Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 10 de Octubre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)
Hace algunas horas, en Zurich y si nada imprevisto ocurrió, los Cancilleres de Armenia y Turquía firmaron los Protocolos para el ordenamiento de las relaciones entre ambos países. Según las últimas informaciones recibidas, participaron de la ceremonia importantes figuras de los gobiernos de Rusia, Estados Unidos, Francia y de la Unión Europea.
Este hecho histórico, estemos de acuerdo con él plena o parcialmente o en desacuerdo total, abre una nueva página en la milenaria historia del pueblo armenio, precisamente en la etapa en que las comunicaciones hacen casi inexistentes las fronteras geográficas y que “allá” es casi lo mismo que “acá” o viceversa. Fue así como en cada rincón del planeta hubo –casi en simultáneo- marchas de repudio a la decisión del gobierno de Armenia y cada posición política, cada comunicado institucional, cada comentario y cada debate formó parte de ese “todo” que trascendió las fronteras de la Madre Patria.
Lo hemos sostenido a lo largo de todo este proceso y lo seguiremos haciendo convencidos de que “nadie es dueño de la verdad absoluta” ni “nadie puede autoproclamarse sostén de los valores e intereses nacionales”, sino que cada quien, afirmándose en sus convicciones políticas-ideológicas-filosóficas-religiosas o de cualquier otra índole, contrapone su opinión a la de otro, tratando de encontrar puntos en común, aprendiendo de esas otras visiones y sumando esos nuevos y distintos conocimientos a terceros, para que cada quien tenga la posibilidad de sacar sus propias conclusiones y construir su propia verdad, que jamás será algo estanco, sino que permanecerá sujeto a la evolución del pensamiento y, por ende, será objeto de cambios.
Y no estamos justificando a aquellos que cambian principios y objetivos de vida como “pañuelos descartables”, sino de quienes afirmándonos en sólidas bases ideológicas no dudamos en reflexionar sobre nuestras posiciones, sometiéndolas a los cambios que nuestra evolución intelectual y práctica colectiva impongan, sin por ello renunciar a las convicciones que hemos sabido sostener aún en medio de la peor de las tormentas.
“Traidor” es una de las palabras que más se ha utilizado durante este proceso de debate franco, abierto y mundial por el tema de los Protocolos. “Traidor”, se lo llama al Presidente Sargsian por haberse animado a presentar públicamente estos acuerdos con algunos puntos que pueden se motivo de objeciones; “Traidores” se llama a quienes no comparten públicamente la forma de rechazo de cierto sector político-partidario, que intenta ser presentada como “la verdad absoluta”; “Traidores”, según ellos, fueron también los bolcheviques armenios y Lenin, que entregaron todo; “Traidores”, dicen por lo bajo, son aquellos que no se suman a sus actos de repudio, a sus marchas de protesta, ni a nada que ellos promuevan, considerándose ellos, soberbios y hegemónicos, “los paladines y guardianes de los intereses de la armenidad”.
Pero claro, para quienes la historia forma parte de nuestras vidas en cuanto a que de ella aprendemos aciertos y errores que nos ayudan a moldear conductas y posiciones, esta visión “casi infantil” de lo que significan, en este caso puntual, “los verdaderos intereses del pueblo armenio”, nos da la posibilidad de traer al debate y aportar a la reflexión colectiva, cuestiones que trascienden un tema, un hecho, un suceso.
Se afirma que el futuro de Armenia corre peligro por la firma de estos Protocolos con Turquía. Lo lamentable es que estos mismos sectores que hoy gritan su bronca a los cuatro vientos jamás hayan dicho que Armenia corre peligro por su nefasta política de acercamiento a Occidente, defendida esta orientación por ellos mismos como parte de los sucesivos gobiernos post-soviéticos.
Se insulta de mil y una formas al actual gobierno porque supuestamente “está entregando nuestros históricos reclamos”. Lo doloroso es que muy pocos –por no decir ninguno- de quienes hoy alzan sus voces “contra la entrega”, nada dijeron mientras todo un país era desguasado y todo un pueblo saqueado de sus pertenencias y privado de los derechos conquistados a lo largo de las décadas.
Y ni qué hablar de aquellos momentos cuando el Presidente Levón Ter Petrossian visitó nuestro país y era recibido como “paladín de no sé qué” y se llevaba de regalo varios millones, mientras sumergía al pueblo en la oscuridad y el frío durante más de 20 horas diarias a lo largo de varios años. O cuando se recibió al Presidente Robert Kocharian “como héroe nacional” poco tiempo después que fueran fusilados en el recinto parlamentario los principales líderes políticos de país y que él siguiera en su cargo como si nada, continuando además con el proceso de saqueo de los bienes públicos y con la privatización de las principales empresas nacionales.
¿Acaso no son traidores quienes permitieron el saqueo de todos los bienes públicos del país? ¿No son traidores quienes contribuyeron a que un grupo de mafiosos oligarcas se adueñaran de las propiedades que eran de todos? ¿No son traidores quienes privatizadores los sistemas públicos y gratuitos de educación y salud que eran gozados por todo el pueblo, que ahora se encuentra desamparado y a merced de las apetencias sin límite de sus nuevos amos? ¿No son traidores quienes quitaron gran parte de los privilegios con los que hacían su vejez más llevadera los jubilados y pensionados del país? ¿No son traidores los que a lo largo de la historia han estado con los turcos, luego con los yanquis, luego con los europeos, con los nazis y con la CIA?
Las relaciones entre Armenia y Turquía, nuestros territorios ocupados, el Genocidio Armenio, el saqueo de los bienes del pueblo, la “usurpación” vía privatización de las principales compañías estatales, todos y cada uno de los temas que nos preocupan a nosotros, como descendientes de armenios, deben ser tratados con objetividad, sin esconder aquello que no favorezca la posición de tal o cual sector, sabiendo respetar la opinión distinta, tratando de sumar y de construir lo nuevo.
“Hacer camino al andar”, es un desafío que asumimos quienes sabemos que sólo a través de la lucha se conquista la justicia. Y estamos convencidos que sólo será posible avanzar hacia la verdad y la justicia cuando la sociedad socialista comience a tomar forma en ambos países y con ello comencemos a desandar el camino de la construcción del hombre nuevo.
Adrián Lomlomdjian
Director
domingo, 18 de octubre de 2009
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