lunes, 20 de abril de 2009

El Genocidio de Armenios y nuestras convicciones

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 18 de Abril de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Tratar de hacer una editorial dedicada casi íntegrante a un nuevo aniversario del Genocidio de Armenios y no hacer de este tema su núcleo central, resulta difícil y hasta osado. Pero no es que no vamos a hablar del tema, sino que lo tocaremos indirectamente, ya que nosotros -y por ende, todo lo que generamos- somos consecuencia directa del genocidio planificado y perpetrado entre fines del siglo XIX y principios del XX, por la autoriodades del Imperio Otomano contra el pueblo armenio, con la complicidad manifiesta o solapa –por acción o inacción- de las potencias occidentales de entonces.
A lo largo de las décadas, con sus lógicos matices e incluso con diferencias conceptuales procndas, todos los armenios y sus descendientes, en Armeni` y en los distintos países que conforman la diáspora, seguimos reclamando justicia y mantenemos viva la memoria de las sucesivas generaciones, en nuestro caso, tercera y cuarta generación de descendiente de víctimas y sobrevivientes del genocidio.
La Unión Cultural Armenia, organización identificada desde su creación –hace más de ocho décadas- con la lucha de los pueblos por su liberación nacional y social, por la paz y la fraternidad entre los pueblos, y por la construcción de la sociedad socialista, siempre ha valorado la vida como bien supremo de cada ser humano. Y en su defensa, por su libre y justo desarrollo, ha llevado adelante una intensa actividad a lo largo de los años.
Como argentinos descendientes de armenios hemos sufrido de manera reiterada el horror de las prácticas genocidas: a la barbarie otomana-turca se le sumó la feroz dictadura militar argentina, que regó con la sangre de miles de compañeros y compañeras estas tierras que aún siguen gimiendo dolor ante la impunidad y la falta de justicia. Impunidad y falta de justicia que existió también para con los cabecillas turcos, sus secuaces y aliados, y que dio lugar, años más tarde, a que el líder nazifascista Adolfo Hitler soñara con aniquilar la URSS y dominar el mundo, aplicando para ello una política de exterminio masivo en países y ciudades ocupadas por sus fuerzas asesinas.
En el ámbito nacional se elogia permanentemente la memoria de los descendientes de armenios, quienes no olvidan y siguen reclamando justicia a tantos años de perpetrado el genocidio contra sus antepasados (en este caso, a 94). Y sin que suene pedante, debemos reconocer que la memoria colectiva relacionada al Genocidio de Armenios ha sido, y lo sigue siendo, un reducto inexpugnable para el olvido y los discursos conciliadores. Pero nosotros, integrantes de la corriente progresista y de izquierda de nuestra colectividad, somos concientes que con la memoria sólo no alcanza, y mucho menos, con la “memoria selectiva” que desarrollan otros sectores comunitarios, quienes influenciados por concepciones filo-nazionalistas y filo-sionistas, afirman sin ruborizarse que el genocidio de armenios fue “el primero”, es “único” e “incomparable” con otros, como por ejemplo, con el cometido por la dictadura genocida argentina, etc.
Contra esta forma de pensar, y contra el accionar que deviene de la misma, venimos disputando-debatiendo-luchando desde hace años, en el seno de nuestra colectividad. Y aunque queda un largo camino por recorrer, muchas cosas por hacer y por aprender, podemos decir con satisfacción que nuestra prédica ha encontrado eco en ciertos ámbitos y hoy, ya no resulta “fuera de lugar” hablar de los desaparecidos y asesinados durante la dictadura, ni del permanente genocidio que sufren los pueblos palestinos, irakí, afgano y otros.
En las escuelas armenias se dictan clases especiales y brindan testimonio familiares de desaparecidos de origen armenio, los programas radiales comunitarios dedican importantes espacios al tema de derechos humanos, en general, y al Genocidio de Armenios y a la dictadura militar en particular; en los periódicos se escribe al respecto; en las distintas instituciones se brindan charlas y conferencias sobre estos temas. Como resulta fácil de apreciar, se ha avanzado mucho en este sentido y, humildemente pero sin faltar a la verdad, el aporte realizado en todo ésto por la Unión Cultural Armenia y por otros sectores y personalidades de fuertes y arraigadas convicciones humanistas, ha sido más que importante.
Jamás hemos dudado de nuestros ideales, objetivos ni convicciones. Siempre, aún en los momentos más difíciles -cuando resultaba muy fácil “cortar camino” por la ruta del reformismo y la claudicación- mantuvimos en alto las banderas históricas que nos identificaron a lo largo de las décadas. La tempestad neoliberal y globalizadora no pudo torcer el rumbo de nuestra nave, que no se desvió ni un milímetro del único camino que consideramos digno de transitar. Es cierto, estuvimos como detenidos un tiempo y avanzamos pasitos de hormiga en otro. Pero, siempre, teniendo el rumbo claro y las convicciones intactas. La necesaria autocrítica, practicada permanentemente como ejercicio valedero para seguir construyendo y avanzando, no nos llevó a conclusiones erradas, sino a reafirmar ideales y objetivos.
Todo eso lo vivimos en la Unión Cultural Armenia como parte del campo popular argentino, armenio, mundial. Lo vivimos colectivamente, por un lado, e individualmente, por el otro, cada uno de quienes formamos parte de esta estructura: los veteranos, los adultos, los jóvenes y los adolescentes que estaban iniciando su actividad institucional. Y esa fortaleza, esas convicciones indestructibles, esos ideales nobles, ese compromiso militante es el que logramos transmitir a nuestros jóvenes, a esa camada de nuevos dirigentes que ocupan importantes cargos de responsabilidad en nuestra organización. Y estos jóvenes serán quienes, a través de su fidelidad y seguridad, transmitan los principios y objetivos institucionales y el compromiso de lucha a las nuevas generaciones. Por eso nos sentimos fuertes. No para dominar y hegemonizar, sino para convencer y sumar a nuevos compañeros y compañeras, a más militantes y luchadores.
En tiempos en que la prepotencia imperial parece no conocer de límites; cuando quienes se autoproclaman “líderes mundiales” avanzan día a día en la destrucción del planeta, cuando hay quienes cambiando traje y discurso nos quieren convencer de lo inexistente y lo irreal (como por ejemplo, que ellos no hicieron lo que sí hicieron o no estuvieron donde sí estuvieron..., ¿se entiende?); cuando “el sentido común dominante” nos quiere hacer ver como “naturales” el hambre, la miseria, la explotación y la exclusión; cuando nos quieren hacer creer que “redistribuir” es igual a “construir una nueva sociedad”; cuando decirse “progresista” equivale a igualarse con quienes hasta no hace mucho eran acérrimos defensores del capitalismo neoliberal salvaje; en estos momentos de marchas y contramarchas, mantener y desarrollar un ámbito colectivo donde de manera conciente se combaten el egoísmo, el individualismo, la vanidad, el ánimo de lucro y la indiferencia, sólo puede lograrse cuando las bases son sólidas y las convicciones indestructibles.


Adrián Lomlomdjian
Director

No hay comentarios: