lunes, 27 de julio de 2009

Desterrar la soberbia y el hegemonismo

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 25 de Julio de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Cuando en 1988 el pueblo de la entonces Región Autónoma de Nakorno Gharapagh, dependiente de la República Socialista Soviética de Azerbeidján, comenzaba a reclamar pública y decididamente la aplicación efectiva de sus derechos nacionales, dentro de los marcos constitucionales de la Unión Soviética y en plena etapa de “perestroika gorbachoviana”, nadie imaginaba el actual panorama internacional y la continuidad del reclamo.
Tal cual lo permitía la Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el pueblo de Gharapagh resolvió separarse del Azerbeidján Soviético y pedir su incorporación administrativa a la entonces República Socialista Soviética de Armenia, que aceptó el pedido del Soviet local de Gharapagh. Ambos, por distintos caminos, siguieron las tratativas con el gobierno central, pero el inicio del enfrentamiento armado por un lado y la disolución de la Unión Soviética impuesta por la camarilla traidora encabezada por Gorbachov, Yelstin y Shevarnadze, por el otro, transformaron no sólo el tablero político regional, sino las decisiones tomadas. Es así como Gharapagh proclama su independencia y se transforma en República, y Armenia ya no pide oficialmente la incorporación de este territorio y, ni siquiera, reconoce su independencia.
Hete aquí algunas de las cuestiones fundamentales que no figuran en casi ninguno de los debates que se suceden en el ámbito local, ya sea el existente a través de la prensa o en los encuentros institucionales, o el que solemos mantener cuando discutimos o intercambiamos opiniones con amigos.
Por ejemplo el tashnagtsutiún (Federación Revolucionaria Armenia, fuerza de centroizquierda integrante de la Internacional Socialista), una de las principales fuerzas políticas armenias existentes en la diáspora (con escaso predicamento en la República de Armenia), intenta por todos los medios imponer su visión a toda la armenidad, presentando sus puntos de vista ante la opinión pública como si fueran las de todos los sectores comunitarios, exteriorizando nuevamente su espíritu hegemonista y su total falta de respeto por la opinión ajena.
Su larga trayectoria política, que tiene más de 110 años, está plagada de ejemplos que así los testimonian. Y el paso de los años sólo sirvió para cambiar las camadas dirigenciales y NO la forma de hacer política.
Cuando en ningún lugar existe documento fimado al respecto, ellos gritan a los cuatro vientos que “el Gobierno de Armenia está dispuesto a renunciar a la lucha por el Reconocimiento Internacional del Genocidio de Armenios con tal de establecer vínculos con Turquía y que ésta abra sus fronteras con Armenia”. El colmo es que a pesar de las declaraciones públicas -contrarias a esta afirmación del tashnagtsutiún- de los más altos funcionarios armenios, el tashnagtsutiún sigue reafirmándola y divulgándola, seguramente para poner en práctica la técnica de quien fuera su aliado en la Segunda Guerra Mundial, aquella que decía “miente, miente, miente que algo quedará”.
Y éste mismo principio y práctica política lo aplican al hacer referencia a la cuestión de Gharapagh y, particularmente, al proceso de negociaciones que se lleva adelante desde hace años en búsqueda de la solución justa del mismo.
La Federación Revolucionaria Armenia-tashnagtsutiún, que formó parte de los gobiernos que se sucedieron en Armenia desde Octubre de 1999 hasta principios del corriente año, de golpe y porrazo intenta convencernos que ahora se están entregando Gharapagh y la lucha por el Reconocimiento del Genocidio de Armenios. Digo AHORA, porque la idea de ellos es hacernos creer que esta política se da a partir de su salida del gobierno. Es decir, que mientras ellos formaron parte de esos gobierno tales cosas no ocurrían. ¿Será cierto?
