Editorial del programa del sábado 12 de Junio de 2010
Pasan tantas cosas en una semana, que a uno lo hacen dudar al momento de sentarse a escribir la editorial, que no es más que una opinión que pretende servir a la reflexión colectiva sobre temas que no sólo nos preocupan, sino que tienen incidencia concreta sobre nuestras vidas en general, y sobre nuestra contidaneidad, en particular.
Creo que la primera opinión debe estar dedicada al Estado genocida de Israel y a las potencias que dominan el escenario internacional.
Luego del asalto criminal de las fuerzas de elite israelíes a los barcos que llevaban solidaridad a los palestinos bloqueados y sistemáticamente masacrados por los mejores alumnos del nazi fascista Adolf Hitler, causaba asco, sí, asco, escuchar las declaraciones de las autoridades israelíes tratando de justificar lo injustificable. Y también causó asco, porque es ésta la palabra que se debe utilizar, la actitud asumida por las principales potencias que simplemente repudiaron “el acto” y NO al “actor-responsable principal” y, encima, se rieron de todos, pero por sobre todo de las víctimas y sus familiares, “exigiéndole al Estado criminal que lleve adelante una investigación de lo sucedido”.
¿Se entiende? Es como que se le hubiera pedido a los Jóvenes Turcos que investiguen las matanzas de armenios, o a Videla y Pinochet la represión en Argentina y Chile.
Y esa misma “comunidad internacional”, encabezada por las potencias mundiales, no sólo no cumplió con la voluntad de la mayoría de los pueblos de castigar a Israel de manera determinante, sino que encima intenta lavarle las culpas, acompañándola en su aventura contra Irán, sancionando a este último y con ello, dando por ciertas las acusaciones y difamaciones difundidas por el Estado genocida israelí.
Porque no caben dudas que ya no es tiempo de mirar pasivamente qué pasa a nuestro alrededor, sino de involucrarnos cada vez más y de aportar nuestro pequeño granito de arena para acabar con tanta hipocresía y tanta mentira dando vueltas e intentando –y muchas veces, logrando- manejar las conciencias de millones.
Entendámonos de una vez: el que está en falta no es el pueblo palestino, que resiste y lucha por su libertad, identidad y derechos, sino los israelíes, que ocuparon tierras, crearon un país, someten y masacran a un pueblo, y mantienen un Estado fundamentalista en el que la discriminación y la violencia son el sustento fundamental para su permanencia.
De nada sirve callar, como tampoco sirve solidarizarnos con la palabra nada más.
Nuestra solidaridad con el pueblo palestino debe expresarse a través de hechos concretos, de actos, de denuncias públicas y de todas aquellas otras manifestaciones que nos ayuden a sumar voluntades para ayudar a derrotar la prepotencia israelí, que como reguero de pólvora, se expande y es repetida por otras personas y en otras situaciones.
Si no, ¿cómo explicar la actitud del Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, quien se pasea por todos lados y emite opiniones con total desparpajo, cuando está procesado y es el principal responsable de la destrucción de la Ciudad de Buenos Aires y del deterioro de la calidad de vida de los millones que la habitan? ¿Cómo explicar la vuelta a escena del impresentable ex mandatario Fernando De la Rúa, responsable de una de las mayores tragedias y quien condujo al país a un callejón sin salida? ¿Cómo explicar la caradurez de Cobos, quien desde su lugar de Vicepresidente trabaja para erosionar y destituir al actual gobierno del que, paradójicamente, forma parte? ¿Cómo explicar que quienes tanto daño le hicieron al país, los dirigentes del peronismo, el radicalismo y la derecha liberal y conservadora, se nos presenten como “nuevos salvadores”, cuando en realidad son “los mismos explotadores y vende patrias” de siempre?
Esa prepotencia de la que hace gala Israel es la misma que utilizan yanquis y europeos para pisotear derechos por el mundo y dar cátedra de civilización, democracia y humanismo; es la misma que utiliza el Primer Ministro turco, Erdogán, para pedir el levantamiento del bloqueo a Gaza y mantener bloqueada a Armenia; para pedir el fin de la agresión a los palestinos y seguir agrediendo y bombardeando a los kurdos; para pedir que se respeten los derechos de las minorías y castigar con la cárcel a quienes en Turquía osan hablar del Genocidio de Armenios.
¿Y qué hacemos nosotros ante esta prepotencia? ¿La reconocemos y simplemente la miramos, o nos comprometemos a denunciarla y combatirla en cualquiera de sus formas y expresiones?
Pasar por la vida simplemente viendo qué ocurre a nuestro alrededor y disfrutando de los todos los adelantos es la principal opción que nos da –y hacia la que nos induce a través de sus todopoderosos medios de comunicación- el dominante y oprobioso sistema capitalista.
Nuestra opción no es fácil ni placentera, pero vale la pena: Vivir para luchar contra las injusticias y la explotación, para hacer de la solidaridad una actitud de vida, y para intentar construir sociedades de iguales que nos permitan poner las bases de un mundo donde la paz y la amistad entre los pueblos, y el bienestar general de la humanidad sean objetivos que guíen el accionar de la humanidad toda.
Adrián Lomlomdjian
Director
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