lunes, 20 de julio de 2009

¿SIN PASADO?

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 18 de Julio de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Muy pocas fuerzas políticas suelen analizar autocríticamente su pasado, sin tapujos, tratando de no dejar “zonas oscuras” o “impenetrables” que perjudiquen su posterior desarrollo como fuerza y actividad política a favor del pueblo a quien dicen representar y defender. La mayoría de las fuerzas, más concretamente los hombres y mujeres que hablan y actúan en su nombre, avanzan sin siquiera “sonrojarse” ante el hecho de tomar actitudes que antes deploraban o defender posiciones que antes combatían. Ni que hablar del “hacerse cargo de los errores cometidos”, reconocerlos, decir “nos equivocamos”, dar un paso al costado y permitir que las nuevas generaciones u otros dirigentes lo intenten, luego de sus sucesivos errores y fracasos. Y el colmo de los colmos es escuchar –o leer- declaraciones altisonantes, posiciones extremas y terminantes en voceros de ciertas fuerzas cuya historia está plagada de “esos mismos errores” o de “esas mismas traiciones” que denuncian en terceros.
Pero claro, cuando uno comienza a analizar los “por qué”-s de esta actitud llega a la conclusión que, por un lado, son portadores de una soberbia y egocentrismo extremos, no tienen la valentía de asumir las equivocaciones propias y, por el otro, da lo mismo, ya que a una gran parte de la gente parece importarle poco “la historia” o “el pasado”, o mejor dicho, nada le importa recordar “la verdad en esa historia y en ese pasado”. Como decimos, “memoria corta”… Ayer los echamos y les cantamos “que se vayan todos” y hoy “los volvemos a poner en el lugar de donde quisimos echarlos”; ayer eran “empresarios corruptos” y hoy son “hombres de negocios exitosos”; ayer eran “los culpables de saquear el país y enriquecerse a costilla de todos” y hoy son casi “nuestros salvadores”.
Cosas particulares se suceden cuando nos adentramos en el tratamiento de los acontecimientos fundamentales y decisivos de la historia armenia desde fines del siglo XIX hasta nuestros días, principalmente cuando el generador del material de lectura o de la voz disertante es la Federación Revolucionaria Armenia-Tashnagtsutiún o uno de sus representantes, partido político con casi 120 años de historia y que, quiérase o no, nos guste o no, estuvo involucrada y lo sigue estando como uno de los actores principales de este tramo de la milentaria historia armenia.
Si entramos a detallar acontecimientos puntuales, no alcanzarían las dos horas del programa ni todo el año para enumerar toda la serie de errores y fracasos que se le pueden atribuir al Tashnagtstutiún en su larga historia: su alianza con los Jóvenes Turcos, los atentados contra el General del Pueblo Armenio Antranig Ozanian, su incorporación al bloque contrarrevolucionario formado para luchar contra los bolcheviques, los Tratados de Batum y Alexandrapol firmados con los genocidas del pueblo armenio, su pedido de ayuda al gobierno de Kemal Ataturk para derrocar a los comunistas armenios del poder, su lealtad para con Hitler y las fuerzas nazifascistas formando incluso la legión armenia de las SS, su total consustanciamiento con las políticas antisoviéticas elaboradas por los yanquis durante la guerra fría y, podríamos agregarle también, la nefasta labor de las organizaciones locales del tashnagtsutiún en las distintas comunidades diasporeanas.
Pero preferimos centrar nuestra crítica en esta última etapa y en dos temas que parecen transformarse –o así intentan presentarlo- en “cuestiones medualares” de la armenidad toda. Uno, es la Cuestión de Gharapagh y su pretendido cercano descenlace, y el otro, el de las relaciones armenio-turcas.