Veamos.
-A semanas de que en Octubre de 1999 varios ex militantes tashnagtsagán llevaran adelante los fusilamientos en el recinto de sesiones del Parlamento de Armenia y que el tashnagtsutiún comenzara su presencia activa en el poder del país, el Presidente Robert Kocharian, padrino político del tashnagtsutiún hasta nuestros días, viajaba a Estambul a una reunión cumbre de la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea y ponía su firma, LA DE ARMENIA, debajo de un documento donde los Estados participantes de la reunión se comprometían a aceptar la integridad territorial de los otros Estados allí presentes. Es decir, Kocharian, ARMENIA, aceptaba respetar la integridad territorial de Turquía y Azerbeidján. ¿Alguien recuerda haber escuchado protestas al respecto provenientes del tashnagtsutiún?
-En junio de 2003 se llevaron a cabo en Armenia ejercicios militares de la OTAN y por primera vez se permitió la participación de soldados turcos en los mismos. Pregunto nuevamente, ¿alguien recuerda haber escuchado protestas al respecto provenientes del tashnatsutiún?
-En Noviembre de 2007, en Madrid, se encuentran los Presidentes Kocharian y Aliev, los mediadores y otros altos funcionarios europeos. Allí nacen los hoy conflictivos “Principios de Madrid”. En aquellos momentos el tashnagtsutiún formaba parte de la coalición gobernante, por lo que sabía qué se estaba negociando. Pregunto nuevamente, ¿Alguien recuerda haber escuchado protestas al respecto provenientes del tashnatsutiún?
Podríamos seguir enumerando, pero creemos que bastan los ejemplos para poder seguir nuestra reflexión.
¿Acaso esta actitud mantenida por el tashnagtsutiún a lo largo de los últimos años los invalida a denunciar que se estarían entregando territorios y/o principios fundamentales de la armenidad?
En absoluto. Tienen todo el derecho. El mismo que cualquiera de nosotros.
Sobre lo que estamos llamando la atención aquí es sobre el accionar político oportunista de una fuerza política que intenta presentarse ante nuestros ojos como la representante legítima de los intereses de toda la armenidad, cuando su historia –incluso la más reciente- nos demuestra todo lo contrario.
Nadie es dueño de la verdad absoluta ni existen verdades reveladas. Todo es cuestionable y todo debe ser puesto a consideración de todos, tratando de escuchar la opinión distinta, esa que nos ayude a reflexionar de manera más profunda, conociendo otras posiciones y repensando nuestras afirmaciones.
Creerse el dueño de la verdad o autoproclamarse representante de toda la armenidad no es más que la exteriorización de la soberbia política que guía el accionar cotidiano de los hombres o de ciertas fuerzas políticas.
Estamos en momentos de grandes debates. No sólo en torno a la cuestión de Gharapagh y a las relaciones armenio-turcas, sino también a otros temas que hace a nuestra continuidad como comunidad diásporiana y como argentinos, como ciudadanos de un país que junto a muchos otros se ha puesto a andar intentando construir desde la base la nueva sociedad y el hombre nuevo.
En este momento, quienes sigan manteniendo la rigidez en el pensamiento, la soberbia como su cualidad principal en las relaciones y el hegemonismo como principio fundamental de su política de construcción, están condenados al fracaso. Y estamos haciendo todo lo posible y más para que no conduzcan a ese mismo fracaso al colectivo comunitario.


