martes, 29 de diciembre de 2009

Fin de año: balancear y seguir

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 26 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Cuando se acercan las fiestas de fin de año y navidad, y además de preparar infinitos encuentros con familiares y amigos, cada uno de nosotros se toma un buen rato para ver qué hizo a lo largo del año, cómo nos fue, qué nos deparó el destino, cómo enfrentamos los avatares de la vida, qué fue lo bueno y lo malo en cada un de los aspectos particulares que conforman nuestro día a día.
Este balance, y la reflexión que hacemos de él, es lo que nos permite ir delineando y programando lo que viene y prepararnos para cumplir de la mejor manera posible con los compromisos asumidos y con los inesperados.
En lo particular-familiar, cada uno de nosotros proyecta mantener y/o mejorar los niveles de vida alcanzados, no sólo en lo que respecta a lo económico, sino también a todo aquello que conforma nuestra plenitud espiritual, entendiéndose por ello esas otras satisfacciones que obtenemos más allá de lo material y que están íntimamente relacionados a nuestros afectos: padres, matrimonio, pareja, hijos, amigos, compañeros.
Después viene el ámbito laboral (para quienes en el capitalismo sobre-explotador tenemos la dicha de tener trabajo), donde pasamos gran parte de nuestros días y del que depende una parte importantísima de nosotros, ya que con los ingresos obtenidos debemos sostener, en parte, nuestro proyecto de vida individual y familiar. Y en este sistema el trabajo también es motivo de preocupación, ya que la estabilidad es casi inexistente (excepto en la esfera estatal, con sus bemoles), y los salarios siempre corren desde atrás a los precios de la canasta familiar y de los servicios públicos… Por eso, hacer milagros es un don casi diario de los argentinos, en alguna medida de los que tienen trabajo, y con tintes de heroísmo, de aquellos quienes no lo tienen e igualmente educan hijos, conforman y sostienen familias pertrechados de dignidad y obstinación por ganarse su lugar en el mundo.
Mientras algunos “sufrimos” no poder adquirir tal o cual marca o no poder renovar tal o cual artefacto que pasó de moda, otros, muchos, sufren por no tener siquiera lo mínimo e indispensable para hacerle frente al día a día.
Algunos dirán convencidos que no es culpa nuestra ni la pobreza, ni la miseria, ni las necesidades básicas insatisfechas de millones y millones de hermanos y hermanas argentinos. Y digo yo, ¿nosotros no tenemos un grado de responsabilidad en todo esto? ¿Cada uno de nosotros no es un poco culpable?
Si, no lo duden, Ustedes y yo, nosotros, todos, tenemos nuestro grado de responsabilidad. Porque convivimos con la extrema pobreza a nuestro alrededor, con hombres y mujeres de todas las edades durmiendo en las calles o revolviendo basura para comer, y no se nos ocurre otra cosa que “darles una monedita”, o decir “estos vagos, ¿por qué no trabajan?”, o mascullar por lo bajo “¿por qué no se van a sus países o a sus provincias?”.
La tele, los medios, esos mismos que nos muestran la miseria para que tengamos un poco de piedad y luego nos movilizan para defender la máxima rentabilidad de los “dueños del país”, jamás nos dicen que desde siempre nos gobiernan los mismos (con uniforme o de civil) y que mientras sigamos eligiendo por el menos malo todo va a seguir igual.
