las relaciones con Turquía, por un lado, y principalmente con lo que definimos como Causa Armenia, por el otro, tomando esta última como el reclamo conjunto de nuestros derechos históricos.
Ahora bien, ya la semana pasada dábamos cuenta de las posiciones adoptadas por las distintas fuerzas políticas armenias y la existencia, al menos hasta el presente, de un fuerte rechazo de las estructuras partidarias al paso dado por el gobierno de Sargsian.
Sin embargo decíamos que en lo particular, desde aquí, teníamos más interrogantes que certezas, y que nos parecía apresurado emitir una opinión categórica en un tema tan importante, diríamos hasta crucial en nuestra vidas, ya que involucra en él a una parte significativa de la historia familiar individual de cada uno de nosotros, como así también de la colectiva y nacional.
Porque creemos, humildemente, que en esto de la relaciones con Turquía, si bien todas las cuestiones se interrelacionan entre sí, no deberíamos analizarlas todas juntas y fijar una posición determinada en el conjunto. El genocidio, los territorios, el patrimonio histórico y cultural, la apertura de la frontera, el establecimiento de lazos diplomáticos, entre otros, merecen ser analizados y debatidos en profundidad cada uno por separado, fijando posicones al respecto, y luego sí, definidas todas esas cuestiones, adoptar una estrategia común frente al demandado, en este caso, el Estado turco, heredero indiscutido de aquel que planificó y perpetró el genocidio de armenios, y usurpó los territorios de la Armenia Occidental.
Al hablar de interrogantes y certezas, podemos enumerar algunas de estas últimas, que servirán a nuestos oyentes para entender nuestra posición, al menos, en cuanto a desde dónde nos afirmamos y nos incluimos en el debate.
Somos partidarios de la paz entre los Estados y la amistad entre los pueblos, principios irrenunciables en cualquier condición y ante cualquier tema; reivindicamos los territorios de la Armenia Occidental como propios y reafirmamos la exigencia de devolución de los mismos a los herederos de sus legítimos dueños: los descendientes de sus habitantes desterrados y masacrados; el genocidio de armenios no es tema de discusión ni debate, ya que así lo testifican nuestra propia historia de vida familiar, numerosos documentos históricos y el mismísimo Estado genocida, que en su tiempo condenó a los protagonistas de este hecho criminal; el establecimiento de nuevas sociedades con sistemas superadores –socialistas- en ambos países, permitirá un tratamiento distinto de la cuestión, creando las condiciones para alcanzar –seguramente- la solución justa basada en el respeto de la verdad historíca, el entendimiento y la fraternidad entre los hombres y mujeres de ambas naciones.
Parados aquí, en estas certezas –que sólo son algunas-, estamos dispuestos a sumarnos al debate que ya mismo debemos comenzar en el seno de nuestra colectividad.
Seguir azuzando el nacionalismo, el chauvinismo y la fraseología discriminatoria, sólo contribuyen a envenenar las mentes de las nuevas generaciones, cargándolas de odios y resquemores, e innibiéndolas de contribuir con novedosas posiciones al debate colectivo.
No estamos en la etapa de competir –a través de declaraciones y documentos públicos- de quién es más armenio que quién. La historia ya se encarga por si sóla, a través de todo el archivos acumulado, de mostrarnos qué hizo y qué dijo cada sector político-partidario en las distintas etapas del desarrollo de la armenidad. Y la vida misma se encarga de mostrarle a nuestros pares qué dijimos y qué hicimos cada uno de nosotros mientras anduvimos por este mundo.
El momento requiere de la madurez de cada uno de nosotros para asumirnos como protagonistas, involucrándonos en el debate con el apasionamiento lógico que el tema amerita, pero respetuosos de la opinión ajena y haciendo de la tolerancia el factor principal sobre el que debemos basar nuestra decisión de alcanzar una posición que logre reflejar la mayor parte de las coincidencia de la mayoría comunitaria.
Este será el aporte fundamental que podamos hacerle a la sociedad de la República de Armenia y al resto de las comunidades diasporeanas, y será nuestra carta de presentación al gran debate que algún dia deberá darse la armenidad toda.


Adrián Lomlomdjian
Director

Alegría en el recuerdo y por la continuidad

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 5 de Septiembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