Adrián Lomlomdjian
Director

lunes, 20 de julio de 2009

¿SIN PASADO?

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 18 de Julio de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Muy pocas fuerzas políticas suelen analizar autocríticamente su pasado, sin tapujos, tratando de no dejar “zonas oscuras” o “impenetrables” que perjudiquen su posterior desarrollo como fuerza y actividad política a favor del pueblo a quien dicen representar y defender. La mayoría de las fuerzas, más concretamente los hombres y mujeres que hablan y actúan en su nombre, avanzan sin siquiera “sonrojarse” ante el hecho de tomar actitudes que antes deploraban o defender posiciones que antes combatían. Ni que hablar del “hacerse cargo de los errores cometidos”, reconocerlos, decir “nos equivocamos”, dar un paso al costado y permitir que las nuevas generaciones u otros dirigentes lo intenten, luego de sus sucesivos errores y fracasos. Y el colmo de los colmos es escuchar –o leer- declaraciones altisonantes, posiciones extremas y terminantes en voceros de ciertas fuerzas cuya historia está plagada de “esos mismos errores” o de “esas mismas traiciones” que denuncian en terceros.
Pero claro, cuando uno comienza a analizar los “por qué”-s de esta actitud llega a la conclusión que, por un lado, son portadores de una soberbia y egocentrismo extremos, no tienen la valentía de asumir las equivocaciones propias y, por el otro, da lo mismo, ya que a una gran parte de la gente parece importarle poco “la historia” o “el pasado”, o mejor dicho, nada le importa recordar “la verdad en esa historia y en ese pasado”. Como decimos, “memoria corta”… Ayer los echamos y les cantamos “que se vayan todos” y hoy “los volvemos a poner en el lugar de donde quisimos echarlos”; ayer eran “empresarios corruptos” y hoy son “hombres de negocios exitosos”; ayer eran “los culpables de saquear el país y enriquecerse a costilla de todos” y hoy son casi “nuestros salvadores”.
Cosas particulares se suceden cuando nos adentramos en el tratamiento de los acontecimientos fundamentales y decisivos de la historia armenia desde fines del siglo XIX hasta nuestros días, principalmente cuando el generador del material de lectura o de la voz disertante es la Federación Revolucionaria Armenia-Tashnagtsutiún o uno de sus representantes, partido político con casi 120 años de historia y que, quiérase o no, nos guste o no, estuvo involucrada y lo sigue estando como uno de los actores principales de este tramo de la milentaria historia armenia.
Si entramos a detallar acontecimientos puntuales, no alcanzarían las dos horas del programa ni todo el año para enumerar toda la serie de errores y fracasos que se le pueden atribuir al Tashnagtstutiún en su larga historia: su alianza con los Jóvenes Turcos, los atentados contra el General del Pueblo Armenio Antranig Ozanian, su incorporación al bloque contrarrevolucionario formado para luchar contra los bolcheviques, los Tratados de Batum y Alexandrapol firmados con los genocidas del pueblo armenio, su pedido de ayuda al gobierno de Kemal Ataturk para derrocar a los comunistas armenios del poder, su lealtad para con Hitler y las fuerzas nazifascistas formando incluso la legión armenia de las SS, su total consustanciamiento con las políticas antisoviéticas elaboradas por los yanquis durante la guerra fría y, podríamos agregarle también, la nefasta labor de las organizaciones locales del tashnagtsutiún en las distintas comunidades diasporeanas.
Pero preferimos centrar nuestra crítica en esta última etapa y en dos temas que parecen transformarse –o así intentan presentarlo- en “cuestiones medualares” de la armenidad toda. Uno, es la Cuestión de Gharapagh y su pretendido cercano descenlace, y el otro, el de las relaciones armenio-turcas.