Kirchner, Duhalde, Carrió, Cobos, Menem, Macri, De Narvaez, Murphy y Alfonsín son sólo algunos nombres que, más allá de los matices lógicos que los diferencian, proponen exactamente lo mismo, es decir, CAPITALISMO. Unos pueden ser más Light, otros más conservadores, están también los ortodoxos y los renovadores, pero ninguno saca los pies del plato. Raúl Alfonsín fue muy distinto a Menem, pero uno inventó las leyes de punto final y obediencia debida y el otro los indultos. Y ambos, firmaron el Pacto de Olivos. Los Kirchner se diferencian de los otros: otorgaron aumento de salarios a los estatales luego de más de una década de estar congelados; jubilaron a muchos argentinos y llevando la jubilación a cifras que hasta hace poco parecían imposibles; se re-estatizó Aerolíneas y la jubilaciones privadas, tenemos fútbol para todos, se aprobó una nueva ley de medios de comunicación, mantuvieron-desarrollaron-profundizaron relaciones de todo tipo con los hermanos países latinoamericanos y supieron capear el temporal de una crisis mundial profunda sin despidos masivos de empleados públicos y sin el cierre de fábricas ni grandes empresas. Pero los Kirchner no reconocen a la Central de Trabajadores de la Argentina manteniendo la hegemonía de sus aliados gordos de la CGT; intentan que en el campo los que más tienen más paguen, pero no hacen lo mismo en otros ámbitos de la vida empresarial argentina; se cruzan en un duelo casi a muerte con el multimedios Clarín, pero antes permitieron que el mismo se adueñara de casi todo; hablan de nacionalizar, pero nuestros recursos naturales siguen en manos extranjeras y el saqueo continúa; mantienen a miles de luchadores sociales en las cárceles y Julio López sigue sin aparecer; subsidian la riqueza y millones de argentinos mueren un poco cada día sumidos en la más extrema de las miserias.
Así son ellos, Se nos presentan distintos, pero son igualitos. A veces se cruzan fuerte, se dicen palabras irreproducibles, incluso no se hablan por un tiempo con tal de que nos creamos que son enemigos de verdad. El objetivo es que como sociedad los veamos como única alternativa. El más claro ejemplo lo tenemos ahora: como vieron que con el Cleto Cobos no iban a ningún lado, salieron a promocionar de nuevo la candidatura de uno de los políticos más nefastos de nuestra historia reciente: Duhalde.
¿O acaso no les parece raro que traten con tanta suavidad al empresario corrupto Mauricio Macri, el peor Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? La Ciudad está rota por todos lados, los hospitales y las escuelas se caen, no se cumplió con nada, incorporó a su gobierno a mucha mano de obra represora y fascista, espió a ciudadanos comunes, luchadores sociales y dirigentes políticos, y todavía no fue a juicio; tuvo que cambiar a los ministros que designó en un abrir y cerrar de ojos… En pocas palabras, es impresentable. Sin embargo, para los medios, su desgobierno es simplemente una noticia más.
Se viene el 2010. ¿Qué deseo, qué pido? Muy poco. Lo mejor para los que quiero y salud, mucha, para seguir luchando con mis compañeros por la justicia, la libertad y una mejor vida para todos. Para seguir luchando por el socialismo.


Adrián Lomlomdjian
Director

Es momento de comenzar lo nuevo

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 19 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Si hay algo que nos caracteriza a los armenios y a sus descendientes diseminados por decenas de ciudades en los cinco continentes es, no sólo el poseer una inquebrantables memoria histórica que reclama justicia y el haber ido moldeando importantes estructuras dedicadas a la defensa de los derechos humanos (si bien algunos muy sectarias, pero sin dejar de ser importantes), sino también el no haber conseguido una mancomunión de objetivos a concretar en las comunidades establecidas fuera de Armenia y el de no intentar conseguirlo.
Casi siempre, en broma, decimos que “si hay tres armenios existen cuatro opiniones”. Y lo preocupante es que nadie que lo escucha intenta refutar esta idea. Por el contrario, cualquiera está capacitado para traer rápidamente varios ejemplos que aseveren la veracidad de lo dicho.
Ahora bien. En otras oportunidades hemos hecho mención a este tema en particular y a muchos otros vinculados entre sí, todos ellos relacionados a la esencia misma de nuestra existencia y actividad, a nuestra cotidianeidad, a saber o para intentar saber dónde y para qué estamos, qué hacemos y por qué lo hacemos, y así, sucesivamente, para ir encontrando algunas respuestas necesarias para el desarrollo de cada uno de nosotros, desde lo particular, y para el de todos juntos, como colectivo social.
Porque es innegable que hay muchas, muchísimas personas en nuestras instituciones (voy a tomar nuestra colectividad como ejemplo) que se entregan por completo a lo que solemos llamar “armenidad”, palabra esta de variada significación, según quien la pronuncie. Hombres y mujeres de todas las edades, en instituciones con distintas características, dedican una importante etapa de sus vidas, en algunos casos la más importante, a sostener estructuras tales como las escuelas, clubes, conjuntos, coros, organizaciones juveniles, medios de prensa y todo lo que se nos pueda ocurrir. En muchos casos, gente que apenas puede mantener el pasar digno de su familia se entrega por entero al compromiso asumido sin esperar nada a cambio más que la satisfacción por el deber cumplido y el reconocimiento sincero de sus compañeros y amigos.
A no dudarlo que es sobre la base de estos hombres y mujeres donde se sostienen los pilares fundamentales de la colectividad, ya que son ellos quienes de manera conciente construyen y sostienen todo aquello de lo que nos enorgullecemos y lo que nutre a las nuevas generaciones para mantener vivos los vínculos con sus raíces. Porque no hay dinero que pueda lograr este “milagro” de tener un batallón de abnegados militantes comunitarios que se sobreponen a todo y que son capaces de superar cualquier escollo que se les cruce en el camino. Ellos y ellas, independientemente de su pertenencia partidaria o religiosa, son quienes merecen nuestro respeto y admiración, son quienes deben ser puestos como ejemplo de seres humanos por su capacidad de dar y entregar si esperar recibir, sin ponerle precio a nada ni a nadie, aguantando incluso el descaro y la prepotencia de quienes se creen superiores por el sólo hecho de tener una billetera abultada o un cargo preferencial en alguna de las comisiones.
¿Por qué digo todo esto? ¿Por qué esta reflexión?
Porque creo que llegó el momento de dar un paso adelante como comunidad. Porque aquello que venimos sosteniendo desde hace algunos años a través de nuestro discurso y del accionar concreto, merece ser abordado ya, porque creo que hemos llegado al final del camino recto donde se abren dos diagonales: una, la que nos conducirá a profundizar lo que ya tenemos y que fue moldeado para una etapa determinada y ya finalizada; la otra diagonal es aquella que nos permitirá comenzar a desarrollar, basándonos en el debate y el sano intercambio de ideas, en la conformación de un colectivo comunitario que sostenga la construcción de una nueva colectividad acorde a las nuevas generaciones y a los nuevos tiempos.
Debemos animarnos a discutir, a poner en duda todo aquello que hasta ahora se nos presentaba como verdades incuestionables, a escuchar a quienes piensan distinto, a ser nosotros mismos y no lo que otros quieren que seamos.
No podemos construir una colectividad en Buenos Aires siguiendo los parámetros delineados en Ereván, Beirut o Los Angeles. Nuestras necesidades las conocemos nosotros, nuestras debilidades también. Somos nosotros quienes entendemos hasta dónde pueden llegar nuestras diferencias y hasta dónde nuestros acuerdos. Está en cada uno de nosotros entender que para jugar un gran partido hay que estar, por sobre todas las cosas, bien afirmado sobre la tierra y con la cabeza despejada de preconceptos o ideas no elaboradas y mecánicamente repetidas y aplicadas.
Debemos romper los miedos en el tratamiento de las cuestiones que nos preocupan y la obediencia debida, que en algunos casos sigue aplicándose a rajatabla hacia el interior de algunas instituciones y que quiere ser impuesta al resto de la comunidad.
He aquí, queridos escuchas, los lineamientos generales sobre los cuales desarrollaremos nuestras editoriales y nuestras programaciones del año 2010.
Proponer, escuchar, disentir, debatir, acordar, definir, construir, balancear, son los verbos que debemos poner en práctica juntos, todos aquellos quienes estemos dispuestos a comenzar a escribir la historia de una nueva colectividad que, aún en estado embrionario, compite palmo a palmo con aquel otro concepto de colectividad desde hace varios años.
Nosotros, y sólo nosotros, tenemos la capacidad de decidir si comenzamos lo nuevo o dejamos que nos mantengan aferrados al pasado.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 13 de diciembre de 2009

