miércoles, 22 de septiembre de 2010

LO IMPORTANTE ES AVERIGUAR LOS “POR QUÉ”

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 21 de septiembre de 2010

Ante todo debemos definir qué queremos: ese país que con breves períodos de excepción fue moldeado a imagen y semejanza de la oligarquía y los grupos concetrados del poder político y económico, o este que se está construyendo en medio de un gran debate nacional, lleno de contradicciones, pero con importantes logros a ser disfrutados por la amplia mayoría de la población, incluídos aquellos quienes son simplemente “un número” en las estadísticas para las clases dominantes.
Tenemos que entender que si bien hay una clara disputa gobierno-multimedio clarín, en ella se juega una partida importante de la lucha entre esos dos países, el de todos y para todos o el de todos para unos pocos.
No es “el monopolio Clarín” el que defiende la libertad de prensa y expresión, sino el que la ha manejado a su antojo y piaccere a lo largo de estas décadas. No es “el monopolio Clarín” quien dice la verdad, sino aquel que ocultó los secuestros, los robos de bebés y los fusilamientos a cambio de más poder político y económico. No es “el monopolio Clarín” la personificación del pensamiento independiente sino el representante de los intereses de los grupos de poder salvajes y autoritarios del país.
¿Quién, de todos los que me escuchan, puede sostener que en este país, ahora, no existe la libertad de expresión? ¿Quién puede aseverar que lo que se difunde por los más de 300 medios pertenecientes al “monopolio” no son más que noticias preparadas para defender sus propios intereses y no los del país? ¿Quién puede decir –sin sonrojarse ni avergonzarse- que estábamos mejor con cualquiera de los gobiernos anteriores?
Estamos viviendo en un país sumergido en un inédito proceso de profundos cambios y disputa permanente donde, para colmo, quienes lo encabezan son dirigentes que –en su mayoría- acompañaron y apoyaron, por ejemplo, el proceso de destrucción y desguace del país dirigido por el ex mandatario riojano.
Pero esta realidad, ¿debe ubicarnos en la vereda de enfrente?
Creo que no, porque en la vereda de enfrente están los representantes de aquel otro país que se prendió fuego en diciembre de 2001; aquellos que suelen escaparse en helicópteros mientras riegan con la sangre del pueblo las calles y avenidas de nuestro país; aquellos que mandán a la policía brava a fusilar luchadores sociales que reclaman mejores condiciones de vida; aquellos quienes engordaron –y lo siguen haciendo- sus cuentas bancarias y sus bolsillos a costa del hambre, la exclusión y la marginación de la mayoría de la población; aquellos a quienes lo único que les interesa son sus objetivos políticos o cumplir con “el amo y señor que los solventa”, sin importarles el futuro del país y su pueblo; aquellos que no dudan en ponerse del lado de los criminales, apropiadores y torturadores con tal de quedar bien o hacerse de “un votito más”, cuando lo que en realidad están ganando es el desprecio y rechazo que generan esas actitudes hipócritas e indignas.
