Editorial del programa del sábado 24 de Abril de 2010
Hace uno días, el Presidente de Bolivia, Evo Morales, decía: “El capitalismo es sinónimo de inanición, el capitalismo es sinónimo de desigualdad, es sinónimo de destrucción de la Madre Tierra (…) o muere el capitalismo o muere la Tierra”.
Claro. Clarísimo. Las palabras justas, exactas. Las que definen no sólo el ahora con vistas al futuro, sino que nos dan la respuesta justa a ese pasado doloroso, basado en la sangre, la explotación y el destierro de millones de seres humanos.
Como si su mensaje estuviera dirigido a recordar a las víctimas del Genocidio de Armenios, al cumplirse hoy su 95º Aniversario, el Presidente de una Bolivia que está de pie no señala claramente cuál es el camino: o sigue con su avasallamiento triunfante el capitalismo o la humanidad se pone de pie, lo derrota y lo destruye y salva el planeta y la vida que existe en él.
No hay dobles lecturas ni nada que se le parezca. Es así, debemos entenderlo así, y debemos comenzar a poner en marcha nuestra decisión y sumarnos a esta lucha en la que está en juego el destino de todos.
Hace 95 años, la ambición desenfrenada de los poderes económicos de las potencias imperiales no dudaron ni un instante en azuzar “nacionalismos y fanatismos desenfrenados”, con tal de que en medio de esa tragedia humana que desataban, ellos se quedaran con todo aquello que les permitiera seguir dominando y enriqueciéndose.
Pasaron los años, y hoy, con nuevas metodologías, siguen haciendo lo mismo: se llenan los bolsillos descaradamente a costa de muerte, hambre, miseria y destrucción.
Antes y después, ayer y hoy, la historia de la humanidad siempre ha sido la misma. La única diferencia es que no dudan en usar todos los adelantos científico-técnicos para asegurar su dominio mundial y la explotación y el saqueo de todos los pueblos y países del planeta, incluso, poniendo en riesgo la supervivencia misma de la especie humana.
¿Qué hicieron en aquel entonces las potencias que hoy “nos dan cátedras de humanismo” y se solidarizan con “la causa armenia”? ¿Por qué no intervinieron con sus poderosos ejércitos –apostados en el mismísimo Imperio Otomano o cerca de sus fronteras- para salvar al pueblo armenio –y a otros pueblos- de la muerte y el destierro? ¿Por qué dejaron que se cometiera un crimen de tal magnitud? ¿Aún no saben la respuesta?
Ya estamos grandes y mucha agua corrió por debajo del puente.
Dejemos de repetir aquello de que “ellos eran musulmanes y nosotros cristianos” o de que “los armenios eran los inteligentes y los que manejaban el Imperio y los turcos sentían envidia”.
Nuestra propia historia y la historia grande de la humanidad nos muestra a cada rato la verdad de lo sucedido con nuestros antepasados, con el pueblo armenio, pero también con los otros pueblos que fueron víctimas de la barbarie genocida.
Hoy, en su mensaje dirigido al pueblo armenio, el Presidente Sargsian decía: “Nunca vamos a traicionar la memoria de quienes cayeron".
Así es, no lo hicimos ni jamás lo haremos.
Pero lo que sí debemos, es comenzar a darle verdadero sentido a nuestra lucha, transformándola en parte de esa otra gran lucha que libra la humanidad por el NUNCA MAS.
Y luchar por el NUNCA MAS significa, como dijo Evo Morales, luchar para destruir el capitalismo.
En eso estamos.
Adrián Lomlomdjian
Director