Para empezar, debemos señalar que el territorio conocido por todos como Nakorno Gharapagh, era una Región Autónoma bajo administración azerbeidjana durante el período soviético. La lucha de liberación y recuperación de su territorio histórico librada por el pueblo armenio -iniciada casi en simultáneo a la desintegración de la URSS- devino, luego de una guerra victoriosa con un saldo de miles de muertos y desterrados, en la proclamación de la independencia de Gharapagh de Azerbeidján y en la creación de la República de Nakorno Gharapagh, hoy, no reconocida por ningún Estado pero con una estabilidad de más de 15 años.
Y si bien desde el cese del fuego instaurado hace más de una década participan de las negociaciones los países que presiden el grupo mediador (Rusia, Francia y Estados Unidos) junto a Armenia y Azerbeidján, siempre ha sido muy claro que jamás podría haber acuerdo alguno sin la participación de los legítimos representantes del pueblo de Gharapagh. Es decir, Gharapagh, su ejército y pueblo han sido los forjadores de su propio destino y no hay nadie que pueda atribuirse el derecho de decidir nada en su nombre. Entonces, que armenios y azerbeidjanos negocien con los mediadores y se hable de principios de acuerdo, de principios de Madrid, o de cualquier otra cosa, todo pierde sentido cuando falta Gharapagh.
Lo que llama poderosamente la atención, y aquí viene el rol del tashnagtsutiún, es que hoy haya desatado una histeria antioficialista y supuestamente “anti-entreguista” tan grande contra el gobierno de Serge sargsian, cuando lo que conocemos como “Principios de Madrid” se estableció durante el gobierno de Kocharian y de la coalición de la que el tashnagtsutiún formó parte hasta su último día (incluso, el de las represiones que causaron 10 muertos en las calles de Ereván).
¿Qué pasa? ¿Acaso la lógica del pensamiento tashnagtsagán los lleva a pensar que son ellos solos los dueños de todos los derechos para hablar en nombre de “todos los armenios”? ¿Por qué no se plantaron contra su aliado Kocharian –a quien defendieron y defienden hasta la fecha- si fue él quien firmó los “Principios de Madrid” con Aliev?
Sigamos con el otro tema, el de las relaciones con Turquía y el de la presente férrea oposición tashnagtsagán a cualquier tipo de acercamiento, apertura de frontera o lo que sea, ya que aunque en ningún lado esté escrito ni nadie lo haya manifestado, ellos aseguran que se está renunciando a “la lucha por el reconocimiento internacional del Genocidio Armenio”.
Ahora bien, ¿quién dijo que nuestra lucha principal es la del “reconocimiento inetrnacional del Genocidio Armenio” y no el de “la recuperación de nuestros territorios históricos”? ¿Quién asegura que sentarse a dialogar significa traicionar? ¿Ellos? ¿Los que se sentaron con los genocidas apenas unos años después de las masacres para firmar los claudicantes Tratados de Batum y Alexandrapol? ¿Los que se la pasan crticando la “supuesta alianza de bolcheviques leninistas y kemalistas” mientras iban a Estambul a pedirle ayuda al Gobierno de Ataturk para derrocar a los bolcheviques armenios? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que un sector –importante, pero sólo un sector-, hable en nombre de todos y presente sus intereses sectoriales como los de toda la armenidad?
El ejemplo más concreto lo vivimos aquí, en nuestra ciudad, donde habiendo una mesa interinstitucional que funciona permanentemente desde hace 2 años con la participación de todos, incluso del tashnagtsutiún, se intenten presentar documentos interinstitucionales por fuera de esa mesa y con el “padrinazgo hegemonizante de dicho sector”.
Sólo denunciando esta actitud no es que vamos a cambiar las cosas. Lo hacemos para que conociendo otras versiones nuestros oyentes, entre ellos varios dirigentes y militante comunitarios, puedan acercarse a los temas en cuestión de una manera más cercana a la verdad.
El trabajo cotidiano que llevamos adelante para la construcción de una comunidad que, al menos en una primera etapa, logre instaurar relaciones de nuevo tipo entre sus partes, es nuestro principal aporte a esta etapa en la que debemos definir, entre todos y a través de profundos e intensos debates, cómo seremos y cómo actuaremos en el futuro inmediato.