Pero, lamentablemente, hay un sector de la población que permanece permeable a este discurso y cautivo de estos crápulas, a cambio de no se qué… Porque una cosa es defender a este sector desde adentro, es decir, formando parte de esa clase –política y económica- que basa su poderío en la explotación y opresión de las mayorías, y otra muy distinta, incomprensible, hacerlo por el sólo hecho de enfrentar a un supuesto mismo enemigo.
Debemos aprovechar este importante momento nacional para empezar a pensar con cabeza propia. Para tener la capacidad de escuchar todo lo que se nos dice desde los distintos sectores e ir formando nuestra verdad. Hoy salen a la luz documentos inéditos, acontecimientos silenciados por décadas, testimonios ocultados durante años por los medios masivos de comunicación para defender su poder. Hoy tenemos la oportunidad de enterarnos nosotros mismos y no que otros nos cuenten lo que pasaba.
No nos tiene que asustar la verdad. Lo que sí nos tiene que asustar es no tener la valentía de enfretarla, de romper con todo aquello que formó parte de nuestras vidas durante largos años y que hoy nos vamos dando cuenta que “no era tan así como parecía ni decían”…
Nosotros ya elegimos desde qué mitad de cancha jugamos este partido. Es cierto, en nuestra mitad también te podés ubicar en distintos sectores, pero estamos en la misma mitad. En eso, no caben dudas.
Y no voy a terminar esta editorial si hacer referencia al 21 de septiembre, fecha en que oficialmente Armenia celebra su “independencia”, es decir, la creación de la “tercera República”, la continuadora de “la segunda”, de la República Socialista Soviética de Armenia.
He aquí otra mentira, esa que asegura que a partir de 21 de septiembre de 1991 “Armenia es libre e independiente”. ¿Por qué digo mentira? Lean, analicen, profundicen, comparen y saquen sus propias conclusiones.
Armenia Soviética tenía Premier, Ministros, Parlamento, Corte Suprema, Constitución, Himno, Bandera, Escudo Nacional, Ejército y Policía, era una república tal como cualquiera la imagina. Pero más: ERA SOCIALISTA.
Desde el discurso –prevaleciente- desde siempre se nos intenta imponer la idea que “capitalismo es sinónimo de libertad e independencia”. Por eso, para el discurso oficial armenio, “las Armenias libres e independendientes son la anterior y la posterior a la Armenia Soviética”, es decir, de mayo de 1918 a noviembre de 1920 y de septiembre de 1991 a la fecha.
Piensen un poco en el significado de “libertad” y otro poco en el significado de “independencia”. Ahora recuerden la vida del pueblo en las distintas épocas hasta nuestros días y formen opinión propia sobre este tema en particular y sobre cualquier otro sobre el que debamos definir posiciones. No repitamos lo que nos dicen y aseveran. Escuchemos, analicemos, leamos y saquemos conclusiones.
Para terminar les dejo un interrogante: Hoy, Armenia y su pueblo ¿son libres e independientes? Cualquiera sea la respuesta, lo bueno sería saber los "por qué"
Adrián Lomlomdjian
Director