SI decimos que fue una noche mágica, no estaríamos faltando a la verdad. Tampoco, si aseguramos que fue emocionante e inolvidable. Y mucho menos, si sostenemos que quedó demostrado que recordando y valorando el pasado vamos construyendo los cimientos sobre los que se basan el presente y nuestro futuro inmediato.
Todo esto se deriva del Festival 53 Aniversario de LA VOZ ARMENIA, llevado a cabo el pasado domingo 30 de Agosto, en el salón SIRANUSH del Centro Armenio, ante más de 450 personas que disfrutaron cada segundo del evento, demostrando así, por sobre todas las cosas, su sincero reconocimiento hacia Nubar Lomlomdjian –militante comunitario, creador y baluarte de LA VOZ ARMENIA-, por un lado, y la sana predisposición para valorar la iniciativa tomada y el esfuerzo realizado.
A la superlativa presentación del joven y prestigioso cantante de la Madre Patria, Guevorg Chakmanian, se sumaron las brillantes actuaciones del Conjunto de Danzas Armenias KAIANE, de la Unión Cultural Armenia, del tecladista Pedro Dakessian y del cantante Pablo Kouyoumdjian. Cada uno de ellos, y a través de lo que mejor hacen, aportó de manera decisiva para el logro de un resultado altamente satisfactorio en cuanto a la calidad de lo presentado, medido estrictamente desde la respuesta obtenida de la gran mayoría de los asistentes.
Porque a pesar de los errores y las fallas, imposibles de evitar allí donde actuamos los hombres, la emoción, el recuerdo, la valoración del esfuerzo y del nivel artístico, lograron conjuntamente crear un ambiente en el que predominó la alegría y la satisfacción, para disfrute de cada uno de los presentes.
Decíamos antes del evento que el éxito ya estaba garantizado a partir de la presencia de Guevorg. Y llegamos a esta afirmación, porque el tomar la decisión de traerlo y haber logrado su llegada, ya de por sí constituían un éxito. Y a partir de eso, la gira realizada por distintos establecimientos educacionales e instituciones armenias, la conferencia de prensa, la reunión con los militantes comunitarios de la cultura, sus encuentros con los pequeños en las escuelas y con los jóvenes integrantes del KAIANE, su participación en nuestro programa radial del pasado sábado, su presencia en el aniversario 80 del Coro GOMIDAS y el cariño recibido, entre otras cosas, formaron un todo tan importante para Guevorg y para nosotros, que el Festival pasó a ser “la frutilla del postre”, el “broche de oro” a una semana plagada de vivencias inolvidables, de experiencias irrepetibles.
Y nada de todo esto hubiera sido posible sin Ustedes, amigos oyentes, quienes nos acompañan sábado a sábado, y sin nuestros “amigos anunciantes”, aquellos que entendiendo el significado de la iniciativa tomada no dudaron un instante en acompañar y asegurar con su aporte la concreción de este ambicioso proyecto. Para cada uno de Ustedes y para cada uno de ellos nuestro sincero agradecimiento por permitirnos “este lujo” de celebrar nuestro aniversario con un artista de la talla de Guevorg Chakmanian, galardonado por el Presidente de Armenia por su trabajo militante en la preservación de nuestra cultura.
Tampoco voy a olvidarme de agradecer al Primado de la Iglesia Apostólica Armenia, Monseñor Kissag Muradian, al Archimandrita Pablo Hekimian –de la Iglesia Católica Armenia-, al Cónsul de la República de Armenia Sr. Haik Berikian, a los directivos de las instituciones y establecimientos educativos comunitarios, y a los representantes de los medios de comunicación de la colectividad, quienes estuvieron presentes y nos apoyaron permanentemente.
A mi familia, mi mamá, mi esposa e hijos, mi hermana y sobrinos, mis tías y tíos, primos-primas e hijos, todos allí, recordando, homenajeando a Nubar.
A los integrantes del equipo –pasado y presente- de LA VOZ ARMENIA, quienes jamás dudaron en sentir como propia la audición, aportando lo mejor de cada uno, toda su sabiduría y esfuerzo.
En cada ámbito de la vida tenemos ciclos, atravesamos etapas. A lo largo de sus 53 años, mucha agua pasó por debajo del puente de LA VOZ ARMENIA. Vivimos momentos buenos y malos, alegrías y tristezas. Pero seguimos. Como lo hizo Nubar durante años, como elegimos hacerlo nosotros ahora, concientes de estar aportando nuestro pequeño granito de arena al titánico trabajo de centenares de otros militantes comunitarios que no escatiman esfuerzo en la tarea de preservar nuestras raíces, nuestra cultura y nuestra relación con lo armenio.
Pero esta nueva etapa también nos tiene sumando en esa “otra obra gigantesca” conocida de varias formas: “nueva sociedad”, “nuevo mundo”, “hombre nuevo”. Obra que precisa de solidaridad, justicia, fraternidad, igualdad, tolerancia, respeto y mucho amor.
Ayudar a mantener la armenidad en estas tierras y luchar contra todas las injusticias y formas de explotación, son lo legados que heredamos de Nubar-conductor de radio y Nubar-militante. Y trabajamos día a día para continuar -por muchos años más- transitando por este camino.


