lunes, 22 de octubre de 2007

DERROTAR LA MEZQUINDAD

EDITORIAL DEL SABADO 20 DE OCTUBRE DE 2007


La semana pasada finalizábamos nuestra editorial con el siguiente párrafo: “...son muchas las cuestiones que se derivan del Genocidio y de nuestro compromiso de continuar la lucha. Pero, además de los muchos temas que nos quedan por definir aunando criterios, quedan otros que podemos ir aclarando. Por ejemplo, QUE NO QUEREMOS NADA CON Y DE LOS GENOCIDAS Y CRIMINALES DE SIEMPRE”.
De esta forma dejábamos en claro nuestra posición de no esperar nada de quienes no sólo son herederos de los cómplices de aquel crimen de lesa humanidad, sino de quienes aún hoy continúan aplicando esa misma política genocida en los distintos rincones del planeta, claro que lo hacen “en defensa de sus intereses”.
También hablábamos de lo paradójico que resultaba que una Comisión Parlamentaria de la principal potencia imperialista “reconociera el Genocidio” y de nuestra “satisfacción interna”, que nace espontáneamente ante cada palabra de solidaridad recibida.
Pero la semana se encargo de poner cada cosa en su lugar, o al menos, en el lugar más acorde a su historia y trayectoria.
Por ejemplo, el genocida Bush, su portavoz Condolezza Raice, el Secretario de Defensa Robert Gates y cada uno de los componentes de la mayor maquinaria criminal que haya conocido la humanidad a lo largo de su historia, continuaron con su abierta oposición y endurecieron no sólo sus discursos, sino también la presión que venían ejerciendo sobre quienes “osaron” reconocer el Genocidio de Armenios.
Y de pronto, la Presidenta del Congreso yanqui, Nanci Pelosi, que el martes había asegurado que la Resolución sería puesta a consideración de todo el cuerpo el próximo 16 de Noviembre, un día después decía que “la Resolución estaba en una nebulosa y que por ahora no sería tratada”. Y no sólo eso. Una decena de los legisladores que acompañaron la presentación de la Resolución, solicitó que sus firmas fueran quitadas de la misma. Otros, casi 50 entre republicanos y demócratas, enviaron una carta a Pelosi solicitándole que “no ponga a consideración del cuerpo la Resolución 106”.
Pero no termina la cosa aquí. Turquía sacó a relucir toda su batería de amenazas y parece haber puesto en jaque al más poderoso del planeta. Amenazó con atacar masivamente a los kurdos en el norte de Irak; amenazó con prohibir el uso de su espacio aéreo a la aviación yanqui que ataca Irak y pretende agredir a Irán; amenazó con reconocer “otros genocidios” y llevar a delante una campaña para que varios países hagan lo mismo. Y parece que, al menos por ahora, obtuvo los resultados esperados. Y más. Porque el gobierno de Israel salió públicamente a manifestar su oposición a la Resolución Nº 106. Y lo mismo hicieron Siria e Irán, países amigos de Armenia y quienes históricamente han jugado un rol importantísimo amparando a los sobrevivientes del genocidio.
Mientras todo ésto sucedía, las declaraciones de las principales autoridades armenias brillaron por su ausencia o no pasaron más allá de “lo esperado” por la comunidad internacional. Parecería que todo pasa por demostrar que con estas actitudes la “incivilizada Turquía” no está preparada para ingresar a la “civilizada familia de la Unión Europea”.
Ahora bien. El interrogante es obvio. ¿Aún no hemos aprendido las lecciones de la historia? ¿Qué diferencias hay entre las posiciones y actitudes sostenidas por las potencias de principio de siglo con las de ahora? Antes, algunos denunciaban y se “apiadaban” de la situación de los armenios en el Imperio Otomano, pero sus gobiernos miraban hacia otro lado y terminaron siendo cómplices de aquel Genocidio. Hoy, se aprueban declaraciones, resoluciones, se dice y se apoya de palabra cada uno de nuestros históricos reclamos, pero en la práctica, nada, simplemente el tema armenio como moneda de cambio para la defensa de sus intereses en sus relaciones con Turquía.
Por su parte, oficialmente Armenia lo ha manifestado en reiteradas ocasiones a través de sus máximas autoridades: no tiene reclamos territoriales para con Turquía y a pesar de que el Reconocimiento del Genocidio forma parte de su agenda de política exterior, no es considerado una precondición para el establecimiento de relaciones con Turquía, que mantiene bloqueado al país desde hace más de una década.
¿Y la diáspora? ¿Tenemos un objetivo común? ¿Sabemos lo que queremos cuando hablamos de Causa Armenia y de reivindicaciones históricas? ¿No llegó el momento de cerrar filas, de sentarnos alrededor de una mesa, de intercambiar y debatir ideas para poder accionar de una sola forma y en una sola dirección? ¿No tendría que ser en el marco de las Conferencias Armenia-Diáspora donde intentemos acercar posiciones las distintas corrientes diasporianas, en vez de ir y discutir nosotros lo que debe hacerse en Armenia? ¿Cuándo terminaremos de darnos cuenta que la Causa Armenia no es propiedad de ningún sector y que ninguno puede atribuirse la representación de todos? ¿Cuándo comenzaremos a derrotar esa mezquindad de querer competir entre nosotros por nada?
Aunque algunos de nosotros no nos demos cuenta, los hechos por sí solos nos muestran la realidad: NADA CON LOS GENOCIDAD DE AYER Y DE SIEMPRE.