miércoles, 15 de septiembre de 2010

ESTAMOS ANDANDO

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 14 de septiembre de 2010

Hace no muchos años atrás el mundo se sacudía y cambiaba para siempre: desaparecía el campo socialista y los grupos de poder –y gobiernos- occidentales y capitalistas se lanzaban a una ofensiva depredadora no sólo de los bienes materiales -frutos del esfuerzo de millones-, sino de la conciencia de la humanidad.
El "fin de las ideologías", el "triunfo del capitalismo sobre el comunismo", el “ya no vale la pena luchar” y “una mejor redistribución de las riquezas tendiente a “humanizar” al capitalismo”, fueron algunos de los conceptos que han querido corporizar en cada uno de nosotros –con un porcentaje de éxito importante- durante las 24 horas, los 365 días de cada año, a lo largo de estas últimas dos décadas.
Pero estuvimos quienes resistimos de una y mil formas, incluso llegando –de manera injusta- a ser “incomprendidos” o ganarnos el mote de “pobrecitos, no cambian más” de aquellos que se creían, y se creen, superados y dueños de “una nueva forma de ver las cosas”, que no es nada más que repetir hasta el cansancio lo que los centros de poder le meten en sus cabezas día y noche. Y lo hacen sin siquiera analizar si lo que dicen y aseveran posee algún grado de consistencia que pueda transformarlo en verdad para quienes sí nos atribuimos y practicamos el derecho a formar idea propia.
Dos cosas llaman poderosamente la atención, pero al mismo tiempo son la expresión del poder de aquellos grupos que mantienen en pie el sistema opresor y explotador contra viento y marea.
Esas dos cosas son: la memoria corta de millones y la hipocresia.
La primera, lamentablemente, es propiedad de un sector importante –quizá mayoritario- de cada una de nuestras sociedades (hablo de la argentina y la armenia, sobre las que tenemos mayores conocimientos). Y digo lamentablemente, porque es gracias a “esa memoria corta” que quienes han saqueado la Argentina (o Armenia) y quienes han sumergido a millones en la marginación, la exclusión y la miseria, siguen siendo considerados “referentes” a la hora de pensar en quién va a conducir los destinos del país hacia su definitiva liberación nacional y social.
Y estos “referentes” político-partidarios de derecha, centroderecha y centroizquierda, haciendo gala de una verdadera actitud “hipócrita”, hacen como si nada hubiera pasado, como si ellos no tuvieran historia, como si hubieran aterrizado de Marte hace apenas minutos... Y entonces, afirman lo que antes negaban y niegan lo que antes afirmaban sin siquiera sonrojarse de vergüenza, demostrándonos que son capaces de todo lo malo que uno pueda imaginar.
Acá, los que quitaron el 15% a los jubilados y a los empleados públicos, quienes se opusieron al traspaso al Estado de las jubilaciones privadas, hoy se rasgan las vestiduras y gritan a los cuatro vientos que quieren el 82% móvil para los jubilados.
Allá, quienes querían una Armenia libre e independiente para decidir por cuenta propia los destinos del país (así lo aseguraban, más allá del partido político al que pertenecieran), ahora votan enmiendas a la Constitución a propuesta de la Comunidad Europea, hacen a un costado el idioma armenio como lengua oficial y dejan que las potencias decidan qué será del futuro de Gharapagh.
Hay mucho más de acá y allá como para ejemplificar lo que estamos diciendo, pero alcanza y sobra.
Cada día, en nuestros hogares, lugares de trabajo o estudio, en el barrio, en el club, con familiares y amigos, debemos afrontar este nuevo momento en nuestras vidas y poner todo a debate, cuestionando cada idea, convecidos de nuestro derecho a razonar y formar idea propia. No podemos seguir permitiendo que existan soberbios que se crean capacitados para decirnos lo que debemos pensar, hablar y hacer. Y para colmo, que nos tomen por idiotas.
Quien participa de una salidera bancaria, de un robo automotor, de un secuestro express y además mata, es un ladrón y criminal, y es juzgado como tal. Lo mismo debería ocurrir con aquellos que se apropiaron de empresas a costa de presiones, secuestros, torturas y muertes.
Quienes encabezaron aquellos años de plomo y muerte en el país, y quienes mantuvieron funcionando esa horrorosa maquinaria genocida, fueron y son juzgados por crímenes de lesa humanidad. Lo mismo debería ocurrir con aquellos quienes silenciaron el terror y las muertes a cambio de prebendas económicas y una porción de poder.
Quienes robaron a los bebés recién nacidos de nuestros compañeros y compañeras que ya no están, son buscados, algunos encontrados y condenados. Lo mismo debería ocurrir con aquellos civiles que se aprovecharon de la situación y participaron de este abominable delito: robo de bebés y de identidad.
La posición asumida ante cada uno de estos hechos marcará para siempre nuestras vidas ante nuestros hijos, familiares y amigos.
Ponerse del lado de los criminales –hayan sido sus delitos económicos o de lesa humanidad- será una mochila que deberán cargar por el resto de sus días aquellos quienes siguen creyendo en lo que “otros dicen”.
Nosotros no dudamos: no nos conformamos con lo buenas medidas que se toman. Porque las desigualdades siguen y los poderosos son cada día más poderosos. Queremos profundizar el avance hacia una nueva sociedad de iguales derechos y deberes, sin explotadores ni explotados, en confraternidad con nuestros hermanos latinoamericanos, sobre la base de la verdad y la justicia.
El camino es largo. Pero estamos andando.

