sábado, 19 de junio de 2010

Barrer con la hipocresía que nos rodea

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 19 de Junio de 2010

La vida nos somete cotidianamente a distintos desafíos según nuestra situación personal -relacionado a la familia, al trabajo-, nuestra edad, nuestra formación, nuestros compromisos, etc.
Cada uno de nosotros, a diario, debemos enfrentar y tratar de superar distintos escollos y sucesos que van poniéndonos a prueba respecto a la coherencia entre nuestros dichos y hechos. Es decir, nuestro entorno nos juzga –querramos o no- si acompañamos en la práctica eso que sostenemos en los discursivo o, al menos, si intentamos hacerlo. Y esta “celosa marca personal” recae mucho más sobre aquellos que decimos abrazar los ideales de cambio y nos involucramos en los distintos procesos.
Entre quienes nos juzgan –y no debemos enojarnos por ello- aparece incluso gente carente de toda autoridad moral y ética para hacerlo o personas que se encuentran en las antípodas de nuestro pensamiento. Pero son las reglas de juego. Y las aceptamos, porque nos ayuda a crecer, a corregir y a reafirmar convicciones.
El escenario político nacional es el mejor ejemplo de lo que les estoy señalando, es decir, de la hipocresía que reina a nuestro alrededor y de quienes intentan presentárnosla como algo natural. Para muestra, dicen, basta un botón: Roberto Dromi, superministro que comandó el proceso de privatizaciones que desguazó y destruyó el país en la década infame menemista, presentó públicamente su trabajo sobre “políticas de Estado” (justo él, que lo destruyó, ahora da consejos), acompañado por encumbrados dirigentes como los peronistas De Narváez y De la Sota, los radicales Nosiglia y Ernesto Sáenz, el Ministro PRO Guillermo Montenegro, la “progresista” Margarita Stolbizer e importantes figuras del empresariado. Una vergüenza que, por supuesto, contó con la “bendición pública” del Cardenal Bergoglio y del rabino Sergio Bergman.
Claro, seguramente a muchos, este acontecimiento público protagonizado por gente que se encuentra muy lejos de nuestro entorno cotidiano, los indigna, los subleva y los ubica en la vereda de enfrente de estos personajes.
Pero la pregunta es: ¿qué pasa en nuestro día a día? ¿Nos comportamos distinto a esta gente o nuestro accionar se contradice con nuestro decir y en la práctica avalamos a quienes decimos repudiar? ¿Nos esforzamos por ser coherentes o no nos importa contradecirnos a cada minuto?
Estas son las preguntas que me hago y que seguramente se hacen todos aquellos que eligieron hacer de sus vidas un eslabón que se sume a esa enorme cadena cuyo objetivo es ahogar este sistema explotador para construir la nueva sociedad socialista.
Resulta fácil, por ejemplo, criticar la injusticia, la explotación, la incoherencia y la soberbia ajena. ¿Y por casa cómo andamos?, dirían quienes nos conocen y están atentos a nuestro pasos.
A diario escuchamos en boca de miles y miles las justas críticas hacia la actitud asumida por el Vicepresidente Cobos. Y entre nosotros, ¿cuántos de quienes conocemos y critican a Cobos actúan como él? ¿Cuántos de quienes critican por acá y por allá repiten allí donde desenvuelven sus vidas a diario el accionar y las actitudes de sus criticados? ¿Hasta dónde se puede convivir con la hipocresía y con los hipócritas?
Cada uno de nosotros va construyendo una historia de vida, una especie de legajo al cual recurre el resto de la gente cuando deber dar una valoración sobre nuestra persona o sobre lo que decimos y hacemos. Los hechos están allí y cada quien saca sus propias conclusiones, basándose en las ideas y principios que guían su propia vida. Pero los hechos, reitero, son hechos.
Andar por la vida ejercitando la gimnasia del doble discurso, la difamación, la tergiversación y la mentira es digno de aquellos para quienes el centro del mundo es su ombligo.
Para los demás, para quienes elegimos dejar el “yo” y ser “nosotros”, para quienes sabemos que de nada vale la felicidad si no es de todos, que de nada sirven los derechos declamados si no se cumplen para todos por igual, que de nada sirve hablar de justicia cuando convivimos con la injusticia y nada hacemos por cmbiarla, para nosotros, la lucha no tiene pausas.
Alguna vez, y en distinta circunstancias, cada uno de nosotros eligió qué va a hacer de y con su vida. Con distintos grados de compromiso vamos avanzando por la senda elegida y es allí donde nos encontramos con quienes llamamos “compañeros de ruta”, “hermanos de la vida”, “camaradas de lucha”.
No es un mismo carnet partidario ni un mismo ámbito institucional lo que nos une. En absoluto.
A algunos los une la carencia de objetivos de vida, la falta de personalidad, el miedo, la ambición, la soberbia, su mediocridad.
A nosotros, en cambio, nos unen las convicciones, la coherencia, los objetivos comunes y la lucha mancomunada para terminar con esta sociedad explotadora e injusta. Y también, para acabar con la hipocresía y los hipócritas.

