Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 14 de Marzo de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)
En nuestra editorial de la semana anterior comenzábamos una especie de reflexión pública sobre “el ser armenio”, su significado, sus “por qué-s” en las distintas épocas del desarrollo del pueblo armenio y la utilización de ese “ser armenio” en nuestro medio, en nuestra colectividad, para fines determinados.
Aquella editorial fue, como las demás, nuestro aporte a lo que consideramos como fundamental y básico para el futuro de nuestra colectividad como tal, es decir, para la concreción de un amplio y franco intercambio de ideas donde todas las opiniones puedan ser escuchadas y debatidas, y donde no se nos sigan imponiendo “frases hechas” como “verdades únicas e indiscutibles”, manteniendo así estructuras de una colectividad cada vez más concentrada y elitista, al menos en cuanto a lo que generan las instituciones con mayor poder económico.
No es que toda la colectividad es así, elitista y cada vez más concentrada, sino que decimos que de seguir por este camino vamos a tener una colectividad con dos sectores bien diferenciados, ya sea en su composición como en los objetivos que los movilicen.
Por ejemplo, si no terminamos de entender que las escuelas armenias son para que nuestras nuevas generaciones “aprendan el idioma y mantengan los lazos con sus raíces” y no “un ámbito especial y diferenciado donde hacerlos sentir distintos al mundo que los rodea”, cada vez vamos a tener menos alumnos, o mejor dicho, van a tener los alumnos de aquellas familias que puedan pagar la cuota establecida y que les permitan hacer de los establecimientos educacionales “una empresa rentable”.
Y esto lo digo con el mayor de los respetos por todos quienes forman parte de las Comisiones de cada una de ellas, quienes se desloman por mantener esos espacios abiertos a costa de enormes sacrificios personales y a quienes, en la mayoría de los casos, me une el afecto y el aprecio personal.
Lo que se propone desde esta tribuna de opinión es la apertura de un gran debate para redefinir objetivos entre todos, ya que las escuelas son, básicamente, los pilares comunitarios y allí es donde se aglutina la gran masa activa de la colectividad y desde allí de donde salen la gran cantidad de los futuros dirigentes de todas las instituciones.
No podemos seguir conviviendo con escuelas donde mientras se hace un gran esfuerzo por mantenerlas abiertas y funcionando, no se cumplan con aquellos objetivos básicos que llevaron a nuestros antepasados a fundarlas y mantenerlas con enorme sacrificio. Porque si hay más alumnos descendientes de armenios fuera que dentro de las escuelas armenias; porque si quienes en ellas estudian salen casi sin poder hablar armenio (salvo honrosas excepciones); porque si a pesar de este déficit idiomático cada vez se quitan más horas de armenio y se agregan de inglés, plástica, natación. etc.; porque si los objetivos se basan sobre “pérdidas o ganancias económicas”; NO ESTAMOS CUMPLIENDO Y ALGO ESTA FALLANDO.
Dudo que los directivos de los establecimientos armenios se sacrifiquen como lo hacen simplemente para mantener el espacio abierto; dudo que los padres hagan enormes esfuerzos para pagar las cuotas mensuales sólo para que sus chicos estén en un ambiente seguro; dudo que las docentes de armenio hagan todo lo que hace sólo para llevar un “sueldito” a casa; dudo que estemos dispuestos a resignarnos con esta cruda realidad.
No podemos seguir escondiendo las cosas debajo de la alfombra o encerrando bajo llave los problemas que nos acucian.
Debemos poner las cosas negro sobre blanco y llamarlas por su nombre, aunque nos duelan. ¿O no nos duelen?
Porque si somos concientes de estas carencias y permitimos que continúen y, peor, contribuimos a ahondarlas, estamos contribuyendo con objetivos totalmente ajenos a los intereses comunitarios generales, más allá que se nos quieran vender de esa forma.
Y es a partir de aquí, de la toma de conciencia de esta situación, donde cada vez queda más expuesta la existencia de al menos dos visiones sobre la colectividad, que han convivido “casi naturalmente” hasta ahora, pero que cada día se tornan más irreconciliables entre sí.
No hablamos de buenos y malos, sino de intereses opuestos. De, por ejemplo, ponerle distintas medidas de “armenidad” a lo que hacen unos y otros, sobrevalorando a algunos y llegando casi al menosprecio de quienes “lo entregan todo” sin esperar ni recibir casi nada o nada a cambio. Un caso concreto, que al menos me dejó marcado a mí para siempre y también lo hizo con muchos otros, es el que involucró a nuestro queridísimo Arturo Kouyoumdzian. Mientras nuestra “autoproclamada” poderosa colectividad tardó 2 años en colectar algo así como 80.000 pesos para el trasplante (y no los llegó a juntar), esa misma colectividad, a los pocos días y en una cena, colectó 200.000 pesos para un hospital en Armenia. Esto último está bárbaro, no? Pero lo primero sigue siendo una de las mayores vergüenzas con las que deberemos cargar todos, queramos o no, por el resto de nuestras vidas.
Con este ejemplo quiero dejar en claro cómo algunos pueden, y deciden, qué es lo importante para la “armenidad”.
Queda mucha tela para cortar y cada sábado abordaremos estas cuestiones sin tapujos ni temores y con la seguridad de estar aportando a la indispensable, y cada vez más urgente, refundación comunitaria
Adrián Lomlomdjian
Director
martes, 17 de marzo de 2009
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