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domingo, 14 de octubre de 2007

NADA CON LOS GENOCIDAS DE SIEMPRE

AUDICION RADIAL LA VOZ ARMENIA
EDITORIAL DEL SABADO 13 DE OCTUBRE DE 2007



¡Vaya paradoja! Una Comisión Parlamentaria de la mayor potencia imperialista y genocida que haya conocido la humanidad, aprobó por 27 votos a 21 (es decir, voto dividido), una resolución que destaca que “los acontecimientos sucedidos en 1915 en el Imperio Otomano contra los armenios fueron un genocidio”.
Y, ¿por qué negarlo? En todos nosotros hubo un sentimiento de satisfacción inmediato, producto de nuestro inquebrantable compromiso con la verdad y la justicia, particularmente en lo que respecta al Genocidio sufrido por nuestros antepasados, ya que a pesar de nuestras lógicas diferencias y particularidades sectoriales, hemos avanzado unidos en el reclamo y la lucha a lo largo de las décadas.
Pero claro, en muchos de nosotros, por no decir en la gran mayoría, al lógico y espontáneo sentimiento de satisfacción le siguió el momento de reflexión y cuestionamientos que podemos resumir en esta frase: “¿Merecen nuestros mártires que los genocidas de ayer y hoy laven sus culpas y sus manos manchadas con sangre simplemente introduciendo en un texto la palabra “genocidio” y “reconociendo” que fue ese crimen el sufrido por nuestros abuelos?
Uno ve titulares y extensas notas referidas al Genocidio de Armenios en los principales diarios del mundo, en las páginas de internet, en los programas de radio y televisión, y no puede mantenerse ajeno a sentir que éste, es un logro más de nuestra lucha que no conoce de renunciamientos. Pero no podemos negarlo: nos cuesta tragar saliva.
¿Tienen los imperialistas yanquis la moral necesaria como para tildar de genocida a algún otro Estado? ¿Tienen los cómplices de los genocidas otomanos el derecho de lavar sus culpas dirigiendo su dedo acusador sobre el gobierno que quizás no hubiera podido planificar ni perpetrar un crimen de tamaña magnitud sin el consentimiento de las potencias imperiales de entonces? ¿Por qué tenemos que mostrarnos satisfechos cuando parlamentos y gobiernos como los de Francia, Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos “reconocen” el Genocidio? ¿Por qué no exigimos que estos gobiernos reconozcan la participación activa que han tenido sus autoridades de entonces, no sólo en las matanzas sistemáticas de las poblaciones armenias, sino también en la ocupación definitiva de nuestros históricos territorios y en el saqueo de todos nuestros bienes, ya sea por acción directa o por omisión premeditada? ¿Cómo podemos reaccionr favorablemente si los parlamentarios norteamericanos que dicen “reconocer” el Genocidio de Armenios, son los mismos que invaden países, someten y explotan pueblos, expolian y saquean las riquezas naturales de otros Estados, pisoteando los derechos nacionales y humanos de cada ciudadano del planeta?
Si una importante parte de la población mundial conoce sobre el Genocidio y la usurpación de nuestros territorios históricos y se solidariza con nuestros reclamos, no lo hace por tal o cual declaración o ley aprobada por gobiernos y parlamentos, sino por el trabajo de hormiga que durante décadas hemos llevado adelante los descendientes de las víctimas. Si nuestra experiencia y nuestra lucha sirven para ponerle la mano en el pecho a quienes intentan repetir estos crímenes, no lo es por los “reconocimientos oficiales”, sino porque cada uno de nosotros, centenares de miles, nos hemos transformado en activos militantes en defensa de la vida y de los principios humanistas. Y además, porque jamás hemos esperado nada de nadie, y mucho menos, de los que tienen sus manos chorreando sangre...
No podemos permitir que nuestro dolor, nuestra herida aún abierta, nuestros reclamos y nuestra justa causa pasen a formar parte de los “bienes de cambio” en las relaciones entre los distintos países.
Seguir nuestra lucha por la Verdad y la Justicia va mucho más allá de las declaraciones políticas. Muchos dirán que gracias a ellas, se abren puertas y canales que antes nos estaban vedados. Puede ser que así lo sea, pero el camino recorrido y la experiencia vivida nos muestran que descansa sobre nosotros el NO OLVIDAR y mantener viva la memoria sobre lo sucedido, para que nunca más un pueblo sea víctima de crímenes tan horrendos como los sufridos por el pueblo armenio.
¿Devolución de los territorios? ¿Defensa de nuestro patrimonio cultural y nacional en los territorios usurpados y ocupados? ¿Indemnización? ¿Condena a quienes se apropiaron de los niños y mujeres armenias? ¿Establecimiento de relaciones con Turquía? ¿Continuidad en la búsqueda de declaraciones políticas de gobiernos, parlamentos y organizaciones internacionales? ¿Fortalecimiento del trabajo con organismoa nacionales y internacionales de derechos humanos? ¿Centralización de esfuerzos en el Juicio al Estado turco que lleva adelante la Fundación Hairabedian?
Como podemos apreciar, son muchas las cuestiones que se derivan del Genocidio y de nuestro compromiso de continuar la lucha. Pero, además de los muchos temas que nos quedan por definir aunando criterios, quedan otros que podemos ir aclarando. Por ejemplo, QUE NO QUEREMOS NADA CON Y DE LOS GENOCIDAS Y CRIMINALES DE SIEMPRE.