Adrián Lomlomdjian
Director

jueves, 17 de junio de 2010

LA OPCIÓN QUE VALE LA PENA

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 12 de Junio de 2010


Pasan tantas cosas en una semana, que a uno lo hacen dudar al momento de sentarse a escribir la editorial, que no es más que una opinión que pretende servir a la reflexión colectiva sobre temas que no sólo nos preocupan, sino que tienen incidencia concreta sobre nuestras vidas en general, y sobre nuestra contidaneidad, en particular.
Creo que la primera opinión debe estar dedicada al Estado genocida de Israel y a las potencias que dominan el escenario internacional.
Luego del asalto criminal de las fuerzas de elite israelíes a los barcos que llevaban solidaridad a los palestinos bloqueados y sistemáticamente masacrados por los mejores alumnos del nazi fascista Adolf Hitler, causaba asco, sí, asco, escuchar las declaraciones de las autoridades israelíes tratando de justificar lo injustificable. Y también causó asco, porque es ésta la palabra que se debe utilizar, la actitud asumida por las principales potencias que simplemente repudiaron “el acto” y NO al “actor-responsable principal” y, encima, se rieron de todos, pero por sobre todo de las víctimas y sus familiares, “exigiéndole al Estado criminal que lleve adelante una investigación de lo sucedido”.
¿Se entiende? Es como que se le hubiera pedido a los Jóvenes Turcos que investiguen las matanzas de armenios, o a Videla y Pinochet la represión en Argentina y Chile.
Y esa misma “comunidad internacional”, encabezada por las potencias mundiales, no sólo no cumplió con la voluntad de la mayoría de los pueblos de castigar a Israel de manera determinante, sino que encima intenta lavarle las culpas, acompañándola en su aventura contra Irán, sancionando a este último y con ello, dando por ciertas las acusaciones y difamaciones difundidas por el Estado genocida israelí.
Porque no caben dudas que ya no es tiempo de mirar pasivamente qué pasa a nuestro alrededor, sino de involucrarnos cada vez más y de aportar nuestro pequeño granito de arena para acabar con tanta hipocresía y tanta mentira dando vueltas e intentando –y muchas veces, logrando- manejar las conciencias de millones.
Entendámonos de una vez: el que está en falta no es el pueblo palestino, que resiste y lucha por su libertad, identidad y derechos, sino los israelíes, que ocuparon tierras, crearon un país, someten y masacran a un pueblo, y mantienen un Estado fundamentalista en el que la discriminación y la violencia son el sustento fundamental para su permanencia.
De nada sirve callar, como tampoco sirve solidarizarnos con la palabra nada más.
Nuestra solidaridad con el pueblo palestino debe expresarse a través de hechos concretos, de actos, de denuncias públicas y de todas aquellas otras manifestaciones que nos ayuden a sumar voluntades para ayudar a derrotar la prepotencia israelí, que como reguero de pólvora, se expande y es repetida por otras personas y en otras situaciones.
Si no, ¿cómo explicar la actitud del Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, quien se pasea por todos lados y emite opiniones con total desparpajo, cuando está procesado y es el principal responsable de la destrucción de la Ciudad de Buenos Aires y del deterioro de la calidad de vida de los millones que la habitan? ¿Cómo explicar la vuelta a escena del impresentable ex mandatario Fernando De la Rúa, responsable de una de las mayores tragedias y quien condujo al país a un callejón sin salida? ¿Cómo explicar la caradurez de Cobos, quien desde su lugar de Vicepresidente trabaja para erosionar y destituir al actual gobierno del que, paradójicamente, forma parte? ¿Cómo explicar que quienes tanto daño le hicieron al país, los dirigentes del peronismo, el radicalismo y la derecha liberal y conservadora, se nos presenten como “nuevos salvadores”, cuando en realidad son “los mismos explotadores y vende patrias” de siempre?
Esa prepotencia de la que hace gala Israel es la misma que utilizan yanquis y europeos para pisotear derechos por el mundo y dar cátedra de civilización, democracia y humanismo; es la misma que utiliza el Primer Ministro turco, Erdogán, para pedir el levantamiento del bloqueo a Gaza y mantener bloqueada a Armenia; para pedir el fin de la agresión a los palestinos y seguir agrediendo y bombardeando a los kurdos; para pedir que se respeten los derechos de las minorías y castigar con la cárcel a quienes en Turquía osan hablar del Genocidio de Armenios.
¿Y qué hacemos nosotros ante esta prepotencia? ¿La reconocemos y simplemente la miramos, o nos comprometemos a denunciarla y combatirla en cualquiera de sus formas y expresiones?
Pasar por la vida simplemente viendo qué ocurre a nuestro alrededor y disfrutando de los todos los adelantos es la principal opción que nos da –y hacia la que nos induce a través de sus todopoderosos medios de comunicación- el dominante y oprobioso sistema capitalista.
Nuestra opción no es fácil ni placentera, pero vale la pena: Vivir para luchar contra las injusticias y la explotación, para hacer de la solidaridad una actitud de vida, y para intentar construir sociedades de iguales que nos permitan poner las bases de un mundo donde la paz y la amistad entre los pueblos, y el bienestar general de la humanidad sean objetivos que guíen el accionar de la humanidad toda.