Adrián Lomlomdjian
Director

viernes, 10 de septiembre de 2010

NO CONFUNDIRSE Y MANTENER LA MEMORIA

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 7 de septiembre de 2010

A no dudarlo. Estamos viviendo en un momento histórico de nuestro país y depende de cada uno la elección de ser protagonista –junto a otros millones- o simplemente mirar cómo suceden las cosas, dejando que otros resuelvan u opinen por nosotros.
Y aunque algunos no alcancen a ver cómo el pasado –por más lejano que sea- se entremezcla con el presente, hay quienes por todos los medios intentan ocultarnos ésta y otras verdades, tratando así de mantener el status quo vigente, ese mismo que tantos beneficios les ha dado a costa del terror, el miedo, el saqueo, la exclusión y la miseria a la que han sometido desde siempre a la gran mayoría de la población.
Nosotros somos argentinos descendientes del pueblo armenio, de aquel que fue víctima del terrorismo de Estado del Imperio Otomano –Turquía-, sufriendo las consecuencias del plan genocida planificado y perpetrado por las autoridades turcas con la complicidad expresa –o encubierta, según el caso- de las potencias occidentales. Y nosotros, nuestros padres y abuelos, sabemos bien de qué se trata no sólo eso de morir como consecuencia de dicha política criminal, sino de perderlo todo, de ver cómo gentes extrañas –asesinos, genocidas- se apropian de los hijos, las mujeres, las pertenencias particulares y personales, las casas, los elementos de trabajo, los ahorros, la tierra, la patria…
Pasaron 95 años. O más, si nos remitimos a las matanzas hamidianas que costaron las vida de 300 mil armenios y la pérdida de todos sus bienes y pertenencias. Y a pesar del tiempo transcurrido, seguimos reclamando JUSTICIA.
Alejados de nuestras tierras ancestrales, sin ningún tipo de contención moral ni material de parte de la comunidad internacional –salvo las honrosas excepciones del caso-, nuestros antepasados y nosotros, segunda, tercera y hasta cuarta generación, supimos conservar la memoria, transformándola en un reducto inexpugnable para todo tipo de “conveniencias y oportunismos”.
JUSTICIA, seguimos clamando a los cuatro vientos, a pesar de que aquella generación de genocidas y criminales turcos ya no está entre nosotros. Pero están sus descendientes, aquellos que deben aceptar la realidad de los hechos, reconocer los crímenes cometidos y pedir PERDON a través de su Estado, ese que los representa en conjunto. A partir de allí, deberán adoptarse una serie interminable de medidas que sustenten ese reconocimiento y ese pedido de perdón. Pero esta es otra cuestión.
¿Por qué comencé hablando de la Argentina actual y me fui al genocidio de armenios de hace 95 años?
Para intentar demostrarles que el tiempo y la distancia no son obstáculos si uno hace de la coherencia una práctica cotidiana.
¿Me entienden?
Vayamos por partes. ¿Qué pasaría si la comunidad internacional “justificara” el genocidio de armenios utilizando el argumento turco de que “los armenios eran aliados de los rusos en la guerra”? ¿Acaso es válida y lógica una “justificación” tan descabellada acerca de la matanza, las deportaciones masivas y los saqueos?
Trasladémonos 95 años. Ya estamos en la Argentina. ¿Es lógico que en vez de estar repudiando y condenando a quienes se apropiaron -a través de la sangre y el terror- de la mayor productora de papel del país, se esté discutiendo si los dueños a quienes sus bienes les fueron arrebatados manejaban dinero de una organización político-militar?
Otra. Turquía intenta -por todos los medios- demostrar que había una guerra con los armenios, cuando en realidad los armenios eran súbditos del Imperio Otomano, es decir, ciudadanos otomanos. En pocas palabras, “la teoría de los dos demonios”: por un lado “los armenios subversivos” y por el otro “el ejército –genocida- turco”.
Viajemos varias décadas acá y, lamentablemente, se repite ese mismo análisis. El gobierno de Alfonsín enjuicia a los genocidas jefes militares y pide la captura internacional de los líderes de las organizaciones que combatieron el terrorismo de Estado e intentaron defender la democracia. Y hoy, lo mismo. Diputados y senadores, elegidos por la gente para defender los intereses de la población y la Nación, se “solidarizan” con los delincuentes e intentan -por todos los medios- legislar para asegurarles la impunidad de la que gozaron hasta la fecha.
¿Qué diferencia hay entre aquel que planificó un plan criminal y da las órdenes con aquellos otros que colaboraron en las distintas áreas para garantizar el éxito de dicho plan? Si entran a una casa, se llevan a familias enteras que luego son acribilladas y en el “gran diario argentino” se publicaba: “10 subversivos muertos en feroz enfrentamiento”, ¿me pueden decir qué diferencia hay entre aquel que empuñó el arma y aquellos que empuñaron el lápiz y dieron la orden de que las noticias se publicaran de esa forma?
Si tuvieron “la valentía” para mentir, conociendo la verdad; para callar, habiendo escuchado llantos y gritos desgarradores; para ser cómplices en el rapto de bebés, sabiendo que sus familiares los estaban buscando; si tuvieron “la valentía” para eso y mucho más, deberán pagar las consecuencias por cada uno de los delitos cometidos.
Llámese Videla, Martínez de Hoz, Magneto o Bartolomé Mitre; Abdul Hamid, Mustafá Kemal, Taleat, Pinochet Hitler o Netanyau, sepan que está llegando la hora de los pueblos, aquella que se construyó en base a la memoria colectiva de millones y millones de ser humanos dispuestos a construir ese nuevo mundo donde Ustedes (los que están vivos) y la gente como Ustedes -criminales, genocidas, apropiadores- verá desde detrás de las rejas,
Vergüenza deberán sentir aquellos que defienden criminales tratando de manifestar así su oposición política. En este caso, a cada uno de ustedes, la historia no los absolverá.
Nosotros, descendientes de armenios, debemos esforzarnos para no confundirnos, manteniendo la coherencia y la memoria intacta.