sábado, 6 de octubre de 2007

DEBEMOS APRENDER LA LECCION

Audición Radial “LA VOZ ARMENIA” - EDITORIAL
(Sábado 06 de Octubre de 2007)


Ayer, a última hora de la tarde, nos comunicábamos con un directivo de la Institución Administrativa de la Iglesia Armenia, quien nos informaba que el próximo lunes 8 de Octubre, es decir, pasado mañana, el Instituto Educativo San Gregorio el Iluminador reabrirá sus puertas y entonces, sus centenares de alumnos volverán a clase y a la normalidad.
Una noticia que nos alegra a todos quienes integramos la colectividad armenia, independientemente de la institución a la que pertenezcamos, ya que se cierra un proceso y como todo, comienza otro. Al menos, eso es lo que pensamos y creemos aquí.
Porque como lo venimos señalando pública y personalmente a distintas personas, sean directivos de instituciones, padres de alumnos o amigos, lo más importante era REABRIR LAS PUERTAS DEL SAN GREGORIO para que los chicos volvieran a clase y para que ellos y sus padres dejaran de atravesar este doloroso y triste momento, que no fue su responsabilidad, sino la de quienes tienen a su cargo el dirigenciamiento del establecimiento educativo.
Lamentablemente, hubieron quienes no lo entendieron así, y se dedicaron, por distintos medios, a tratar de hacer “leña del árbol caído” o, como se dice popularmente, “tirar sal en la herida”, tratando así de dirimir “internas pendientes” que no son de la incumbencia de toda la comunidad, sino de un sector determinado. Acusaciones de toda índole (en su abrumadora mayoría, sin los correspondientes testimonios que demuestren su veracidad) y dichas de las formas más burdas, demostraron que aún nos queda mucho camino por recorrer y que no hemos aprendido las lecciones que, cotidianamente, nos va dando la vida en sus distintas ámbitos y facetas. Entonces, es aplicando esa lógica que cualquiera puede y acusa al otro de lo que quiera o le parezca, difamando y desprestigiando gratuitamente. Porque si alguien sabe o conoce de acciones y hechos dolosos que han causado o causan daño a las instituciones comunitarias y no presenta las pruebas reales que den fe de la veracidad de lo denunciado públicamente, el denunciante pasa a estar en las mismas condiciones que el “supuesto denunciado”.
Uno puede intercambiar opiniones y pensar en voz alta, teorizando sobre distintas cuestiones y momentos comunitarios, pero de ahí a tildar de tal o cual cosa a cualquiera, hay un abismo. Porque hoy, los “señalados” son quienes están en una institución determinada. Pero mañana puede ser cualquiera. Porque quienes actúan de esa forma no conocen de límites ni de tolerancia ni de respeto. Sólo dominan el lenguaje de la prepotencia y la denuncia solapada y delatora.