Adrián Lomlomdjian
Director

lunes, 13 de julio de 2009

Profundizar los debates

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 11 de Julio de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Hay temas que van ocupando nuestra atención en ciertos momentos y otros, que forman parte de nuestras preocupaciones y debates permanentes. Pero todos, los unos y los otros, ponen a prueba nuestras convicciones, aquellos principios que decimos sostener, esa verdadera “hoja de ruta” que elegimos para transitar nuestras vidas.
Están quienes han hecho del oportunismo un modelo y una forma de vida apetecible para muchos, ya que les permite pasar del blanco al negro sin tener que dar otra explicación que el “soy pragmático” y pasear por la vida sin el compromiso de tener que sostener –o al menos, intentarlo- principios y convicciones en un mundo en el que cotidianamente nos “ametrallan” con basura informática que lo trastoca y tergiversa todo, confundiéndonos al extremo de transformarnos en portavoces y defensores de intereses y prioridades muy alejadas de las nuestras.
Las elecciones de todo tipo que se suceden cada 2 años son manipuladas para hacernos creer que es nuestra voluntad la que se expresa a través del voto, cuando la realidad nos demuestra que el voto de muchos no es otra cosa que la consecuencia directa de esa manipulación de voluntades que es llevada adelante a diario por los medios de comunicación masiva en manos de los poderosos.
Cuando entendamos que lo que debemos hacer es “una elección de vida proyectándola a futuro” y que nuestro voto o no-voto en cada contienda electoral debe ser reflejo de esa “otra elección fundamental que ya realizamos”, podremos comenzar a cambiar un poco la historia. Y a eso hay que agregarle otra verdad fundamental: que nada será posible, sin el compromiso diario de la militancia para construir ese proyecto de vida y de nuevo mundo que aspiramos.
He aquí los 2 ejemplos en un mismo hecho, lo permanente y fundamental, y lo temporal y secundario.
En estas últimas semanas nuestro continente se vio sacudido por un golpe de estado cívico-militar oligárquico y fascista en la hermana República de Honduras, que no hace mucho había consagrado por el voto mayoritario de su pueblo a un nuevo presidente consustanciado con el particular proceso de construcción sociedades de nuevo tipo llevadas adelante en gran parte de nuestra Latinoamérica. Como nunca antes, todo el continente se manifestó al unísono rechazando el golpe; y ese espíritu logró ser llevado al seno de la ONU, donde también se condenó el golpe y se exigió la restitución del cargo al Presidente Zelaya.
Las estructuras institucionales más importantes del mundo no dudan en llevar adelante tratativas que vuelvan a poner las cosas en su lugar. Sólo los imbéciles, los egoístas, los que hacen de su ombligo el centro del mundo, los que añoran la mano dura y genocida de los militares, o la pizza y el champagne de los saqueadores de nuestro patrimonio, los que ven justo que los ricos sean más ricos y los pobres cada vez más pobres, sólo esa clase de gente puede ofendernos con dichos como “¿A quién le importa Honduras?”, enunciado por la anciana conductora de televisión Mirta Legrand, o esos mails en cadena que “nos alertan” sobre el gasto que significó el viaje de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner para solidarizarse y acompañar al Presidente Zelaya.
Esa gente es de la que debemos cuidarnos. Y a no dudarlo, ya que no titubearán ni un instante en apoyar y vitorear el regreso de ese pasado que regó con las sangre de miles de nuestros hermanos y hermanas el suelo de nuestra Patria para defender “su propiedad privada, sus ganancias y su forma de vida occidental y cristiana”.
¿Cómo se los enfrenta?
No hay recetas, pero sí certezas. En la lucha del día a día, no cayendo víctimas de sus mentiras, analizando con detenimiento todo y no dando como verdad lo que ellos “nos venden” a través de “su falso pluralismo y tolerancia”, dudando de todo y, por sobre todas las cosas, a través de la lógica común en que no podemos coincidir –ya sea en la crítica o el elogio- con quienes defienden intereses diametralmente opuestos a los nuestros.
Y en este esquema de lo temporal y lo permanente, otra de las cuestiones que forma parte de nuestras preocupaciones, de nuestros análisis y discusiones, es el tema de las relaciones armenio-turcas, el genocidio, la posición del gobierno de Armenia, la diáspora multifacética, la falta de un plan que al menos contenga los puntos de coincidencia existentes entre los distintos sectores que conforman la armenidad.
Humildemente creo que de insistir con que en el centro de nuestra lucha debe estar el “reconocimiento internacional del Genocidio de Armenios”, seguiríamos haciéndole un flaco favor a nuestro reclamo fundamental: la devolución de los territorios usurpados. Seguir por el actual camino es abonar la teoría de quienes sostienen que “lo único que buscan los armenios y sus descendientes a través del reconocimiento es que se los indemnice con miles de millones de dólares”.
Lo sostenemos desde hace tiempo y lo hemos manifestado públicamente en varias ocasiones: no hace falta ni que Turquía reconozca el Genocidio, ni que lo haga Obama ni ningún otro. La veracidad del genocidio perpetrado por el Estado del Imperio Otomano y sus herederos contra el pueblo armenio, está demostrado a través de numerosos documentos oficiales existentes en los archivos estatales de varios países y de la Resolución de la Subcomisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que lo cita como ejemplo de genocidio y exterminio masivo de una población.
Si decidiéramos invertir todo nuestro esfuerzo y trabajo (estoy haciendo referencia al que realizamos todos, independientemente de nuestra pertenencia sectorial) en la dirección antes mencionada, es decir, en el reclamo de la devolución de nuestros territorios históricos, usurpados, ocupados y saqueados desde entonces, pondríamos en el centro del debate internacional una cuestión que casi nadie está dispuesto a discutir: la integridad territorial turca y la pertenencia de esos territorios al pueblo armenio.
Llegó el momento de “ponernos los pantalones largos” y adentrarnos en el acalorado debate que nos lleve a definir cuál es la posición mayoritaria en esta Causa fundamental en la historia del pueblo armenio. Debemos dar el gran salto e intentar poner en el centro de nuestra atención y de la comunidad internacional un tema que ha sido tabú por muchos años y que hoy parece haber sido “escondido”, para no hablar de que se ha renunciado a él.
Depende de nosotros, de cada uno, comenzar a desandar este camino.



