domingo, 7 de marzo de 2010

Construir NUESTRA colectividad

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 20 de Febrero de 2010

Está por comenzar a girar la poderosa y multifacética rueda comunitaria y como sucede cada año, miles y miles de personas pondrán en marcha sus propios motores y andarán por los distintos ámbitos, dándole vida y forma a cada uno de nuestros establecimientos educativos, deportivos, sociales, culturales, políticos, artísticos y religiosos.
Se sucederán las actividades, las celebraciones, los encuentros, las charlas, los conciertos y festivales, y cada quien tendrá una participación acorde al grado de compromiso y responsabilidad asumidos, pero todos muy importantes para que la rueda siga girando, desde los organizadores y los participantes hasta cada uno de los asistentes.
Y en medio de esa vorágine en la que cumplir con los objetivos cotidianos se convierte casi en un fin en sí mismo, sin casi otra alternativa a la vista, tomarse unos minutos para reflexionar se torna descabellado porque equivaldría a poner en peligro “el giro mismo de la rueda comunitaria”.
¿Está bien estructura la colectividad? ¿Tenemos objetivos comunes a cumplir? ¿Tenemos un pensamiento como comunidad, o simplemente nos denominamos así porque tenemos una raíz en común, la armenia, y nada más? ¿Nuestra escuelas cumplen el rol pensado y asignado por quienes se esforzaron para crearlas? Y si es así, ¿por qué hay más niños armenios fuera de las escuelas armenias que estudiando en ellas? ¿Estamos dispuestos todos a debatir sobre esta y buscarle la vuelta? ¿O las instituciones que no tienen escuela se van a lavar las manos y las que tienen “no van a dejar que se metan en lo que llaman cuestiones internas”?
Así, podría seguir enumerando una serie de interrogantes que abarcarían a cada una de las facetas comunitarias, pero preferí poner el énfasis en las escuelas, ya que resulta innegable que es ese el pilar básico sobre el que descansa el presente y el futuro de la colectividad armenia como tal.
Cuantos más alumnos tengan las escuelas armenias más vida tendrá cada una de nuestras instituciones, de nuestros conjuntos y coros, de nuestros grupos scout, de nuestros equipos deportivos. Porque son esos niños y jóvenes los que practican cada una de las actividades y los que movilizan a sus familias, es decir, son ellos el nexo entre la estructura comunitaria y la gente.
Parece sencillo, es decir, tendríamos que hacer una gran campaña, ir a buscar a centenares de niños y jóvenes armenios que no concurren a las escuelas armenias, traerlos y listo. Chau problema. Un año vuelven 100, otro 200, otros tantos otro año y así, en un lapso de tiempo determinado, estaría solucionada la cuestión, habría miles de descendientes de armenios en nuestros establecimientos y estaríamos más que felices todos… Pero, ¿es así?
Lamentablemente no. No es así ni en esencia, ni tampoco es tan sencillo.
Porque ante todo deberíamos responder con sinceridad a estas preguntas: ¿El principal objetivo de las escuelas armenias sigue siendo transmitir los valores de la armenidad a las nuevas generaciones? ¿Sigue siendo la enseñanza del idioma armenio uno de los pilares de esa formación en nuestras escuelas? ¿O ahora queremos que sepan que son descendientes de armenios, conozcan algo de su historia y nada más, y que la escuela cumpla otra función? ¿Queremos que nuestras escuelas rebalsen de niños y jóvenes descendientes de armenios? ¿O queremos que a ellas concurran los alumnos necesarios para que cierren los números y nada más?
Y ojo, que estás preguntas y cuestionamientos no son sólo para quienes dirigen los destinos de nuestras escuelas, sino también para cada uno de nosotros como padres de los alumnos que concurren a ellas, dirigentes y militantes comunitarios, o miembros activos de la colectividad.
Quienes dirigen los destinos de las escuelas hacen un esfuerzo por demás titánico para mantener en pie y en funcionamiento cada una de esas estructuras. Es así como lo cotidiano los absorbe de tal forma que no les permite esos minutos para reflexionar sobre lo que tenemos, cómo lo tenemos, hacia dónde y cómo vamos.
Creo que los problemas y las deficiencias las conocemos todos, quien más y quien menos. Algunos pretendemos cambiarlas y accionamos en ese sentido, sin que ello presuponga ver cambios concretos en períodos de tiempo cortos. Es un proceso. Hay otros que también conocen las dificultades y deficiencias pero el acostumbramiento y el miedo al cambio los hacen adoptar una posición conservadora de mantener lo que hay haciendo pequeños readecuamientos que no pongan en crisis el modelo. Y hay también aquellos quienes están al tanto de todo y les da lo mismo. Critican, dicen esto y aquello está mal, esto es un desastre, pero no se les cae una idea, un aporte para mejorar lo que ellos mismos critican.
Las puertas de cada una de las instituciones comunitarias están abiertas para todos y hay para todos los gustos. Es decir, nadie puede argumentar que no se siente identificado con una institución y por eso no participa. Hay para elegir. Lo que falta es el compromiso y la responsabilidad para sentirse parte, para tratar de cambiar las cosas desde adentro, con militancia y sacrificio.
Para debatir hay mucho y les aseguro, por experiencia propia, que estamos atravesando una etapa en la que todos están predispuestos a debatir todo.
Ceo que transitamos por un momento crucial. Depende de cada uno de nosotros aprovecharlo para beneficio de todos o dejar que el tren siga de largo.
Quienes sienten que pueden aportar compromiso y militancia, tienen a dónde ir, decenas de instituciones políticas, deportivas, educacionales, culturales, coros y conjuntos de danza, religiosas, regionales, de beneficencia, de damas, juventudes, periódicos, radios.
Y quienes ya estamos girando en la rueda desde hace largos años no debemos dejar escapar esta nueva oportunidad de comenzar a construir una colectividad más abarcativa y solidaria en la que se vea reflejada nuestra identidad argentino-armenia y la que sepa dar respuesta a nuestras necesidades y no a la que nos traten de imponer desde otras latitudes.

Adrián Lomlomdjian
Director

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