Adrián Lomlomdjian
Director

domingo, 6 de junio de 2010

EL DESAFÍO COLECTIVO DE LA UNIDAD

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 5 de Junio de 2010

En la historia de nuestra colectividad –que consta de más de ocho décadas de convivencia interinstitucional- no faltan momentos en los cuales nos hayamos prometido superar nuestras diferencias y priorizar las coincidencias para comenzar a lograr –juntos- aquello que nos beneficie a todos como colectivo social.
Seguramente, hubo muchos intentos similares, personas que apostaron en concreto a dicha idea, lográndola transformar en realidad aunque sea por un período determinado de tiempo o entre algunas instituciones. Y todo, cada uno de los intentos fallidos, los logros momentáneos, las experiencias truncas, las apasionadas disputas y los a veces irreflexivos enfrentamientos, han dejado su imborrable huella en nuestra memoria colectiva, condicionando nuestro presente y futuro inmediato.
Claro que dicho condicionamiento, bueno o malo, superfluo o determinante, depende de cada uno de nosotros. Es decir, de los objetivos institucionales que nos damos y de la decisión que tomamos como seres humanos integrantes de un colectivo nacional, que tenemos el poder para decidir sobre el accionar colectivo.
Si nuestras lógicas diferencias –ideológicas, políticas, históricas, filosóficas, etc.- siguen siendo convertidas en escollos infranqueables, no podemos buscar culpables más allá de nuestras propias narices.
Porque es una verdad irrefutable que la unión de todos es una utopía casi irrealizable. Y mucho más, en sociedades capitalistas divididas en clases con intereses totalmente antagónicos y en permanente disputa. Pero he aquí uno de los grandes desafíos que debemos afrontar, no sólo como descendientes de armenios y miembros activos de la colectividad, sino como ciudadanos de un país que además está atravesando por un interesantísimo proceso de desarrollo, en donde muchas de las hasta ahora “verdades absolutas” están siendo puestas en duda y sometidas a debates y cambios, transformando nuestra cotidaneidad y, seguramente, el futuro que les estamos dejando a las nuevas generaciones.
Hablo de desafío, porque en ningún manual figura cómo concretar esa idea que nos proponemos e imponemos -de manera autoritaria entre nosotros mismos- entre las distintas instituciones comunitarias: unirnos, reconociéndonos no sólo diferentes, sino incluso con intereses antagónicos.
Entonces, debemos convencernos, ante todos, que este desafío que nos imponemos nosotros mismos tiene como punto de partida la reflexión profunda de cada sector sobre qué está dispuesto a ceder o hasta dónde, en pos del logro del objetivo común. Si somos capaces de abordar este debate interno en cada sector y llegar a respuestas concretas y no a bellas teorías, habremos dado el paso fundamental que nos permitirá avanzar por ese camino que venimos pregonando desde hace décadas, pero al que nadie se anima a entrar, ya que hemos demostrado no estar dispuestos a “ceder” aquello que resulta necesario para transformar el “yo” en “nosotros”.
Y no hablo de concesiones ideológicas o de principios ni creencias, sino de aquellas cosas que forman parte del “segundo plano” y que son las que, generalmente, nos distancian y nos enfrentan más que nuestras convicciones y nuestras ideologías.
Para esta generación de dirigentes comunitarios –muchos, hombres y mujeres de entre 30 y 55 años- este sí es un momento histórico, ya que tal vez en otras circunstancias similares no tuvimos el poder de decidir qué hacemos, hacia dónde vamos.
Hoy, al frente de nuestras respectivas instituciones y con el apoyo de centenares, de miles de connacionales, estamos cara a cara con aquello que marcará para siempre nuestras vidas, al menos, esta faceta, la de dirigentes y militantes comunitarios.
A partir de ahora estaremos pendientes de cada iniciativa institucional y de cada paso que demos, porque serán gestos concretos que manifiesten el grado de compromiso asumido por cada organización e individuo respecto al desafío conjunto de avanzar hacia grados importantes de unidad de criterios y de acción.
Quien les habla, no escatimará nada a favor de esta decisión colectiva, y este medio, LA VOZ ARMENIA, será más que nunca, una herramienta puesta al servicio de todos. Como lo hizo durante décadas su fundador, Nubar Lomlomdjian. Como lo continuamos y lo profundizaremos nosotros, ustedes, TODOS JUNTOS.

Adrián Lomlomdjian
Director

EL PODER DE LA UNIDAD

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 29 de Mayo de 2010

Parece ser que el espíritu patriótico y unitario que inundó el país por estos días, y cuyo ejemplo claro y contundente lo constituyeron las imponentes manifestaciones populares por el Bicentenario, influyeron de manera positiva en nuestra colectividad.
El Bicentenario merecería más que una editorial, no sólo por la masividad de los festejos, sino también para poder subrayar que aún mucho queda por hacer y que si bien reinó la alegría, el árbol no debe taparnos el bosque de las injusticias y las necesidades que sufren a diario un gran número de compatriotas.
También serían merecedores de este espacio los aniversarios, 92, de la Gesta heroica de Sardarabad y de la creación del Estado Armenio, ocurridas el 26 de Mayo y el 28 de Mayo de 1918.
Pero no. Preferimos centrar nuestra atención en un tema que si bien abarca mucho del espíritu que primó por aquellas épocas en los sucesos anteriormente descriptos, es muy actual y tiene que ver con nosotros, con quienes participamos de manera activa y con quienes están involucrados en el quehacer diario de cada una de las estructuras que conforman la colectividad armenia.
Todos saben que a mediados de semana tomaban fuerza dos noticias que significaban golpes bajos y duros: la llegada al país del Primer Ministro de Turquía, Recep Erdoghán, y la inauguración de una estatua al genocida Mustafá Kemal “Atatürk” en una plaza pública de nuestra ciudad. La primera, a pesar nuestro rechazo a la figura de Erdoghán por ser uno de los principales motores de la campaña negacionista, tiene que ver con las relaciones de todo tipo que nuestro país puede y debe mantener con otros Estados. Pero la segunda, la inauguración de una estatua al genocida turco, no sólo significaba una afrenta por nuestro origen armenio, sino también como ciudadanos argentinos que vivimos en un país que ha decidido mirar de frente su pasado, haciéndose cargo de todo lo sucedido, castigando con toda la dureza de la ley a los responsables de la barbarie genocida y tratando de mitigar en parte el dolor de las víctimas a través del reconocimiento, primero, y de sucesivas medidas como reparaciones e indemnizaciones, después.
Nosotros, y todos aquellos a quienes les comentábamos lo que estaba por suceder, llegábamos a la misma conclusión: “Es como si estuvieran inaugurando una estatua de Videla o de Hitler. No podemos permitirlo”.
El tiempo apremiaba y la decisión a nivel Gobierno de la Ciudad estaba tomada. Incluso desde la Embajada turca ya se había cursado las invitaciones al acto de inauguración para el lunes 31 de mayo a las 10.30 horas.
Fue un cachetazo que recibimos todos a la vez, más allá de pertenencias y particularidades. Y una vez más, decidimos actuar de manera conjunta, demostrando y demostrándonos de lo que somos capaces si dejamos en un segundo plano aquello que nos diferencia para priorizar las coincidencias, que son muchas y variadas.
Un día, eso es lo que teníamos como colectividad para frenar lo que ya estaba en marcha y con lo que deberíamos cargar sobre nuestros hombros, avergonzados, por el resto de nuestras vidas.
Se elaboró un comunicado conjunto y hoy fue publicado en principales medios gráficos del país; cada institución se contactó con sus relaciones político-partidarias a fin de lograr no sólo la solidaridad, sino la realización de tratativas que nos ayudarán a detener el emplazamiento; se enviaron decenas de miles de mails denunciando el hecho a distintos organismos públicos, funcionarios y emisoras; se organizaron delegaciones conformadas por representantes de las distintas instituciones para ver a aquellos funcionarios que tenían que ver directamente con la decisión tomada.
Fue así como primero se visitó al Subsecretario de Protección de Derechos Humanos de la Nación, Dr. Luis Alén, quien delante de los representantes de la colectividad comenzó a hacer los trámites pertinentes. De allí, directo al despacho del Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli, quien nos recibió, escuchó nuestro enojo y rechazo a la decisión tomada, pidió las disculpas pertinentes y aseguró que “en la Ciudad de Buenos Aires no se emplazará ningún monumento a una personalidad de las características de Atatürk”. El Ministro Santilli reiteró una y otra vez que la decisión negativa ya era un hecho y que así se lo comunicaría al representante diplomático de Turquía.
La sonrisa que esbozamos significaba aflojar tensiones y haber podido cumplir, no en representación de todos sino CON TODOS, el objetivo trazado: que el busto del genocida turco no sea emplazado en nuestra Ciudad.
Y digo que el éxito fue de todos, porque la participación en tal o cual reunión o momento es parte de las circunstancias. Pero la obtención de un logro en un objetivo trazado conjuntamente es fruto del aporte de cada uno, del compromiso cumplido por cada quien en el lugar y la tarea para la que fue asignado. Entenderlo así, despojados de todo sentimiento y actitud sectaria y hegemonista, nos permitirá avanzar de manera decisiva hacia la construcción de una nueva colectividad basada en relaciones de respeto y tolerancia, y donde los objetivos comunes logren movilizar conjuntamente a la mayoría de quienes la integramos.
Humildemente, creo que TODOS hemos sido generadores de un hecho que nos trasciende y que, además, rescata el espíritu de aquellos quienes hace 92 años ponían freno, en los campos de batalla de Sardarabad, a la última etapa del plan de exterminio de armenios. En aquel entonces, haciendo prevalecer el objetivo común, todos marcharon al frente a ofrendar sus vidas para seguir existiendo y siendo.
Hoy, 92 años después, supimos rescatar ese ejemplo de unidad y todos nos pusimos al servicio de todos.
Felicitaciones colectividad armenia.