Adrián Lomlomdjian
Director

lunes, 6 de julio de 2009

Elecciones… y mucho más

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 4 de Julio de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


El pasado fin de semana los argentinos teníamos nuevamente la oportunidad de expresarnos durante una nueva contienda electoral, ya sea votando por uno de los candidatos o por ninguno de ellos. Nuevamente, el sistema dominante nos “invitó” al juego que mejor juega, ese de hacernos creer partícipes de “en una contienda electoral libre”, cuando en realidad, y a través de los omnipresentes medios de comunicación masiva al servicio de los poderosos y sus intereses, van condicionando “la voluntad” de cada uno de nosotros. Desde el vamos, creer y asegurar que quien vota en blanco, o impugna su voto o no participa del acto electoral esta fuera de todo o indirectamente apoya a tal fuerza oficialista (según su lugar de origen), significa haberse mimetizado con el discurso de los defensores del sistema, para quienes la “voluntad, los intereses y la participación popular tienen un comienzo y un fin: las elecciones”. Una vez finalizadas las elecciones, y salvo honrosas excepciones que tratan de cumplir con algunas de las propuestas realizadas, cada quien intenta llevar agua para su molino. Ejemplo sobran de hombres y mujeres de derecha y centroizquierda que dicen mucho y hacen todo lo contrario una vez ocupada la banca deseada.
Yendo a lo que nos dejaron estos comicios, parado en el campo popular y con el horizonte siempre puesto en la construcción de la nueva sociedad socialista como única y real alternativa al inhumano y explotador modelo capitalista, uno podría realizar las siguientes apreciaciones objetivas:
-A pesar de haber perdido mayorías en ambas Cámaras legislativas, el kirchnerismo terminó con una base de alrededor de 5,5 millones de votos a nivel nacional, que lo posicionan de manera inmejorable de aquí a las futuras presidenciales;
-El peronismo, aliándose con la derecha, logró recomponer su tropa y ganar un poco de protagonismo, en los distritos principales del país como Ciudad y Provincia de Buenos Aires;
-Se confirmó “el regreso de los muertos vivos”, con un radicalismo que a través de su vocera oficial, “la mística” Lilita Carrió, asegura haberse convertido en la segunda fuerza en todo el país, con el riesgo que significa para cada uno de nosotros la posibilidad de que estas fuerza y sus hombres “tengan la suerte de volver a dirigir los destinos del país”. Tal vez en una próxima vez “no abandonen el barco en medio de la tormenta”. Pero, lamentablemente, dirigentes como Cobos, Carrió, Stolbizer, Morales y Alfonsín hacen preveer lo peor…
-El progresismo y la izquierda, en sus diferentes variantes y matices, tuvo picos inesperados en Pino Solanas y en Martín Sabatella, un decoroso resultado con Heller, y preocupantes porcentajes en lo que comunmente se conoce como “la izquierda roja”.
-Fue alto el número de ciudadanos que no fueron a votar o que fueron y votaron en blanco o impugnaron su voto, marcando así también la existencia de un importante sector de la población para quienes las elecciones no pasan de ser un instrumento en favor del constante reciclaje de quienes mantienen en sus manos las verdaderas riendas del poder.
Hasta aquí, un rápido y sencillo análisis electoral al que además hay que agregarle algunas perlitas como ser:
-la capacidad de la derecha para lograr cautivar a un importante sector de la sociedad a pesar de su historia, de sus nefastos antecedentes, de sus contradicciones públicas y de lo impresentable de algunos de sus candidatos;