Latinoamericanismo vs. Europeísmo

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 12 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Obama, el Presidente de la principal potencia imperialista y genocida del planeta, recibe el Premio Nobel de la Paz. Mientras el 80% de los europeos (según datos recogidos de la página oficial de la Unión Europea) cree que sus políticos son corruptos, son estos políticos los que descaradamente recorren el mundo dando cátedra de democracia y humanismo. Esa misma Europa aliada de los yanquis en el desmembramiento de Yugoslavia y Checoslovaquia, y en el saqueo de Europa del Este, manifiesta oficialmente a través del presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, “que el reconocimiento de la independencia de Abjazia y Osetia del Sur por parte de Rusia es un chiste de mal gusto”.
¿El mundo al revés o el revés del mundo?
¿Hasta cuándo vamos a soportar que estos países, sus gobernantes y círculos de poder nos digan qué hacer, cómo vivir y con quiénes debemos estar? ¿Hasta cuándo seguiremos repitiendo casi mecánicamente que “los valores de la civilización europea” son los ejemplos a seguir? ¿Alguna vez se detuvieron a pensar cuánta hipocresia junta convive en ese continente?
No vayamos muy lejos, anclemos en el siglo XX. Primera y Segunda Guerra Mundial, destrucción de ciudades y aldeas, decenas de millones de muertos, ocupación y saqueo de las riquezas de lo que ellos denominan “tercer mundo”. Apoyo a las dictaduras militares en latinoamérica a través del envio de asesores, la venta de armas y la inversión de los capitales obtenidos del saqueo que llevan adelante en cada rincón del planeta. Destrucción de Yugoslavia, bombardeo, apoyo a los separatistas musulmanes que en este caso “sirven a sus intereses, mientras los combaten en Irak y Afganistan. Reconocimiento continental al “nacimiento de nuevas repúblicas” que juran “fidelidad” a esa Unión Europea “muy derecha y humana”. Mientras tanto, los vascos que quieren independencia son “terroristas”.
El listado es largo. Ellos, los europeos, y sus jefes yanquis, jamás olvidarán de recitarnos bellos discursos plagados de frases que nos recuerdan la libertad, la independencia, la igualdad, los derechos de cada uno, bla, bla, bla… Y así, con cara de buenos y discursos de humanos, matan, roban, saquean, imponen, dominan, contaminan, amenazan.
Y nosotros, “muy blanquitos por fuera”, seguimos creyendo que somos “ellos”, porque así se encargan de hacérnoslo saber hasta el hartazgo los medios masivos de comunicación que están en sus manos. Parece ser que a muchos de nosotros (hablo en plural para no “discriminar”) nos afectan más “las heladas que sacuden Europa” en nuestro verano que “el calor sofocante” que recorre el sur del Río Bravo.
Guste o no, se esté de acuerdo en todo, en parte o en nada, Latinoamérica está escribiendo con sus propias manos no sólo su historia, sino que está comenzando a influenciar de manera decisiva la historia universal.
