domingo, 2 de diciembre de 2007

¡Gloria a tí, Armenia Soviética!

AUDICION RADIAL LA VOZ ARMENIA
EDITORIAL DEL SABADO 1º DE DICIEMBRE DE 2007
El 29 de Noviembre de 1920 nacía la República Socialista Soviética de Armenia en aquella pequeña porción de territorio nacional que logró ser salvada de las garras genocidas y de las apetencias imperiales. Y fue, a pesar de las disputas existentes en cada comunidad de la diáspora, la Renacida Madre Patria de Todos los Armenios.
Así lo atestiguan los miles de jóvenes armenios de la diáspora, quienes perteneciendo a sectores opuestos políticamente, eligieron cursar sus estudios terciarios allí, de manera gratuita y subvencionados. También lo atestiguan las centenares de escuelas armenias diseminadas por el mundo, que eligieron utilizar los libros llegados desde la lejana Madre Patria para educar y enseñar armenidad a miles de niños nacidos en sus nuevas patrias. Qué decir de los testimonios brindados por innumerables personalidades pertenecientes a distintas ideologías, filosofías y credos, quienes conociéndola personalmente, la adoptaban y la defendían por el resto de sus vidas.
Los más, lo hicieron abiertamente, transformándose en voceros de aquel pujante progreso y desarrollo que casi no conoció iguales en el mundo. Otros, lo hicieron en voz baja y hubieron algunos que lo hacían a escondidas... pero todos gozaban sus logros como propios.
¿A quién no se le cayó una lagrimita al escuchar por radio el famoso e inolvidable "Ereván e khosum"? ¿Quien no se alegró con cada partida ganada por el gran Tikrán? ¿Quién no soñó alguna vez poder regresar a sus brazos maternales? ¿Quién no se emocionó con los discos de pasta de 78 que nos traían el canto y la poesía renacida de nuestro pueblo? ¿Quién no disfrutó con los descubrimientos de Víctor Hampartzoumian? ¿Quién no gozó con cda una de las delegaciones artísticas que llegaban a nuestro país y traían toda la alegría del renacimiento patrio?
Durante sus 70 años de existencia, la Armenia Soviética fue, a pesar de sus lógicos errores y aspectos criticables, una constante generadora de logros nacionales, sociales y populares. Y fue la construcción una de las mayores y mejores exponentes de los sorprendentes niveles de desarrollo alcanzados por la sociedad armenia.
Ereván fue transformada en una poderosa ciudad capital con más de 1.300.000 habitantes. Si tomamos en cuenta que durante la primer década del siglo XX habitaban allí algunas decenas de miles de personas, en su mayoría en casas antiguas y calles de tierra, sin ningún tipo de adelanto, la transformación vivida entre los años 1920 y 1990 adquiere rasgos fantásticos. Se construyeron miles de edificios y casas para vivienda; nuevos barrios nacieron allí donde existían enormes descampados; incontables cines, teatros y casas de la cultura inundaron cada rincón de la milenaria capital armenia; Tamanian le daba forma a esa nueva gran ciudad plagada de particularidades, única, con esa Plaza de la República (ex Plaza Lenín), sus edificios lindantes y la imponente fuente de los 2780 picos de agua que simplemente despiertan admiración en las decenas de miles de turistas que la visitaron y la visitan a lo largo de las décadas; se construyó la línea de subterráneo en medio de las rocas y montañas, con 13 estaciones que se asemejan más a salas teatrales que a paradas del metro, lo que la hizo merecedora de numerosos premios internacionales; allí, en las alturas de Ereván, se levantó el Complejo de Dzidzernagapert en homenaje al millón y medio de víctimas del Genocidio Armenio, monumento que conmueve hasta el llanto a cada visitante y que acaba de cumplir 40 años; centros comerciales, establecimientos educativos, centros deportivos, edificios públicos, museos, monumentos y estatuas inundan cada rincón, no sólo de la capital, sino de toda la República. Enormes complejos industriales y productivos se abrieron a lo largo y ancho de Armenia. Centenares de miles de trabajadores elaboraban productos cuyo fruto era disfrutado por cada habitante de la Armenia Soviética. Artistas, científicos, intelectuales y deportistas recorrían el mundo llevando consigo todo el desarrollo de un pueblo al que creían, y algunos querían, desaparecido. Víctor Hampartzumian tomaba el cielo por asalto; Aram Khachadurian sacudía los corazones de todos con sus melodías; Tikrán Petrossian se consagraba Nº 1 del juego ciencia; pesistas y boxeadores cosechaban oro por doquier; el histórico Ararat se consagra Campeón de Fútbol de la URSS; nuestros poetas creaban sin pausa, formando a generaciones adentro y afuera de la Madre Patria; las comunidades diasporeanas se inundaban con libros, revistas y discos de la Armenia Renacida; los egresados la comenzaron a visitar; varios miles eligieron seguir sus carreras allí, transformándose en profesionales que regresaban a sus países de origen con un título que, tal vez allí, no hubiesen tenido la oportunidad de alcanzar; los docentes decidían perfeccionarse allí, en la fuente inagotable de armenidad, cuna del renacimiento sin igual.
Lo que ocurrió, todo aquello de lo que aún día nos seguimos enorgulleciendo son, sencillamente, logros de la reconstrucción socialista de un país, en este caso, de Armenia. Durante siete décadas todo lo producido fue para beneficio y disfrute de todos; la preocupación de todos fue lograr el bienestar de todos; hubo objetivos nacionales y toda la sociedad en conjunto se puso a disposición del cumplimiento de los mismos; los que demostraron ser dignos representantes de sus comunidades fueron elegidos como sus representantes a los distintos órganos de poder; los sobresalientes en las distintas esferas fueron reconocidos y transformados en ejemplo para la construcción de la nueva sociedad. Allí, en ese proceso, quedó claramente demostrado qué es posible en una sociedad socialista y qué, en el capitalismo.Aunque aún existan quienes intentan tapar el sol con una mano, el pueblo de Armenia vivió siete décadas de una gloria inolvidable, de un desarrollo incontenible. Y nosotros, su hijos dispersos por el mundo, disfrutamos de aquella gloria, gozamos con cada casa terminada, con cada fábrica en funcionamiento, con cada joven recibido, con cada monumento inaugurado, con cada poesía cantada, con cada kocharí danzado, con cada sentir patriótico hecho libro. Gozamos, disfrutamos, vivimos con y por ella. Por eso, jamás olvidaremos. Por eso hoy, al cumplirse el 87º Aniversario de la República Socialista Soviética de Armenia, vaya nuestro sincero homenaje a quienes transformaron aquel hermoso sueño en una inolvidable realidad. Nuestro reconocimiento y nuestro corazón para el pueblo y las autoridades que hicieron renacer Armenia de entre las cenizas. Y nuestro inquebrantable compromiso de seguir por el mismo camino, luchando por construir la nueva sociedad socialista.
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