-la incapacidad de la izquierda para entender las elecciones como un momento en la lucha general y así aglutinar fuerzas contra el enemigo común para después si, en el fragor de la actividad cotidiana, dirimir las diferencias entre corrientes y proyectos que tienen más cosas en común de lo que muchos creer.
-la memoria corta que tenemos los argentinos, poniendo nuevamente en “la lista de ganadores” (como les gusta decir a los medios de la burguesía) a dirigentes que tanto daño le han hecho al país y al pueblo, ya sea en los años de plomo de la dictadura, en los años de las “fiesta menemista-peronista” o en los de la alianza de radicales-cavallistas y progresistas que terminaron escapando en helicóptero habiendo sido los principales culpables de un país que quedaba en llamas, saqueado y con muertos en las calles.
Y mientras los dueños del poder brindan con champagne en la mesa de la anciana conductora que almuerza por tevé, soñando con el regreso de los “buenos tiempos” para ellos (tiempos que en realidad nunca dejaron de ser buenos, ya que siempre han mantenido sus negocios y ganancias), desde el gobierno se escucharon algunas reflexiones sensatas que dan cuenta que al menos hubo algunos que entendieron, o al menos así lo presentan, qué pasó el último fin de semana. Comprender que cuando se tocan los intereses de los poderosos hay que ir a fondo, sin dudar y contando con el apoyo de las amplias masas populares, es una condición “sinecuanón” para avanzar decididamente por el camino de la construcción de algo distinto, con mayor equidad y justicia social e integrada plenamente a una América Latina que avanza por un novedoso proceso de edificación de sociedades no capitalistas.
En ese marco y en esas sociedades es donde encontraremos las mejores condiciones para desarrollar nuestra actividad en favor de la formación del hombre nuevo que se transforme en pilar fundamental de la nueva sociedad socialista.
Pero, desgraciadamente, no podemos terminar esta editorial haciendo sólo un balance y una reflexión pública sobre las elecciones, ya que nuestro país está sumido en una emergencia sanitaria real, con varias decenas de muertos y miles de infectados, que se han convertido en un llamado de atención para todos.
Los medios masivos de comunciación –desde el mult`meo “Clarín” a la gran mayoría de quienes lo secundan- han decidido incluir esta pandemia como parte de su agenda política anti-gubernamental, intentando sembrar el pánico a través de opiniones y datos parcializados y muy lejos de ser objetivos. Parece ser que cuantos más muertos haya, mayor será el desgaste del gobierno y mayor su rédito sectorial. Si el gobierno no hace, “porque no hace”; si hace, “porque lo hizo tarde”; si habla un infectólogo y dice que hay que cuidarse pero no crear el pánico, “dicen que está pago por el gobierno”; incluso se la llegó a cuestionar a la Presidenta porque va a viajar a Honduras… Esta es la cuenta que hacen los “verdaderos dueños del poder”. Yo simplemente pregunto: ¿Qué hacen ellos y qué hacemos todos ante las decenas de muertes que se producen diariamente en el país por hambre, frío y enfermedades y males que producen la extrema pobreza y la miseria en la que están sumergidos millones de argentinos?
Nosotros, ciudadanos comunes, debemos redoblar nuestros cuidados, tomar todas las medidas y las precauciones necesarias, extremar la higiene y evitar –al menos en esta primera etapa- todas aquellas reuniones que permitan el contagio.
Que el pánico no nos domine ni nos gane. Ya bastante tenemos con los Macri, los de Narváez y los Carrió.


Adrián Lomlomdjian
Director