Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 11 de Abril de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)
Una serie de acontecimientos y dichos se sucedieron en las últimas 2 semana en lo que respecta a todo lo relacionado a Armenia y Turquía.
Por ejemplo, el 2 de abril comenzaban las transimisiones en idioma armenio por la radio estatal turca y pocos días después arribaba a Estambul el nuevo líder del imperio yanqui, quien ya sea durante su encuentro con las más altas autoridades del país, como durante su intervención ante la Asamblea Nacional turca y ante los periodistas, hizo referencia a las relaciones armenio-turcas, a los acontecimientos de 1915 y al conflicto de Gharapagh.
El Canciller armenio Eduard Nalbandian también arribó a Estambul durante la permanencia de Obama allí y mantuvo un encuentro con éste y el su par turco Alí Babadján. Mientras tanto en Ereván, el Presidente Sargsian hablaba de su optimismo sobre la apertura de la frontera armenio-turca y el establecimiento de relaciones, reiterando una vez más que ello no significaba deponer posiciones con respecto al reconocimiento del Genocidio. El Presidente turco Gül declaraba en la misma sintonía, pero el Primer Ministro Erdoghan aseguraba que “sin el retiro de las fuerzas ocupantes armenios de los territorios azerbeidjanos, ninguna relación es posible”.
A todo esto habría que sumarle las declaraciones públicas de muchos funcionarios de países europeos y de la región del Cáucaso, para terminar de darnos cuenta que el tema no sólo está instalado en las sociedades armenia y turca, en la azerbeidjana y en nuestras comunidades diasporeanas, sino que excede ampliamente dichos límites, pasando de ser un tema particular a uno de intereés internacional. Y el primer interrogante que se nos cruza por la cabeza es: ¿nos conviene?
Algunos intentan presentar la cuestión, y las respuestas a los interrogantes existentes, como que cada quién argumentará de acuerdo a una reflexión individual y colectiva, a su compromiso con el pasado, presente y futuro de la Madre Patria, e influenciado –principalmente- por su lugar en el mundo. Es decir, que el ciudadano de Armenia, independientemente de su identificación político-partidaria, se manifestará a favor –entre otras cosas- desde el punto de vista de la conveniencia económica; y que quienes integramos la diáspora, lo haremos negativamente sosteniendo posiciones principistas y sin importarnos la “conveniencia” del estado armenio y su pueblo.
Como vemos, es un tema por demás espinoso y difícil para ser tratado con liviandad y a la apurada. La primera impresión es que ambos argumentos son legítimos e incuestionables: el sostenido mayoritariamente desde la Madre Patria sobre la “conveniencia” y el de la diáspora, basado en el temor de que se renuncie a los históricos reclamos.
Ahora bien, reflexionemos juntos escuchando algunos interrogantes: ¿Es valedero el argumento de que el Estado armenio no representa a las víctimas del genocidio y a sus descendientes, y que por ello puede dar ciertos pasos en su relación con Turquía? ¿Hasta dónde no puede ser considerada una verdadera traición la declaración del entonces Presidente Kocharian sobre que “el Estado armenio no mantiene ningún reclamo territorial para con Turquía? ¿Es estar contra los intereses de Armenia sostener que es inmoral establecer relaciones con los herederos del Estado genocida que aún no sólo no reconocieron, sino que continúan el genocidio en su etapa negacionista? ¿Se puede establecer una relación de amistad y cooperación en distintas esferas con un Estado que lleva adelante una poderosa campaña negacionista sobre un crimen de lesa humanidad? ¿Hasta dónde se puede seguir aceptando como “único rol nacional” de la diáspora el del apoyo económico? ¿Por qué no se tiene en cuenta la opinión de los sobrevivientes del genocidio en lo que respecta a las cuestiones relacionadas a dicha tragedia? ¿Dónde está escrito que deben cesar los reclamos territoriales luego de pasados “tantos años”? ¿La apertura de la frontera y el establecimiento de relaciones diplomáticas no traerán como consecuencia directa un “lento y paulatino desaceleramiento” de nuestros históricos reclamos? ¿No será que quienes ven en esta “apertura” el comienzo de “un gran negocio económico” tratan de imponernos a todos la visión de que es un tema crucial de interés nacional? ¿No se debería convocar a un gran debate sobre el tema, tanto en la Madre Patria como en cada una de nuestras colectividades?
Estos interrogantes, que sólo son algunos pocos de los muchos que se nos van cruzando por la mente a cada uno de nosotros, conllevan en sí nuestra opinión, que si bien no es definitiva, contiene una importante diferencia con el sostenido por las autoridades armenias no sólo ahora, sino también durante la administración de Kocharian, cuando militares turcos participaron en Armenia de maniobras militares, cuando Kocharian viajó a Estambul a una reunión cumbre de la OTAN o cuando ministros de distintas carteras viajaron “oficialmente” a Turquía.
No estamos en contra del establecimiento y la profundización de las relaciones entre ambos pueblos. Ningún bloqueo “oficial”, ninguna “campaña negacionista”, ninguna “historia oficial tergiversada” pueden transformarse en barrera infranqueable para hombres y mujeres dispuestos a construir un futuro de paz y amistad sobre la base de la verdad.
Multiplicar encuentros entre organizaciones sociales y políticas, entre movimientos juveniles y de derechos humanos de ambos pueblos, entre los que sabemos quiénes son y dónde están nuestros verdaderos enemigos, es la verdadera apuesta que debemos hacer quienes estamos convencidos y luchamos por un mundo nuevo sin explotadores ni explotados, sin diferencias raciales, nacionales, políticas ni religiosas, con paz y fraternidad, para ser disfrutado por toda la humanidad.
Adrián Lomlomdjian
Director
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