domingo, 22 de marzo de 2009

¿Quién se atrevió?

Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 21 de Marzo de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)



El martes 17 de marzo quedará grabado a fuego en la rica historia comunitaria armenio-argentina, ya que ese día la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, Presidenta de todos los argentinos, estampaba su firma debajo de la decisión de abrir una Embajada de nuestra Patria en la República de Armenia, es decir, en nuestra Madre Patria.
Este acontecimiento, la ceremonia en sí, quizá para algunos no haya sido más que “cumplir con sus funciones diplomáticas”; para otros, desde el caracterizado y ampliamente difundido “cholulismo”, fue “poder estar y sacarse una foto” con la misma Presidenta a la que tal vez, al recordarla diariamente, no se le dispense ninguna de esas “sonrisitas” que sobraron durante el encuentro.
Así, podríamos enumerar distintos significados, pero nos interesa destacar el que tuvo para nosotros, quizá la mayoría de quienes formamos parte de la comunidad armenia en Argentina y para quienes este hecho trasciende el estrecho marco diplomático y cholulo, para ubicarse en un lugar privilegiado en lo que hace a nuestra labor y construcción cotidianas.
La apertura de la representación diplomática argentina en Ereván (aún sin fecha definida) es el establecimiento de una parte de todos nosotros en el suelo de la Madre Patria. Allí, comenzarán a conocernos en profundidad no sólo a nosotros, argentinos, sino también a nuestros hermanos latinoamericanos, transformándose nuestra sede diplomática en un ámbito regional desde donde transmitir al pueblo armenio una realidad muy distinta a la que recibe diaria y masivamente desde el “trabajo diplomático” que desarrollan las Embajadas primermundistas de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania, entre otras, además de las “oficinas locales” del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea, la OTAN, etc. Porque mientras desde esos espacios “de la civilización europea y occidental” se bombardea información destinada a adormecer conciencias o a domesticarlas al servicio de sus intereses, desde nuestra representación deberán difundirse noticias relacionadas a nuestra historia particular, comunitaria y nacional, a la continental y a la rica tradición de lucha contra la dominación y por sociedades justas.
Es decir, que además de las innumerables posibilidades que se abrirán y se sucederán en las relaciones entre nuestros países y entre nuestra comunidad y la Madre Patria, también está este importante rol nacional y regional cuyo cumplimiento también depende de nuestra decisión.
Hasta aquí, lo relacionado estrictamente al significado de la apertura de la Embajada argentina en Ereván.
Pero, lamentablemente, no todo fue sinónimo de alegría. Y si bien lo lamentable no fue algo inesperado ni sorpresivo, no dejó de doler a mucha gente involucrada hasta los huesos con esto de la armenidad y su mantenimiento en tierras tan lejanas.
Quienes pudieron obervar fotos del acto, ya sabrán de qué estoy hablando. Quienes no, les comento que estoy haciendo referencia a la decisión (aún no puedo afirmarles de quién, aunque tengo una gran aproximación al respecto), reitero, estoy haciendo referencia a la decisión de decir “estos pueden ir al acto y estos no”, “este sector puede estar representado y este no”, “estos medios van a poder comunicar e informar y estos no”. ¿Se entiende?
No voy a dar nombres, no sólo para no herir susceptibilidades, sino porque el debate no es sobre quienes fueron y quiénes no, sino sobre si seguimos alimentado una colectividad elitista y caduca sólo para los privilegiados, o comenzamos a poner los cimientos para una colectividad de iguales, solidaria y para todos.
Si por ejemplo, desde hace años, a veces de manera infructuosa y otras, como ahora, con resultados positivos, venimos intentando la formación de una mesa interinstitucional que nos aglutine y nos permita abordar conjuntamente temas que nos son inherentes a todos por igual, ¿quién fue, o quienes fueron lo que se atrevieron a decidir separarnos, diferenciarnos y decir “estos sí y estos no”? ¿Quiénes y desde dónde toman esas decisiones que lo único que hacen es tirar por la borda el sacrificio realizado por varias camadas dirigenciales para superar diferencias y acercar posiciones? ¿Quiénes tuvieron el tupé de resolver quién merecía -“por su supuesta armenidad”- estar en el acto y quién no? ¿Quién evalúa nuestro grado de armenidad y patriotismo, nuestra fidelidad para con nuestras raíces ancestrales, o nuestro grado de identificación con la Madre Patria? ¿Hay alguien capaz de hacerlo? ¿Quién fue quien resolvió que la mayoría de las instituciones comunitarias, algunos medios escritos y las audiciones radiales no merecían estar presentes?
La semana pasada, en nuestra editorial, hacía referencia a las escuelas y decía textualmente: “No es que toda la colectividad es así, elitista y cada vez más concentrada, sino que decimos que de seguir por este camino vamos a tener una colectividad con dos sectores bien diferenciados, ya sea en su composición como en los objetivos que los movilicen”.
El martes, alguien, o algunos, resolvieron seguir avanzando por este camino.
Queda en cada uno de nosotros permitírselo o ponerle la mano en el pecho y decirles: “Hasta aquí llegaron. Ahora empieza una nueva historia”.


Adrián Lomlomdjian
Director

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