Yanquis y europeos desesperan no porque la gran mayoría de quienes ocupan el poder en nuestros países sean convencidos dirigentes revolucionarios dispuestos a construir sociedades socialistas, sino porque saben que gran parte de este único pueblo latinoamericano –conformado por la diversidad que caracteriza a nuestros países-, ha comenzado a desandar un camino que no tiene retorno. Y es la mayoría de cada uno de nuestros pueblos quien se convierte en sujeto activo en la construcción de lo nuevo. Y es a esos pueblos a quienes les temen europeos y yanquis, no a nuestro presidentes.
Porque si bien la mayoría de los y las mandatarias latinoamericanas y sus gobiernos hablan de etapas y tratan de “maquillar”, asegurando el mantenimiento de las mismas estructuras arcaicas y explotadoras, nosotros, pueblo, manifestamos de una y mil formas que “queremos y vamos por más”. Por eso ganó Mujica en Uruguay, fueron reelectos Correa y Chavez, y Evo Morales arrasó en una Bolivia que festejaba al grito de “¡socialismo ya!”.
Dirán, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros, con los armenios?
Mucho. Todo. Porque vivimos aquí, porque debemos terminar de entender que nuestra historia de cabecera, la del pasado más próximo, la que hace a nuestra vida cotidiana y al futuro de nuestros hijos, se está escribiendo acá, la están escribiendo, la están haciendo nuestros hermanos, los verdaderos, aquellos con quienes compartimos el aire y el agua a diario. La estamos haciendo juntos, concientes o no, queriendo ser partícipes o conformándonos con el simple rol de espectadores.
Nuestras raíces armenias, indestructibles ellas, no deben ser obstáculo para el proceso de integración de las nuevas generaciones. Y sigo llamándolo proceso de integración, porque a pesar de nacer en estas tierras, de ser ciento por ciento argentinos y latinoamericanos, estamos luchando contra una poderosa maquinaria capitalista que tiene en el mantenimiento de la característica nacional a uno de sus principales elementos para dividir y aislar a los distintos grupos.
Por eso, redefinirnos y militar esta redefinición como argentinos y latinoamericanos descendientes de armenios es una de las claves de nuestro accionar político dentro y fuera de la colectividad. Luchar contra el aislamiento, contra la permanencia y desarrollo del concepto de “gheto comunitario”, debe convertirse en pilar de nuestro discurso y actividad.
Armenia, lo armenio, esa historia, costumbres y tradiciones, querramos o no, seguirán formando parte de nuestra identidad, incluso, independientemente de nuestra voluntad. Y todo eso que heredamos y que forma parte de nosotros, debe servirnos para enriquecer este colectivo que integramos, la sociedad argentina, conformada por un sinfín de particularidades que deben convertirse en sumatoria para lograr la unidad de acción, y no en “reproducir decenas de islotes comunitarios” donde cada quien sólo se interese por encontrarle solución a su problema.
LA VOZ ARMENIA “para que conozcan más y mejor a los armenios”, y en esta etapa “para ser cada día más y mejor argentino, latinoamericano”.


Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 6 de diciembre de 2009

VER y OIR lo que ES

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 5 de Diciembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Cada mañana, cuando abrimos los ojos y nos disponemos a comenzar a transitar un nuevo día de nuestras vidas, sabemos que nos espera una sucesión de compromisos ya asumidos, de recorridos tradicionales, de encuentros programados y de algunas sorpresas, sean éstas buenas o malas.
Cada mañana salimos de nuestros hogares dispuestos a hacerle frente a cada uno de esos momentos con lo mejor que tenemos: para cumplir con lo comprometido o para superar esos escollos y dificultades que se nos cruzan a diario.
Así debe ser en la mayoría de los casos, independientemente de nuestras condiciones particulares (ocupado o desocupado, rico o pobre, creyente o ateo, casado o soltero, y así, sucesivamente).
Somos hombres y mujeres que venimos de un mismo modo al mundo, vivimos en algunos casos muy pero muy distinto los unos a los otros y luego nos vamos de aquí en igualdad de condiciones.
Y si hay algo que nos caracteriza a casi todos, por no generalizar, es esa porción de misericordia que habita en cada uno de nosotros –cualquiera sea nuestra condición- y que nos lleva a “apiadarnos” de los más necesitados, en algunos casos llegando hasta el extremo de “entregarles” algo de lo mucho que “nos sobra”, es decir, “haciendo caridad”.
Ahora bien. ¿Creemos fehacientemente que la “caridad” es una especie de solución? ¿Creemos efectivo el método de la solidaridad cuando la furia de la naturaleza decide –a través de terremotos, desbordes de ríos o incendios forestales- poner ante nuestros ojos parte de la miseria con la que convivimos cotidianamente? ¿Creemos ciertamente en que el problema es que hay gente que no quiere trabajar y no que hay gobiernos de una clase social a los que no les interesa un bledo si hay millones de desocupados y marginados? Y viniendo más cerca, aquí, entre nosotros, ¿verdaderamente creen que la solución a nuestras preocupaciones es bajar la edad de imputabilidad, construir paredones alrededor de las villas, echar a los inmigrantes llegados de los hermanos países latinoamericanos, irnos a un country, tener una nueva policía, reprimir a los que reclaman justicia e igualdad de derechos?
A veces, y ya son muchas, me causa gracia escuchar cómo desde la llamada “oposición” encabezada por el grupo monopólico Clarín y conformada, entre otros, por un verdadero seleccionado de prestigiosos fracasados políticos co-responsables de la traición, la corrupción, el desguace y el saqueo de nuestras riquezas nacionales, hablan del actual gobierno como si fuera aquel de “los Soviet encabezado por Lenin”.
Si bien durante estos dos últimos gobiernos encabezados por Néstor y Cristina Kirchner se ha intentado cambiar el rumbo en muchos aspectos de la vida del país tomando decisiones de tipo progresista comparado con lo vivido en la década infame menemista, también es muy cierto que jamás se ha intentado cuestionar el modelo capitalista de desarrollo del país, por lo que todo lo bueno realizado no deja de ser más que un simple maquillaje para sostener este modelo de superexplotación para los de abajo y de superganancias para los de arriba.
Seguramente, quienes se esfuerzan por ver en las medidas positivas tomadas algo más que un simple maquillaje, me estarán igualando a los críticos y poniéndome en la misma bolsa.
Pero es el riesgo que se corre cuando lamentablemente la crítica desde lo ideológico coincide en algún lugar en tiempo y espacio con la crítica de quienes no aceptan ni ver perder una porción ínfima de sus beneficios y privilegios, ni ser convidados de segunda de un “reparto” que quisieran encabezar y dirigir.
Porque no es lo mismo criticar y manifestar desde el hambre, la miseria y la falta de oportunidades, que hacerlo desde la opulencia; no es lo mismo criticar y manifestar conviviendo cotidianamente con la caída del valor adquisitivo de los salarios, que hacerlo desde la defensa de la maximización de la rentabilidad; no es lo mismo criticar y manifestar para que “el maquillaje” se transforme en un verdadero “cambio de modelo y sistema”, que hacerlo advirtiendo que con tanto “maquillaje” corre peligro el sistema con el cual “se benefician conjuntamente desde hace décadas” quienes hoy se presentan como perros y gatos.
Hay quienes pretenden justificar este accionar diciendo que “aún no es el momento”, que “se debe ir paso a paso”, que “la derecha está organizada y el campo popular aún no entiende que el gobierno es su guía”, y así, una sucesión de argumentos razonables que no por ello son cierto o verdaderos.
¿Quién determina cuándo es el momento de comenzar un cambio profundo? ¿Quién decide qué método de lucha es el justo? ¿Quién tiene la atribución de definir lo que está bien y lo que está mal para quienes viven sumergidos cotidianamente en la explotación, la miseria y el hambre? ¿Alguno de nosotros, desde nuestra relativa comodidad, podemos asumir la soberbia de decirle a quien no tienen siquiera para comprar el pan todos los días que estamos yendo por el camino correcto?
No existe en el mundo ningún ejemplo que pueda demostrar que el capitalismo otorgue bienestar a toda la población, sin excepciones de ninguna índole. Quienes estén pensando en los países como Suecia, recuerden que el bienestar de ellos se basa en la superexplotación del Tercer Mundo por parte de sus empresas y capitales.
Y para saber quién es quién, o quién está quién más allá de lo que dicen los medios y de lo que vociferan apasionadamente oficialistas y opositores famosos, simplemente pronuncien la palabra SOCIALISMO. Ahí verán cómo, casi por arte de magia, desaparecen todas las diferencias entre la mayoría de los “K” y “sus opositores famosos aglutinados por Clarín” (los Duhalde, Carrio, Cobos, UCR, las patronales rurales, etc).
Por eso, cuando MIRAMOS y ESCUCHAMOS, hagamos el esfuerzo por VER y OIR lo que verdaderamente ES y no lo que nos están VENDIENDO.