Adrián Lomlomdjian
Director

EL BICENTENARIO

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 22 de Mayo de 2010

Celebrar 200 años del nacimiento de la Patria es un hecho por demás movilizante, emotivo, algo que trasciende todas esas particularidades y características sobre las cuales se basa lo cotidiano, aquello que nos diferencia, nos enfrenta, nos opone o nos aglutina, nos une y nos embarca en la lucha por hacer realidad los sueños comunes.
Festejo Bicentenario que será recordado siempre, tal vez, porque se desarrolla en medio de una disputa donde estamos definiendo todos –para bien o para mal- si ponemos las bases para la construcción de una nueva Argentina o mantenemos esa misma estructura elitista, ideada y puesta en práctica por aquella clase que hace de la explotación, la marginación y la exclusión social la práctica sobre la que basa su poder político y económico.
Celebramos, sí, pero recordando que a 200 años del nacimiento de la Patria hay decenas de millones de compatriotas sumergidos en la miseria, el hambre, la desocupación y la exclusión social general, mientras algunos pocos cientos de miles se dan la gran vida, y mucho más.
Celebramos, sí, pero recordando que a pesar de que varias decenas de genocidas ya están en las cárceles, hay otros miles de aquellos que formaron parte de la maquinaria de terror, que no sólo siguen libres, sino que forman parte de muchas de las estructuras de los estados nacionales y provinciales.
Celebramos, sí, pero recordando que ya son más de 100 los nietos apropiados que recuperaron su identidad, pero que aún son más de 300 los jóvenes que siguen compartiendo el día a día con sus apropiadores, que incluso pueden ser los asesinos de sus padres.
Celebramos, sí, pero recordando que no es redistribuyendo las riquezas ni “humanizando el capital” como lograremos erradicar tanta injusticia y tanta lacra.
Celebramos, sí, pero recordando y reafirmando que sólo en una sociedad sin explotadores ni explotados, donde el bien común guíe el accionar de cada uno de sus miembros, lograremos que lo material sea nada más que un medio que permita lograr la igualdad de derechos y oportunidades.
Celebramos, sí, pero recordando y recordándonos que sólo será en un mundo de sociedades socialistas donde la paz y la amistad entre los pueblos y el bienestar general sean la realidad concreta que disfrutemos todos, todos los días de nuestras vidad.

