lunes, 9 de noviembre de 2009

Formar opinión propia, el desafío de todos

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 7 de Noviembre de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)

Si hay algo que ha quedado al desnudo en esta etapa de nuestras vidas –para quienes “queremos verlo”, porque poder, podemos todos-, es el hecho de que una parte importante de nosotros formamos idea y emitimos opinión sobre los distintos temas repitiendo el análisis realizado por otro u otros, y no sobre la base del análisis propio realizado luego de conocer y reflexionar sobre las distintas posiciones existentes sobre cada uno de esos temas. Es más, en muchos casos afirmamos con vehemencia y defendemos apasionadamente sin conocer siquiera el contenido de lo que estamos aprobando o rechazando.
En nuestro caso, podemos citar como ejemplo de lo que estoy diciendo los debates sobre la nueva Ley de Radiodifusión, a nivel nacional, y los Protocolos firmados entre los gobiernos de Armenia y Turquía, a nivel comunitario.
Debo aclarar que a lo que estoy haciendo referencia es sobre ambos temas hemos dado nuestras opiniones, defendido tal o cual posición, aseverado tal o cual cosa, y muchas veces lo hicimos sin siquiera conocer los textos a los que estamos haciendo referencia y sobre los que estamos debatiendo.
Dejemos la nueva Ley de Medios Audiovisuales para la próxima oportunidad y centremos este momento de reflexión en los acuerdos y las relaciones armenio-turcas y todas sus consecuencias.
Ni bien se dieron a conocer pública y mundialmente los contenidos de los Protocolos a firmar por los representantes gubernamentales de ambos países, en sectores importantes de la sociedad armenia y de las colectividades armenias radicadas en distintos países, comenzó a tratar de imponerse con vehemencia la idea de que “se estaba renunciando a la histórica lucha por el reconocimiento internacional del Genocidio de Armenios” y que “se estaba entregando la República de Gharapagh”, cuya liberación costó la vida de miles de armenios. Puesta a circular esta idea, la misma empezó a ser reproducida por distintos medios de prensa en Armenia y en cada una de las colectividades y, como paso siguiente, centenares de personas la hicieron propia y en ella basaron su opinión y posición. Lo lamentable es que en la mayoría de los casos ninguno se tomó el tiempo de leer los textos de los Protocolos, que en idioma español fueron publicados por los periódicos “Armenia”, “Sardarabad” y “Nor Seván”.
Es así como en los distintos foros de debate, sean éstos por internet, en nuestras instituciones, en reuniones familiares o en encuentros con amigos, se intercambiaban opiniones y se hacían aseveraciones sobre “traiciones” y “entregas” actuales y otras del pasado -poniendo énfasis en lo “nefasto de la época soviética para Armenia”-, sin conocer absolutamente nada por investigación y lectura propia de la historia armenia, sino simplemente repitiendo lo que “asegura” tal o cual corriente político-partidaria.
Amigos y amigas, tomen los textos de los Protocolos firmados, que en idioma armenio están en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia (http://www.armeniaforeignministry.am), y se sorprenderán al no encontrar referencia concreta ni al Genocidio y mucho menos a Gharapagh.
Sería importante que la Embajada de Armenia tradujera esos documentos al español y los pusiera a no sólo a nuestro servicio, miembros de la colectividad de Argentina, sino al de todos los hombres y mujeres de habla hispana. De esta forma, cada uno de nosotros tendría acceso a la fuente original y formaría opinión no sólo, y casi de manera exclusiva, a través de los dichos de terceros.
Que se entienda que no estamos instando a defender tal o cual posición, a manifestar apoyo o rechazo al gobierno o a la oposición, sino a definir posiciones a través de la formación de una idea propia basada en el conocimiento genuino del tema a tratar, sumándolo al análisis reflexivo de las distintas opiniones existentes.
Creo que así ganaríamos todos, ya que estaríamos superando ciertos antagonismos nacidos en la falta de conocimientos que alimentan el fanatismo sin sentido que, lamentablemente, continúa haciendo estragos en ciertos sectores comunitarios.
Se puede, y se debe, mantener las convicciones firmes, no renegar de ellas, tratar de hacer que las mismas se hagan carne en otros muchos, que se apropien de ellas miles y miles de personas. Y podemos lograrlo sin recurrir a la mentira, a la falsificación y tergiversación de ciertos acontecimientos históricos, sin esconder errores propios ni utilizando una fraseología agresiva para quienes piensan distinto.
La fortaleza de nuestros ideales se basa, en gran parte, en la búsqueda permanente de la verdad, en el análisis autocrítico de lo actuado, en el reconocimiento de los errores cometidos y en tratar de sostener cotidianamente la coherencia elemental entre lo predicado y lo actuado.
Y, por sobre todas las cosas, esa fortaleza está basada en la justeza de nuestra lucha por un mundo nuevo sin explotadores ni explotados y en saber que nadie nos regalará nada ni hará el trabajo por nosotros, que todo se consigue a través de la lucha. Y que la única lucha que se pierde, es la que se abandona.


Adrián Lomlomdjian
Director

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