Adrián Lomlomdjian
Director

viernes, 4 de septiembre de 2009

El vaso medio lleno

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 22 de Agosto de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Si les cuento que muchas veces la militancia y la actividad comunitaria nos dejan sinsabores grandes, tragos amargos, heridas abiertas, dolores incurables, no les estoy trayendo ninguna novedad, principalmente para muchos de quienes están escuchando y han sufrido –y sufren- en carne propia “algo” de lo que acabo de enumerar.
Pues entonces se estarán preguntando: si son tantos los sinsabores y los tragos amargos, los momentos dolorosos y las heridas que dejan huellas, ¿por qué seguimos haciendo, por qué seguimos militando, por qué seguimos firmes al pie del cañón?
La respuesta es sencilla: porque todo ésto ya forma parte de nuestras vidas y lo hacemos convencidos asumiendo como propio el interés de las mayorías. Y las razones que nos llevan a seguir son varias y, a la postre, al momento de sacar conclusiones, resultan contundentes frente a las anteriormente descriptas.
Pero antes de comenzar a contarles algunas cositas quiero decirles que estoy hablando en plural porque a pesar de la segura existencia de diferencias y particularidades, esta reflexión será compartida por la gran mayoría de todos esos militantes silenciosos y anónimos –no porque no tengan nombre y apellido, sino porque jamás persiguieron una plaqueta o ver su nombre en una pared-, que con su tarea y sacrificio cotidianos son los verdaderos sostenes de la estructura comunitaria en conjunto, y de cada institución, establecimiento educativo, medio de comunicación o grupo artístico-cultural, en particular.
Tomaré como ejemplo LA VOZ ARMENIA para no tener que nombrar a terceros, sino para poder, a través de la experiencia propia, sintetizar lo que les estoy diciendo.
Por ejemplo, es doloroso, y muy, que quien económicamente puede dar una mano sin que ello signifique mucho trastorno (es decir, el equivalente a 1 ó 2 cenas en cualquier restaurante oriental de la ciudad), no sólo te la niegue, sino que encima lo haga demostrando una falta total de respeto y desinterés. Porque resultaría mucho más lógico decir “no quiero colaborar” –argumento válido desde donde se lo mire- que no atender el teléfono, negar su presencia o, el colmo, decir “no estoy en condiciones”.
Después es fácil hacer lindos discursos dándonos cátedra de los que significa armenidad, del sacrificio que hay que hacer para mantener nuestras raíces, nuestras costumbres y nuestros valores culturales. Claro, porque lo hacen desde la comodidad que les brinda su “holgada situación material”, sin tener en cuenta, por ejemplo, el verdadero sacrificio que hacen aquellos que eligieron “la militancia comunitaria” en lugar del “negocio particular”; o sin siquiera deterse un segundo en pesar en aquellos centenares de hombres y mujeres que regresan a sus hogares a la medianoche en colectivo o taxi varias veces a la semana luego de cumplir con la “armenidad” que los otros pregonan; o lo heróico de los trabajadores de la educación y la cultura armenia, cuyo ingresos (si los hay) apenas alcanzan para ir y venir y aportar ínfimamente a la economía familiar.
Pero como contrapartida están los otros, los muchos, aquellos que a pesar de las dificultades cotidianas, de no formar parte de “esa elite pudiente que se cree dominante por el sólo hecho de tener”, no dudan jamás, ni un instante, en decirte “puedo colaborar con esto, ¿está bien?”. ¡Y vaya si está bien!, no por la suma de dinero en sí, sino por la actitud comprometida de saber que ese aporte, mucho o poco, resulta vital para que sintamos el valor de lo que estamos haciendo. Porque reitero, no es de dinero de lo que estamos hablando, sino de apoyo, de compromiso, de presencia, de decirte “dale, seguí adelante”.
Y son estos gestos, estas respuestas multiplicadas por cientos, las que nos motivan a seguir haciendo a quienes hemos hecho de la militancia comunitaria una forma de vida.
Porque por cada uno de aquellos que te dan vuelta la cara y te desprecian, hay decenas de quienes acompañan y te hacen sentir que lo que hacés vale, incluso, en muchos casos, hombres y mujeres con los que ideológicamente compartís poco o nada.
Porque en estos casos prima el sentimiento humano, el respeto, el buen trato, el reconocer en el otro a un igual, más allá de las diferencias.
Ellos, “los amigos anunciantes”, no son más que hombres y mujeres concientes de que ese enorme ejército de militantes comunitarios precisan de ese imprescindible acompañamiento para seguir.
Contribución material, aliento para el espíritu, apoyo a través de la presencia, escuchar las radios, leer nuestros periódicos y revistas, asisitir a nuestras escuelas (si abaratamos las mensualidades, mejor), instituciones e iglesias, escucharnos a pesar de no compartir, respetarnos, hablarnos de frente, no tener miedo a criticar ni a ser criticado, aceptarnos unos a los otros tal cual somos, es algo de lo mucho y fundamental que debemos hacer todos juntos.
Este festival 53 aniversario de LA VOZ ARMENIA es, como vengo señalandolo hace meses, no sólo un homenaje a Nubar Lomlomdjian, su fundador, sino a todos los militantes comunitarios que derrochan sacrificio en cada una de nuestras instituciones.
Y ustedes, oyentes y auspiciantes, pero ante todo amigos y compañeros, son los verdaderos artífices de todo esto: de Nubar, de que LA VOZ ARMENIA continúe en el aire pasado medio siglo y de que todos juntos, en una fiesta que será de todos, rindamos tributo a quienes lo merecen y les digamos: ¡sigan adelante!
Se puede ver el vaso de dos formas: medio lleno o medio vacío. Nosotros, elegimos verlo medio lleno.


Adrián Lomlomdjian
Director