domingo, 14 de octubre de 2007

NADA CON LOS GENOCIDAS DE SIEMPRE

AUDICION RADIAL LA VOZ ARMENIA
EDITORIAL DEL SABADO 13 DE OCTUBRE DE 2007



¡Vaya paradoja! Una Comisión Parlamentaria de la mayor potencia imperialista y genocida que haya conocido la humanidad, aprobó por 27 votos a 21 (es decir, voto dividido), una resolución que destaca que “los acontecimientos sucedidos en 1915 en el Imperio Otomano contra los armenios fueron un genocidio”.
Y, ¿por qué negarlo? En todos nosotros hubo un sentimiento de satisfacción inmediato, producto de nuestro inquebrantable compromiso con la verdad y la justicia, particularmente en lo que respecta al Genocidio sufrido por nuestros antepasados, ya que a pesar de nuestras lógicas diferencias y particularidades sectoriales, hemos avanzado unidos en el reclamo y la lucha a lo largo de las décadas.
Pero claro, en muchos de nosotros, por no decir en la gran mayoría, al lógico y espontáneo sentimiento de satisfacción le siguió el momento de reflexión y cuestionamientos que podemos resumir en esta frase: “¿Merecen nuestros mártires que los genocidas de ayer y hoy laven sus culpas y sus manos manchadas con sangre simplemente introduciendo en un texto la palabra “genocidio” y “reconociendo” que fue ese crimen el sufrido por nuestros abuelos?
Uno ve titulares y extensas notas referidas al Genocidio de Armenios en los principales diarios del mundo, en las páginas de internet, en los programas de radio y televisión, y no puede mantenerse ajeno a sentir que éste, es un logro más de nuestra lucha que no conoce de renunciamientos. Pero no podemos negarlo: nos cuesta tragar saliva.
¿Tienen los imperialistas yanquis la moral necesaria como para tildar de genocida a algún otro Estado? ¿Tienen los cómplices de los genocidas otomanos el derecho de lavar sus culpas dirigiendo su dedo acusador sobre el gobierno que quizás no hubiera podido planificar ni perpetrar un crimen de tamaña magnitud sin el consentimiento de las potencias imperiales de entonces? ¿Por qué tenemos que mostrarnos satisfechos cuando parlamentos y gobiernos como los de Francia, Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos “reconocen” el Genocidio? ¿Por qué no exigimos que estos gobiernos reconozcan la participación activa que han tenido sus autoridades de entonces, no sólo en las matanzas sistemáticas de las poblaciones armenias, sino también en la ocupación definitiva de nuestros históricos territorios y en el saqueo de todos nuestros bienes, ya sea por acción directa o por omisión premeditada? ¿Cómo podemos reaccionr favorablemente si los parlamentarios norteamericanos que dicen “reconocer” el Genocidio de Armenios, son los mismos que invaden países, someten y explotan pueblos, expolian y saquean las riquezas naturales de otros Estados, pisoteando los derechos nacionales y humanos de cada ciudadano del planeta?
Si una importante parte de la población mundial conoce sobre el Genocidio y la usurpación de nuestros territorios históricos y se solidariza con nuestros reclamos, no lo hace por tal o cual declaración o ley aprobada por gobiernos y parlamentos, sino por el trabajo de hormiga que durante décadas hemos llevado adelante los descendientes de las víctimas. Si nuestra experiencia y nuestra lucha sirven para ponerle la mano en el pecho a quienes intentan repetir estos crímenes, no lo es por los “reconocimientos oficiales”, sino porque cada uno de nosotros, centenares de miles, nos hemos transformado en activos militantes en defensa de la vida y de los principios humanistas. Y además, porque jamás hemos esperado nada de nadie, y mucho menos, de los que tienen sus manos chorreando sangre...
No podemos permitir que nuestro dolor, nuestra herida aún abierta, nuestros reclamos y nuestra justa causa pasen a formar parte de los “bienes de cambio” en las relaciones entre los distintos países.
Seguir nuestra lucha por la Verdad y la Justicia va mucho más allá de las declaraciones políticas. Muchos dirán que gracias a ellas, se abren puertas y canales que antes nos estaban vedados. Puede ser que así lo sea, pero el camino recorrido y la experiencia vivida nos muestran que descansa sobre nosotros el NO OLVIDAR y mantener viva la memoria sobre lo sucedido, para que nunca más un pueblo sea víctima de crímenes tan horrendos como los sufridos por el pueblo armenio.
¿Devolución de los territorios? ¿Defensa de nuestro patrimonio cultural y nacional en los territorios usurpados y ocupados? ¿Indemnización? ¿Condena a quienes se apropiaron de los niños y mujeres armenias? ¿Establecimiento de relaciones con Turquía? ¿Continuidad en la búsqueda de declaraciones políticas de gobiernos, parlamentos y organizaciones internacionales? ¿Fortalecimiento del trabajo con organismoa nacionales y internacionales de derechos humanos? ¿Centralización de esfuerzos en el Juicio al Estado turco que lleva adelante la Fundación Hairabedian?
Como podemos apreciar, son muchas las cuestiones que se derivan del Genocidio y de nuestro compromiso de continuar la lucha. Pero, además de los muchos temas que nos quedan por definir aunando criterios, quedan otros que podemos ir aclarando. Por ejemplo, QUE NO QUEREMOS NADA CON Y DE LOS GENOCIDAS Y CRIMINALES DE SIEMPRE.

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