Y sepan que esta actitud no es nueva ni salió a relucir con el problema de la clausura del Instituto San Gregorio, sino que viene de antes. Como ejemplo basta recordar las pintadas aparecidas en los frentes de distintas instituciones comunitarias, donde desde el anonimato se hacen públicas consignas ofensivas contra la Unión Cultural Armenia, el Conjunto KAIANE, el periódico NOR SEVAN, el diputado Sergio Nahabetian y la Unión General Armenia de Beneficencia, entre otros.
Pero volvamos al tema central, recordando que el objetivo primario ya fue logrado: el Instituto San Gregorio reabrirá sus puertas el lunes. Pero ello no nos debe hacer olvidar ni los errores cometidos, ni las negligencias, ni tampoco todas las miserias que salieron a relucir en estos 30 días. Ahora, la familia del San Gregorio –directivos, padres y docentes- deberán decidir ellos cómo sigue el tema puertas adentro, ya que es potestad única de ellos decidir sobre su escuela.
Al resto de la colectividad nos queda reflexionar sobre lo actuado por cada uno, individual y colectivamente, y definir hacia dónde avanzamos: si hacia el “sálvese quien pueda” y “el yo no fui”, o hacia la creación de un ámbito de tolerancia y respeto mutuo donde priorizando las coincidencias, avancemos en la defensa del bien y los intereses comunes, para que sean disfrutados por TODOS.

Buenos Aires, 06 de Octubre de 2007

lunes, 1 de octubre de 2007

¿QUE NOS ESTA PASANDO?

Audición Radial “LA VOZ ARMENIA”
EDITORIAL (Sábado 29 de Septiembre de 2007)
Desde hace casi un mes el Instituto Educativo San Gregorio el Iluminador, perteneciente al Centro Armenio o Institución Administrativa de la Iglesia Armenia -la histórica y principal organización comunitaria (más allá de pertenencias y cuestiones circunstanciales)-, atraviesa por una situación por demás crítica. Y parece que más allá de conversaciones y “preocupaciones” personales, nada nos conmueve, ni siquiera, que cientos de alumnos no concurran o concurran de manera irregular a recibir clases para no perder el año lectivo; parece que no nos importa (y siempre hablamos en plural, porque también somos parte y no jueces de la situación) que aquella escuela por la que pasamos la gran mayoría de nosotros esté “clausurada” desde hace un mes; parece que no nos importa el problema de otro más que para “dar consejos” y decir socarronamente “yo sabía que iba a pasar ésto”, como si las demás instituciones comunitarias estuvieran exentas de que algún día les pase algo similar o peor.

¿Qué nos está pasando, que en vez de salir corriendo a dar una mano, esperamos “tranquilamente preocupados” el desenlace de la situación? ¿Qué nos está pasando, que no tuvimos la capacidad de dar una respuesta al problema como comunidad? ¿De qué nos sirven las relaciones políticas, si no somos capaces de ponerlas al servicio de quien la precisa?

