viernes, 10 de septiembre de 2010

NO CONFUNDIRSE Y MANTENER LA MEMORIA

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 7 de septiembre de 2010

A no dudarlo. Estamos viviendo en un momento histórico de nuestro país y depende de cada uno la elección de ser protagonista –junto a otros millones- o simplemente mirar cómo suceden las cosas, dejando que otros resuelvan u opinen por nosotros.
Y aunque algunos no alcancen a ver cómo el pasado –por más lejano que sea- se entremezcla con el presente, hay quienes por todos los medios intentan ocultarnos ésta y otras verdades, tratando así de mantener el status quo vigente, ese mismo que tantos beneficios les ha dado a costa del terror, el miedo, el saqueo, la exclusión y la miseria a la que han sometido desde siempre a la gran mayoría de la población.
Nosotros somos argentinos descendientes del pueblo armenio, de aquel que fue víctima del terrorismo de Estado del Imperio Otomano –Turquía-, sufriendo las consecuencias del plan genocida planificado y perpetrado por las autoridades turcas con la complicidad expresa –o encubierta, según el caso- de las potencias occidentales. Y nosotros, nuestros padres y abuelos, sabemos bien de qué se trata no sólo eso de morir como consecuencia de dicha política criminal, sino de perderlo todo, de ver cómo gentes extrañas –asesinos, genocidas- se apropian de los hijos, las mujeres, las pertenencias particulares y personales, las casas, los elementos de trabajo, los ahorros, la tierra, la patria…
Pasaron 95 años. O más, si nos remitimos a las matanzas hamidianas que costaron las vida de 300 mil armenios y la pérdida de todos sus bienes y pertenencias. Y a pesar del tiempo transcurrido, seguimos reclamando JUSTICIA.
Alejados de nuestras tierras ancestrales, sin ningún tipo de contención moral ni material de parte de la comunidad internacional –salvo las honrosas excepciones del caso-, nuestros antepasados y nosotros, segunda, tercera y hasta cuarta generación, supimos conservar la memoria, transformándola en un reducto inexpugnable para todo tipo de “conveniencias y oportunismos”.
JUSTICIA, seguimos clamando a los cuatro vientos, a pesar de que aquella generación de genocidas y criminales turcos ya no está entre nosotros. Pero están sus descendientes, aquellos que deben aceptar la realidad de los hechos, reconocer los crímenes cometidos y pedir PERDON a través de su Estado, ese que los representa en conjunto. A partir de allí, deberán adoptarse una serie interminable de medidas que sustenten ese reconocimiento y ese pedido de perdón. Pero esta es otra cuestión.
¿Por qué comencé hablando de la Argentina actual y me fui al genocidio de armenios de hace 95 años?
Para intentar demostrarles que el tiempo y la distancia no son obstáculos si uno hace de la coherencia una práctica cotidiana.
¿Me entienden?
Vayamos por partes. ¿Qué pasaría si la comunidad internacional “justificara” el genocidio de armenios utilizando el argumento turco de que “los armenios eran aliados de los rusos en la guerra”? ¿Acaso es válida y lógica una “justificación” tan descabellada acerca de la matanza, las deportaciones masivas y los saqueos?
Trasladémonos 95 años. Ya estamos en la Argentina. ¿Es lógico que en vez de estar repudiando y condenando a quienes se apropiaron -a través de la sangre y el terror- de la mayor productora de papel del país, se esté discutiendo si los dueños a quienes sus bienes les fueron arrebatados manejaban dinero de una organización político-militar?
Otra. Turquía intenta -por todos los medios- demostrar que había una guerra con los armenios, cuando en realidad los armenios eran súbditos del Imperio Otomano, es decir, ciudadanos otomanos. En pocas palabras, “la teoría de los dos demonios”: por un lado “los armenios subversivos” y por el otro “el ejército –genocida- turco”.
Viajemos varias décadas acá y, lamentablemente, se repite ese mismo análisis. El gobierno de Alfonsín enjuicia a los genocidas jefes militares y pide la captura internacional de los líderes de las organizaciones que combatieron el terrorismo de Estado e intentaron defender la democracia. Y hoy, lo mismo. Diputados y senadores, elegidos por la gente para defender los intereses de la población y la Nación, se “solidarizan” con los delincuentes e intentan -por todos los medios- legislar para asegurarles la impunidad de la que gozaron hasta la fecha.
¿Qué diferencia hay entre aquel que planificó un plan criminal y da las órdenes con aquellos otros que colaboraron en las distintas áreas para garantizar el éxito de dicho plan? Si entran a una casa, se llevan a familias enteras que luego son acribilladas y en el “gran diario argentino” se publicaba: “10 subversivos muertos en feroz enfrentamiento”, ¿me pueden decir qué diferencia hay entre aquel que empuñó el arma y aquellos que empuñaron el lápiz y dieron la orden de que las noticias se publicaran de esa forma?
Si tuvieron “la valentía” para mentir, conociendo la verdad; para callar, habiendo escuchado llantos y gritos desgarradores; para ser cómplices en el rapto de bebés, sabiendo que sus familiares los estaban buscando; si tuvieron “la valentía” para eso y mucho más, deberán pagar las consecuencias por cada uno de los delitos cometidos.
Llámese Videla, Martínez de Hoz, Magneto o Bartolomé Mitre; Abdul Hamid, Mustafá Kemal, Taleat, Pinochet Hitler o Netanyau, sepan que está llegando la hora de los pueblos, aquella que se construyó en base a la memoria colectiva de millones y millones de ser humanos dispuestos a construir ese nuevo mundo donde Ustedes (los que están vivos) y la gente como Ustedes -criminales, genocidas, apropiadores- verá desde detrás de las rejas,
Vergüenza deberán sentir aquellos que defienden criminales tratando de manifestar así su oposición política. En este caso, a cada uno de ustedes, la historia no los absolverá.
Nosotros, descendientes de armenios, debemos esforzarnos para no confundirnos, manteniendo la coherencia y la memoria intacta.

Adrián Lomlomdjian
Director

No hay comentarios: