¡Fuera los genocidas sionistas de Palestina!

Programa radial “LA VOZ ARMENIA” - Editorial del Sábado 25 de Enero de 2008

Nos indignan tanto el accionar de los genocidas, como la indiferencia de la comunidad internacional, principalmente de aquellos Estados que se la pasan dando cátedras de derechos humanos en cada rincón del planeta y ahora callan o miran para otro lado, tal como lo hicieron a principios del siglo XX, cuando el pueblo armenio era masacrado y deportado en masa de sus tierras ancestrales por los genocidas turcos.
También nos indignan por igual aquellos que justifican el accionar terrorista del Estado de Israel, contraponiéndolo a los que luchan de mil y una forma contra quienes los mantienen sometidos y explotados en su propio territorio; como aquellos otros, que se la pasan hablando de justicia y humanismo pero que en la práctica demuestran que sólo defienden esos principios cuando lo que está en peligro es su nación, raza, religión o ideología.
Entendamos bien. Reflexionemos. Paremos un instante e intentemos salir de la vorágine diaria en la que estamos inmersos; tapemos nuestros oídos al permanente y cotidiano bombardeo informativo de los dueños del poder mundial y veamos lo siguiente: hace seis décadas resolvieron deportar a un pueblo de sus históricos territorios para, supuestamente, “hacer justicia divina y terrenal” con otro pueblo milenario que allí creó su Estado Nacional; desde hace seis décadas, hombres, mujeres y niños de ese pueblo que resistió la deportación y espera que algún día también llegue la “justicia divina y terrenal” para ellos, sufren las peores miserias y crímenes de mano de quienes se establecieron en sus tierras y dirigen un Estado religioso, que hace de la desgracia sufrida por su pueblo en distintos momentos de la historia, un elemento justificador de su actual accionar criminal.
Hasta ahora, pasados más de 90 años, nosotros recordamos y remarcamos la complicidad de las potencias occidentales y la indiferencia de gran parte de la humanidad ante el Genocidio de Armenios. Venimos más acá, llegamos al asesinato de Hrant Dink y a nuestro pedido de solidaridad. Ni que hablar de nuestro tradicional reclamo de justicia y de apoyo para la lucha por el reconocimiento del Genocidio. Pero, ¿qué hacemos mientras un pueblo sufre lo que sufrieron nuestros antepasados? ¿Alzamos nuestras voces condenando a los genocidas o miramos hacia otro lado tratando de congraciarnos con quienes dicen haber sufrido la mayor de las desgracias, el holocausto? ¿Nos sumanos a la lucha para ponerle fin al permanente dolor de nuestro hermanos palestinos o nos transformamos en cómplices del sionismo y del imperialismo?
No hacen falta más palabras ni para detallar la historia del conflicto ni para describir el momento actual. Sólo hace falta tomar la decisión justa, romper con la indiferencia, rebelarnos y alzar nuestras voces gritando: ¡Fuera los sionistas genocidas de Palestina! ¡Sí, a la creación del Estado Palestino!

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“Todos somos Hrant Dink”

Audición radial “LA VOZ ARMENIA”
Editorial del Sábado 19 de Enero de 2008

Hace exactamente un año atrás, delante del edificio donde funcionan las oficinas del semanario “Agós”, era asesinado su director, el periodista turco de origen armenio Hrant Dink.
La noticia recorrió el mundo entero y no sólo sacudió a la minoría armenia de Turquía, sino también a la numerosa y activa masa progresista de la sociedad turca, que inmediatamente elevó su voz de protesta reclamando JUSTICIA.
Más de 100.000 personas, convocadas principalmente por los partidos y movimientos de izquierda del país, participaron en los funerales, transforándolo en un acto público de oposición al régimen imperante en el país. Portando pancartas con la inscripción “Todos somos armenios, todos somos Dink”, la multitud no sólo desafió a las autoridades y a los sectores nacionalistas, sino que sacudió los cimientos mismos de una estructura basada en una ideología xenófoba y retrógrada que intenta garantizar la complicidad ignorante de todo un pueblo para perpetuar la impunidad para uno de los crímenes más atroces que se haya conocido a lo largo de la historia de la humanidad: el genocidio de armenios organizado y perpetrado por las autoridades del Imperio Otomano y sus sucesores republicanos.
“¿Por qué Hrant Dink?”, será la pregunta que se hicieron o se siguen haciendo quienes no conocen en detalle la historia de vida de este periodista comprometido inquebrantablemente con sus ideales.
Dink fue, desde muy jóven, un activo militante de los sectores turcos que luchan por transformar su país y construir allí la nueva sociedad socialista. Su compromiso con los ideales de justicia, igualdad y fraternidad entre los pueblos lo demostraba a diario, principalmente a través de sus escritos que eran publicados no sólo en el semanario “Agós” que él mismo dirigía, sino también en varios periódicos turcos. Sufrió persecución y cárcel junto a otros centenares y miles de luchadores populares, pero jamás abdicó de sus convicciones ni de la lucha por transformarlas en realidad.
Cuando Dink decide sumar su voz a la lucha por la verdad en el tema del Genocidio de Armenios, lo hace desde una perspectiva que incluso despertó severas críticas en los sectores retrógrados y nacionalistas de la armenidad, quienes ponían en duda su fidelidad con la lucha por la verdad histórica, recriminándole su permanente reivindicación como “ciudadano turco” y su público compromiso con el establecimiento de las relaciones de amistad y fraternidad entre los pueblos armenio y turco. Lo que no veían, ni ven, estos sectores retrógrados armenios, que a pesar de considerarse turco y de luchar por la amistad entre los pueblos, Hrant Dink jamás renegó de su origen armenio ni de hablar públicamente, y donde sea, de la necesidad de reconocer el Genocidio de Armenios como punto de partida base para la transformación de la sociedad de su país.
Su crimen, más allá del inmenso dolor que produce la pérdida de un combatiente abnegado e inquebrantable, seguramente no cumplió los objetivos de quienes pensaron que callándolo a él silenciarían a otras centenares de miles de voces. Por el contrario. Su muerte despertó el compromiso en muchos otros miles dispuestos a seguir su camino y a mantener en alto los mismos principios e ideales.
La permanente búsqueda de verdad y justicia en el Genocidio de Armenios no puede separarse de la lucha por la plena vigencia de todos los derechos humanos. Tampoco se la puede separar de la lucha contra el imperialismo y el capitalismo, promotores y ejecutores de las lacras y males que sometieron y someten a centenares de millones de personas en cada rincón del planeta.
Sólo el hombre nuevo, ciudadano de la nueva sociedad socialista, generará las condiciones necesarias para hacer realidad los sueños y la lucha de Hrant Dink. Por eso luchó él y por eso también luchamos nosotros.

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