Y ojo que no hablamos de que no exista el problema, ni de que no se lo solucione, ni de que no se respeten las ordenanzas y leyes que rigen el funcionamiento de los distintos establecimientos habilitados en nuestra Ciudad. Lo que decimos -sin conocer en profundidad el tema, o mejor dicho, sabiendo lo que nos contaron directivos del Centro Armenio-, es que en Buenos Aires funcionan con normalidad establecimientos educativos en condiciones de mayor deterioro y peligrosidad para los estudiantes, que las que pudieron ser detectadas en los distintos edificios que componen el Instituto San Gregorio. Quien recorre la escuela a diario y conoce, además, otras escuelas (sean estas municipales o privadas) de la capital, con toda razón puede pensar que “acá pasa algo raro...”. ¿Qué? A ciencia cierta, no sabemos o no podemos afirmarlo. Pero resulta por demás preocupante que por la falta de ciertos elementos de seguridad (y decimos “falta de algunos” y no inexistencia de los mismos), y cumpliendo paulatinamente con las exigencias de las autoridades municipales, el colegio permanezca cerrado y los alumnos, recibiendo sus clases donde pueden y hay lugar en otras instituciones de nuestra comunidad.

Claro, muchos estarán pensando en el “gesto solidario” de quienes abrieron las puertas de sus instituciones para que “las clases se desarrollen allí y los chicos no pierdan el año”. Y si bien este es un hecho positivo, se asemeja mucho a un “arbolito raquítico” en la selva amazónica.

Puede sonar doloroso y, seguramente, causará el enojo de muchos de quienes están escuchando, pero día a día nuestras actitudes nos van demostrando por qué, entre muchas otras razones, fue posible que los genocidas turcos aniquilaran casi por completo a todo nuestro pueblo, usurparán definitivamente nuestros territorios y se quedaran con miles de años de nuestra historia, mientras otros armenios seguían con sus vidas en otras zonas del Imperio e, incluso, colaborando con las autoridades.

Debemos convencernos de algo: si no cambiamos nuestra forma de actuar, de nada servirán los discursos patrióticos y los llamados a “preservar la armenidad”, y poco a poco se irá perdiendo, en las nuevas generaciones, ese fuego sagrado que los mantiene dentro de la colectividad y trabajando por preservar sus raíces y desarrollar su identidad.

-Formamos una Comisión Interinstitucional para trabajar juntos en favor del reconocimiento del Genocidio de Armenios, y hay quienes igual tratan de avanzar por su cuenta buscando colgarse laureles que no les pertenecen;

-Vienen emigrados de la Madre Patria en busca de mejores oportunidades de vida y se los recibe con indiferencia (en el mejor de los casos), o se los hecha, se los difama o se les recrimina: “¿Para qué vinieron? ¿Por qué no se quedaron en la Armenia libre e independiente?”;

-Algunos dicen coincidir en su adhesión a ciertas fechas, pero no logran hacer un acto conjunto;

-Decidimos abrir una cuenta bancaria solidaria para asegurarle el transplante de riñón al mejor cantante armenio de toda la diáspora, tardamos 2 años en no juntar la suma establecida (porque la tuvo que completar una persona) y Arturo Kouyoumdzian se nos fue... Eso sí, fuimos capaces de llenar la Iglesia para despedirlo, para siempre...

-Somos capaces de juntar miles de dólares para enviar en concepto de ayuda solidaria a los ciudadanos de Armenia, pero no se nos mueve un pelo para colaborar con los muchos que “hacen patria” en estas tierras, entre ellos, los docentes armenios, condenados a subsistir con salarios que nos deben avergonzar a cada uno de nosotros, tengamos o no hijos en escuelas armenias;

Y así, podría seguir enumerando un sinfín de situaciones, que nos duelen, y mucho. Y en este caso puntual, cuando digo TODOS incluyo desde la Comisión del Centro Armenio, que no ha sabido transmitir el problema al resto de la colectividad -comprometiéndonos en la búsqueda de la solución-, hasta cada una de las Comisiones Directivas de las decenas de instituciones comunitarias, quienes no hemos sabido actuar en tiempo y forma y de acuerdo a las circunstancias, más allá de las preocupaciones lógicas y las muestras de solidaridad demostradas.

Porque si no somos capaces de sentir que lo que está clausurado no es el Instituto San Gregorio el Iluminador, sino cada uno de nuestros establecimientos comunitarios, y que debemos recuperar el tiempo perdido actuando juntos en favor de todos, ya podrán ir afirmando que los genocidas turcos cumplieron su objetivo, a pesar de no haber logrado dejar un único armenio en un museo, como testimonio de que alguna vez existimos.

Audición Radial LA VOZ ARMENIA
Buenos Aires, 29 de Septiembre de 2007



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