Adrián Lomlomdjian
Director

SOMOS MILLONES

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 28 de Noviembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Mañana se cumple el 89º Aniversario de la fecha en que el pueblo armenio puso en marcha no sólo el proceso que garantizó la perdurabilidad en el tiempo de su existencia como nación, sino también aquel durante el cual alcanzó un impensado e inigualable desarrollo en todas las facetas de la vida.
El 29 de Noviembre de 1920 Armenia se declaraba República Socialista Soviética y comenzaba a transitar por una camino desconocido por aquellos años, pero a la vez tentador, ya que se trataba de construir una sociedad de iguales derechos y obligaciones para todos sus habitantes, dueños éstos de todos los bienes producidos y de todas las riquezas existentes, en paz y amistad con todos los pueblos del mundo.
Países que venían de largos siglos de enfrentamientos de toda índole que ponían en peligro su propia existencia; pueblos que durante décadas deambulaban de región en región en busca de la paz necesaria para crecer y desarrollarse, ponían manos a la obra para construir una sociedad en la que entraban en contradicción muchas de sus -hasta entonces- “verdades reveladas”.
¿Quiénes, si no los audaces, iban a intentar construir sociedades en la que convivirían pacíficamente con aquellos mismo con quienes guerreaban hasta hacía muy poco tiempo?
¿Quiénes, si no los audaces, iban a tratar de despojarse de las mezquindades propias –producto de años de consumir conceptos nacionalistas y buegueses- para comenzar a mirar y ver al semenjante como a un hermano y compañero, y no como a un enemigo a vencer para garantizar la subsistencia propia?
¿Quiénes, si no los audaces, iban a soportar someterse al sufrimiento de las necesidades básicas insatisfechas teniendo como horizonte un futuro mejor para todos?
¿Quiénes, si no los audaces, iban a ser capaces de proyectar la construcción de un mundo nuevo para que sea disfrutado por cada uno de sus habitantes, indistintamente de su nacionalidad, credo religioso y cualquier otra diferencia que hasta entonces –y hasta hoy día- provocaba y provoca guerras y muertes, dolores y sufrimientos permanentes?
Sólo los audaces, los revolucionarios, los que se guian por principios que ponen por encima de todo y todos el bien común, fueron en aquel entonces capaces de dejarnos como rica herencia e inigual experiencia las siete décadas de construcción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Porque incluidos sus errores, sus puntos oscuros, sus momentos criticables, no existe en la historia de la humanidad una realidad semejante, un intento tan audaz de construcción del nuevo mundo.
Porque, quiérase o no, guste o no, la Unión Soviética fue eso: un pequeño mundo nuevo viviendodurante siete décadas en paz y fraternidad, construyendo juntos, gozando en partes iguales de los beneficios obtenidos por el trabajo de todos, yendo y viniendo sin tener que atravesar fronteras, poniendo el precio justo a lo que cada uno producía e intercambiando de acuerdo a la necesidad de los pueblos y no a los intereses de grupos econonómicos de poder.
Y Armenia, esa pequeña porción de territorio que se transformó en hogar nacional de un pueblo que estuvo al borde de su desaparición luego de haber sido víctima del Genocidio planificado y perpetrado por el Estado turco-otomano, formó parte de esta experiencia de construcción de la nueva sociedad socialista.
Un pueblo, que en otras condiciones hubiera sucumbido bajo la sed insaciable de los capitalistas y la nociva fraseología nacional-chauvinista que les sirve como sustento, logro transformarse en dueño de su propio destino, en constructor, en portavoz de la paz y la amistad entre los pueblos.
Hay quienes intentar minimizar aquel proceso o presentar sólo sus aristas negativas, porque tienen miedo de perder su rentabilidad y bienestar, esas que son logradas en sistemas donde muy pocos pueden darse la gran vida, otros algunos pueden vivir bien y los más viven al día, sobreviven o mueren un poca día a día en la exclusión y la marginalidad.
La República Socialista Soviética de Armenia es, junto a la URSS en conjunto, el orgullo de casi toda la humanidad, de esos centenares de millones de hombres y mujeres que no sólo creen, sino que también luchan por un mundo donde se pueda hacer realidad aquello que ya fue y que forma parte de nuestra memoria colectiva.
Hace algunas décadas atrás decíamos: “Hay otro mundo y está en éste”, demostrando que la Unión Soviética era “otro mundo” dentro de “todo el mundo”.
No es mentira ni imposible que otro tipo de sociedad pueda construirse; no es mentira ni imposible sentirse hermano y tener los mismos objetivos con quienes nos diferenciamos desde lo nacional, lo religioso, las costumbres y tradiciones, etc.; no es mentira ni imposible que hubieron y hayan quienes puedan despojarse de apetencias personales y materiales, del individualismo y el egoismo, y se jueguen por los otros.
Mienten ellos. Los que tratan a diario de convencernos que no vale la pena luchar, que ya está todo perdido, que uno sólo no puede cambiar el mundo, que todo está tan podrido que lo único que vale es tratar de estar bien uno, que ya pasaron los tiempos de los ideales, que todos tenemos precio, que es imposible luchar contra el omnipresente poder del capitalismo.
Hagamos el intento de no creerles, de dudar de lo que nos aseguran, de no bajar los brazos, de sacar fuerzas de donde parece que no la hubiera.
Sepamos que no estamos solos. Por más que miremos a nuestro costado y tal vez, y circunstancialmente no veamos a nadie o veamos a pocos, sepamos que somos muchos, millones y millones en todo el planeta. Sintámonos parte de ese todo de no sabe de barreras idiomáticas ni de fronteras. Somos batallones de un solo ejército que quiere cambiar esta vida de exclusión y miseria que nos hace vivir el capitalismo. Y no estamos dispuestos a darnos por vencidos. Jamás.


Adrián Lomlomdjian
Director