Adrián Lomlomdjian
Director

CAMINO AL BICENTENARIO

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 15 de Mayo de 2010

Cuántas cosas han sucedido esta semana, dignas, al menos, de una humilde reflexión en este espacio comunitario en el cual, además de todo lo que acontece relacionado a la armenidad, nos involucramos en aquello que hace a nuestra vida cotidiana y al futuro de la humanidad.
La celebración del 65º Aniversario de la Victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, el imponente desfile que contó con la participación de militares de las ex Repúblicas Soviéticas y las fuerzas aliadas, los centenares de miles de rusos que salieron a las calles a decirle NO a la presencia de las fuerzas de la OTAN en la Plaza Roja, los tradicionales y masivos festejos de la Victoria en la República de Armenia, los permanentes intentos del imperialismo y sus lacayos para desmerecer el rol de los pueblos soviéticos, la ofensiva e hiriente campaña propagandística para igualar a Hitler con Stalin, la firme voluntad de lucha del pueblo griego contra los designios del Fondo Monetario Internacional y la política de ajuste aplicada por el gobierno socialdemócrata, el llamado de atención de los trabajadores y la izquierda española acerca de que en su país va a suceder lo mismo que en Grecia, son, entre los muchísimos y decisivos acontecimientos, aquellos que merecerían unos minutos de reflexión por su significado para el presente y futuro inmediato de todos.
Pero no. Humildemente nos quedamos con lo que pasa aquí, en nuestro país, en la Argentina del Bicentenario, en la Patria que se prepara para celebrar masivamente en medio de una disputa política como muy pocas veces hemos visto, al menos durante las últimas décadas, en cuanto a participación se refiere.
La derecha, entendiéndose por ello a los sectores vinculados a los grupos de poder y a quienes defienden sus intereses y el sistema capitalista dominante, están inmersos en una situación que los carga de dudas y angustias, no por la inseguridad de sus vidas (caballito de batalla que utilizan para arrimar a su rancho a sectores medios y bajos), sino porque ven que hombres y mujeres surgidos de su seno, e incluso que aún permanecen allí, llevan adelante una política que incluye, cada tanto, la toma de medidas que ponen en jaque una parte de su poder omnipresente (y sepan que al menos, cada tanto, vale mucho. Si no, recuerden nuestro pasado más reciente).
Intentando no aparecer ante ustedes como un defensor acérrimo de este gobierno (y del anterior), ya que como dije antes, viene y permanece en el seno de quienes a veces parece combatir, recordaré medidas como la re-estatización de las jubilaciones y Aerolíneas, la derogación de las leyes de punto final, obediencia debida y el indulto; la recuperación del principal centro clandestino para la tortura y muerte como espacio para la memoria en manos de los organismos de derechos humanos; el juzgamiento de los partícipes del genocidio en nuestro país y la condena a cárcel común para quienes mataron, secuestraron, violaron