Para empezar, debemos señalar que el territorio conocido por todos como Nakorno Gharapagh, era una Región Autónoma bajo administración azerbeidjana durante el período soviético. La lucha de liberación y recuperación de su territorio histórico librada por el pueblo armenio -iniciada casi en simultáneo a la desintegración de la URSS- devino, luego de una guerra victoriosa con un saldo de miles de muertos y desterrados, en la proclamación de la independencia de Gharapagh de Azerbeidján y en la creación de la República de Nakorno Gharapagh, hoy, no reconocida por ningún Estado pero con una estabilidad de más de 15 años.
Y si bien desde el cese del fuego instaurado hace más de una década participan de las negociaciones los países que presiden el grupo mediador (Rusia, Francia y Estados Unidos) junto a Armenia y Azerbeidján, siempre ha sido muy claro que jamás podría haber acuerdo alguno sin la participación de los legítimos representantes del pueblo de Gharapagh. Es decir, Gharapagh, su ejército y pueblo han sido los forjadores de su propio destino y no hay nadie que pueda atribuirse el derecho de decidir nada en su nombre. Entonces, que armenios y azerbeidjanos negocien con los mediadores y se hable de principios de acuerdo, de principios de Madrid, o de cualquier otra cosa, todo pierde sentido cuando falta Gharapagh.
Lo que llama poderosamente la atención, y aquí viene el rol del tashnagtsutiún, es que hoy haya desatado una histeria antioficialista y supuestamente “anti-entreguista” tan grande contra el gobierno de Serge sargsian, cuando lo que conocemos como “Principios de Madrid” se estableció durante el gobierno de Kocharian y de la coalición de la que el tashnagtsutiún formó parte hasta su último día (incluso, el de las represiones que causaron 10 muertos en las calles de Ereván).
¿Qué pasa? ¿Acaso la lógica del pensamiento tashnagtsagán los lleva a pensar que son ellos solos los dueños de todos los derechos para hablar en nombre de “todos los armenios”? ¿Por qué no se plantaron contra su aliado Kocharian –a quien defendieron y defienden hasta la fecha- si fue él quien firmó los “Principios de Madrid” con Aliev?
Sigamos con el otro tema, el de las relaciones con Turquía y el de la presente férrea oposición tashnagtsagán a cualquier tipo de acercamiento, apertura de frontera o lo que sea, ya que aunque en ningún lado esté escrito ni nadie lo haya manifestado, ellos aseguran que se está renunciando a “la lucha por el reconocimiento internacional del Genocidio Armenio”.
Ahora bien, ¿quién dijo que nuestra lucha principal es la del “reconocimiento inetrnacional del Genocidio Armenio” y no el de “la recuperación de nuestros territorios históricos”? ¿Quién asegura que sentarse a dialogar significa traicionar? ¿Ellos? ¿Los que se sentaron con los genocidas apenas unos años después de las masacres para firmar los claudicantes Tratados de Batum y Alexandrapol? ¿Los que se la pasan crticando la “supuesta alianza de bolcheviques leninistas y kemalistas” mientras iban a Estambul a pedirle ayuda al Gobierno de Ataturk para derrocar a los bolcheviques armenios? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que un sector –importante, pero sólo un sector-, hable en nombre de todos y presente sus intereses sectoriales como los de toda la armenidad?
El ejemplo más concreto lo vivimos aquí, en nuestra ciudad, donde habiendo una mesa interinstitucional que funciona permanentemente desde hace 2 años con la participación de todos, incluso del tashnagtsutiún, se intenten presentar documentos interinstitucionales por fuera de esa mesa y con el “padrinazgo hegemonizante de dicho sector”.
Sólo denunciando esta actitud no es que vamos a cambiar las cosas. Lo hacemos para que conociendo otras versiones nuestros oyentes, entre ellos varios dirigentes y militante comunitarios, puedan acercarse a los temas en cuestión de una manera más cercana a la verdad.
El trabajo cotidiano que llevamos adelante para la construcción de una comunidad que, al menos en una primera etapa, logre instaurar relaciones de nuevo tipo entre sus partes, es nuestro principal aporte a esta etapa en la que debemos definir, entre todos y a través de profundos e intensos debates, cómo seremos y cómo actuaremos en el futuro inmediato.


Adrián Lomlomdjian
Director

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