Adrián Lomlomdjian
Director

EL PAÍS Y NUESTRA COLECTIVIDAD

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 24 de Agosto de 2010

Pasado bastante más de un siglo desde la llegada de los primeros emigrantes armenios a la Argentina, de su establecimiento aquí y de la conformación de la hoy poderosa y multifacética colectividad armenia, quienes integramos las distintas estructuras comunitarias nos incolucramos y participamos de manera más activa en la vida política y social de nuestro país.
Aquella idea de mantenerse armenios porque algún día “volveríamos a nuestras tierras”, resultaba por demás lógica para quienes habían abandonado su patria obligados por las sistemáticas matanzas y despojos de las que eran vícitimas.
Fueron pasando los años, la estructura comunitaria en su conjunto se desarrolló y tomó nuevos ímpetus, abarcando proyectos y objetivos acordes a las nuevas generaciones que la mantenían con vida y cuyos representantes comenzaban a ocupar puestos de dirección en cada una de las instituciones y grupos artístico-culturales que la componen.
Así pues arribamos al siglo 21 con escuelas, iglesias, instituciones políticas, sociales y deportivas, coros y conjuntos de danza, grupos de teatro, periódicos, programas de radio y televisión que, en su abrumadora mayoría, están dirigidos por una camada de hombres y mujeres que en promedio rondan los 55 años y, otra particularidad, en su abrumadora mayoría son nacidos en estas tierras, es decir, argentinos descendientes de armenios.
Una cosa queda clara: las nuevas generaciones han demostrado y siguen demostrando capacidad no sólo para mantener y llevar adelante a cada una de las instituciones, sino también para abordar el nada sencillo desafío de comenzar a pensar el futuro de una colectividad cada día más argentino-armenia, es decir, cada día más integrada y cada día más comprometida con lo que pasa a su alrededor.
Por eso, el intenso y acalorado debate que recorre y atravieza la Argentina, lejos de asustarnos, nos debe sumar, ya que también está en juego el futuro mismo de cada uno de nosotros, como argentinos y como miembros de un colectivo nacional, en este caso, el armenio.
Ante todo, debemos tener la certeza de que no existen sólo dos espacios donde ubicarse en esta disputa. E Independientemente del lugar donde nos ubiquemos, resulta transparente como el agua ver quién es quién, a qué juega y qué intereses defiende. En la era de la comunicación, “casi todo” queda grabado, no sólo en las mentes de los memoriosos, sino en innumerables archivos televisivos y radiofónicos que comienzan a contribuir lenta, pero de manera decisiva, en el proceso de conformación de una memoria colectiva basada en reflexiones conjuntas y decisiones personales que tomamos una vez conocidas las distintas posiciones y puntos de vista.
Ya no estamos para que nos digan qué debemos pensar y decir, ni qué debemos hacer.
Crecimos, hicimos nuestra propia experiencia, aprendimos de nuestros errores y, por supuesto, de los ajenos.
Lo único que precisamos es perder el miedo y tomar la decisión de pensar con nuestra propia cabeza y no permitir más que otros piensen y decidan por nosotros.
Se puede estar de acuerdo o no con este gobierno, pero la realidad nos indica que quienes en los ochenta redujeron las jubilaciones, a fines de los noventa realizaron una quita del 13% y hace algunos años se opusieron a la restatización del sistema previsional, ahora gritan a los cuatro vientos su apoyo al 82% móvil sin decir de dónde saldrá la plata. En este tema, la otra realidad es que el gobierno que aumentó los haberes jubilatorios como nunca antes y permitió que millones de personas se incorporaran al sistema y recibieran una jubilación o pensión, este gobierno se opone al 82% móvil. ¿Por qué? ¿No hubiera sido una muy buena medida apoyar el 82% y proponer que el dinero para abonarlo saliera de un aumento en las retenciones y en el impuesto a la riqueza, a la explotación minera y a las tierras improductivas?