y torturaron; la apertura de un debate inexistente hasta ahora sobre temas que nos preocupan a todos; la nueva ley de medios que intenta poner fin al infinito poder de los grupos monopólicos, apostando a la libertad y respeto a la pluralidad de opiniones; las relaciones con nuestros hermanos países latinoamericanos basadas en la igualdad de derechos y en la búsqueda de beneficios comunes, son parte de los muchos pasos dados en una dirección contraria a la que vivimos en la década de los noventa, allí donde nos quieren regresar los Duhalde, los Cobos y los Macri.
Pero esos muchos pasos positivos dados se chocan, y a veces de manera grotesca, con los otros pasos que toma este mismo gobierno, pero que son de carácter antipopular y contradictorios con el rumbo general que dice sostener.
Ahora bien. Esta etapa crucial, cuando el Bicentenario parece marcar un punto de inflexión para ese país construido sobre la base del genocidio de los pueblos originarios y la apropiación y disfrute de las riquezas naturales por parte de un minúsculo sector de la sociedad, éstos parecen dispuestos a jugarse todo con tal de no perder “algo” de todo lo acumulado, poder y riqueza.
Entonces, si bien no caben dudas que este gobierno “bipolar” alterna buenas y malas para el campo popular, se diferencia de los otros en que aquellos sólo nos ofrendaban “malas” y “más malas”. Por eso, la lucha por profundizar las medidas positivas y ponerle freno a aquellas con las que “el gobierno mantiene su ligazón con el pasado que dice enfrentar”, no debe distraernos de nuestra lucha principal, que es contra el sistema y sus defensores a rajatabla, agrupados hoy en la conocida “oposición mediática”, que cree que tenemos memoria corta y olvidamos todo el daño que le causaron a este país y al pueblo.
Que un juez, Oyarbide, procese al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Macri, no es sólo la lógica consecuencia para un accionar ilegítimo organizado desde las altas estructuras del Estado de la Capital Federal, sino un llamado de atención para todos aquellos que creen disfrutar de la misma impunidad ilimitada de la que gozaron en la infame década de los 90, cuando por ejemplo, se lo procesó por contrabando de autos por valor de 55 millones de dólares para luego ser sobreseído de manera escandalosa por la Corte presidida por el Juez Nazareno.
Los genocidas en las cárceles (aunque faltan muchos), los nietos con sus familias (aunque falten recuperar varios centenares más), las jubilaciones en manos del Estado, una nueva ley de medios audiovisuales, excelentes relaciones con aquellos países latinoamericanos que avanzan decididamente en la construcción de nuevas sociedades socialistas. Es cierto, las contradicciones son muchas, visibles y cotidianas. Falta mucho. Pero sepamos que no sólo depende de ellos, sino de nuestra capacidad para no desaprovechar esta inmejorable oportunidad. Sólo así, el Bicentenario adquirirá el trascendente significado histórico que nos merecemos todos los habitantes de la Argentina.
Adrián Lomlomdjian
Director