Otra: el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Macri, está procesado por las escuchas ilegales, pero parecería que todo se cincunscribe a una pelea política entre kirchneristas y anti-kirchneristas. La oposición, mayoritaria en la Ciudad, no logró aún separar de su cargo a un intendente no sólo acusado de asociación ilícita, sino que tiene el lamentable récord de haber destruido Buenos Aires.
El Gobierno Nacional le bajó el pulgar a Fibertel, que opera sin la correspondiente licencia desde el 2003, es decir, hace 7 años. ¿Por qué se esperó hasta ahora? Macri, en 2009, había rechazado a Fibertel como proveedora de internet de la Ciudad porque no poseía licencia. Ahora la defiende. ¿Cómo? ¿Por qué?
Papel Prensa, según informes basados en investigaciones serias que llevan casi una década, le fue arrebata a sangre y fuego a una familia para quedar en manos de algunos genocidas, del oligárquico diario La Nación y del monopolio Clarín. Este último, desde hace años, maneja a través de su poderío económico –o lo intenta con mucho éxito- la vida de los argentinos. Y es la mandamás de este inescrupuloso multimedio la que está enjuiciada por irregularidades manifiestas en la adopción de sus dos hijos, que no se descarta que hayan sido secuestrados a una familia de desaparecidos y apropiados por la hoy, aparentemente “intocable” Ernestina Herrera de Noble.
Reitero, uno puede ubicarse en el sector político que le plazca, pero que diputados que fueron electos por la gente para defender los intereses del país y para garantizar condiciones de vida dignas para todos, se dediquen a trabajar para un grupo económico de poder sin el menor de los descaros, debe no sólo motivar nuestro enérgico repudio y rechazo, sino que debe servirnos de lección y experiencia.
Debemos agudizar nuestra memoria a pleno para no olvidar nombres ni rostros de aquellos quienes no se sonrojaron en callar y silenciar crímenes y delitos o defender criminales y delincuentes, por el solo hecho de enfrentar a un gobierno con el que dicen no compartir nada.
Quien les habla, me conocen, no votó ni a éste ni al anterior gobierno. Aprendí a rescatar lo positivo y a criticar aquello que no comparto, obviamente desde mis convicciones y mi lucha por una sociedad socialista. Por eso, mis críticas jamás podrían coincidir con la de los enemigos del pueblo, con la de aquellos que han sabido transformar sus carreras políticas en prontuarios, con aquellos quienes se han servido de la confianza popular para llenar sus bolsillos, los de sus amigos y los de sus patrones nacionales y foráneos.
Reitero, en esta disputa no hay sólo 2 posiciones. Ni siquiera, quienes aparecen disputando se encuentran en mitades distintas de la cancha.
Pero en estos años –entre machas y contramarchas- hemos obtenido varios logros, que no son más que gotitas de agua en el inmenso oasis de la desigualdad en la que está sumida nuestra Argentina. La diferencia entre los K y sus opositores mediáticos es que unos, al menos, intentan disminuir esa desigualdad mientras los otros quieren seguir acaparando todo lo que hay y lo que puede llegar a haber en el futuro.
¿Qué país queremos? Pensalo, porque esta disputa también es nuestra.

Adrián Lomlomdjian
Director