LA GRAN GUERRA PATRIA, LA VICTORIA Y NOSOTROS

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 8 de Mayo de 2010

Mañana se cumple el 65º Aniversario de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial y la humanidad toda, quien más y quien menos, celebrará esta inolvidable hazaña escrita -principalmente- con la de-cisión, sacrificio y valentía del pueblo soviético y de los movimientos de resistencia de los países ocupados por la Alemania nazi. Por eso, el acto central será en la Plaza Roja de Moscú, hacia donde partieron presidentes de más de 30 países y militares de distintas nacionali-dades que se sumarán al desfile de la victoria del Ejército ruso.
Es cierto que hubo participación de las denominadas fuerzas aliadas conformadas por británicos, franceses y yanquis, pero la misma se transformó en ayuda concreta cuando la contraofensiva del Ejército Rojo ya era incontenible y el capitalismo internacional entró en pánico ante "la marea roja" que se avecinaba.
26 millones fueron las víctimas fatales del pueblo soviético, de esas más de 100 nacionalidades que conformaban aquella primera expe-riencia mundial de un mundo nuevo y solidario, basado en la igualdad, la paz y la fraternidad entre los pueblos.
Armenia, nuestra Madre Patria, la pequeña porción del histórico te-rritorio que logró ser conservado para construir un hogar nacional donde se mantuvieran los valores que hacen a la identidad armenia, formaba parte de aquella Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y su dirigencia y pueblo no dudaron un instante en alinearse junto a sus hermanos en la lucha contra la maquinaria genocida nazi que había osado pisar e invadir el suelo de la patria grande.
Convocados por el líder soviético de entonces, José Stalin, fueron más de 600 mil los armenios que se sumaron a las distintas estructuras de combate de la Unión Soviética y otros centenares de miles los que formaron parte de los movimientos de resistencia en la Europa ocupada y de los ejércitos aliados.
Y así como decenas de miles marcharon a los campos de batalla y se pusieron en la primera línea de fuego, hubo otros centenares de miles en Armenia, en las otras Repúblicas Soviéticas y en cada país donde existía una comunidad establecida, que no dudaron en cumplir con su compromiso en la retaguardia. En Armenia, alcanzando niveles de producción inimaginables para un período de guerra, tratando de asegurar que nada le falte a quienes estaban en el frente. En la Eu-ropa ocupada, para contribuir con aquellos que decidieron incor-porarse al clandestino movimiento armado de resistencia; y en la diáspora, para que todos aquellos que combatían para garantizar el triunfo soviético (y con ello, la existencia de Armenia), sintieran la solidaridad activa de sus hermanos. Fue así como la diáspora armenia logró recolectar los fondos necesarios para la compra de taques, que a mediados de 1944 entraron en combate bajo la denominación de "Sasuntsí Davit".
Se calcula que fueron algo más de 200 mil los armenios quienes cayeron en los campos de batalla. Otros muchos regresaron con heridas y mutilaciones que no pudieron sanar nunca más. Pero ellos, junto a los otros centenares de miles de compatriotas, escribieron páginas de oro en la historia del pueblo armenio, ya que fueron actores y partícipes decisivos en la liberación de muchísimas ciudades y paí-ses soviéticos y europeos, llegando hasta la mismísima Berlín, donde la 89ª División Armenia "Tamanian" llegó a fines de abril y participó en los combates por la toma del nido de ratas facistas. Emociona hasta las lágrimas ver las imágenes que eternizan aquel glorioso instante en el que los soldados armenios bailan el "kocharí" bajo los muros de destruido parlamento alemán, donde flameaba la Bandera Roja de la Victoria.
No quedan dudas, si es que alguno aún puede tenerla, que la Se-gunda Guerra Mundial, o como la denominan en Armenia, la Gran Guerra Patria, es parte fundamental de nuestra historia, le guste o no a la Federación Revolucionaria Armenia-Tashnagtsutiún, que pre-tende atribuirse un rol hegemónico en nuestra historia contemporá-nea y que por todos los medios intenta ningunear esta brillante página de la historia, debido no sólo a su nulo rol positivo en la victoria, sino a que equivocó el bando donde alinearse, sumando estructura y mi-les de hombres a las filas del genocida ejército nazi, con el trístemente recordado general Tro a la cabeza.
La abrumadora mayoría de la armenidad, incluso muchísimas fami-lias de orientación tashnagtsagán, veían en el triunfo de la Unión So-viética la única garantía para la continuidad de la existencia de la Madre Patria, y se alinearon brindando todo su apoyo moral y material a esos millones de hombres y mujeres que resistieron, primero, y que luego echaron como ratas a lo invasores.
Para ellos, para quienes dieron su vida, para quienes combatieron, para quienes con esfuerzo y sacrificio hicieron de la retaguardia un frente inquebrantable para los traidores internos, nuestro merecido, sincero y permanente homenaje. Porque sobre la memoria de aquel pasado de gloria basamos nuestras esperanzas y nuestra lucha para construir la nueva sociedad socialista que garantice un futuro mejor para todos.

Adrián Lomlomdjian
Director