Editorial del programa del martes 12 de octubre de 2010
La semana pasada hacíamos mención a que hay hechos concretos que actúan como disparadores de situaciones que nos ayudan a clarificar conceptos y a ver quién es quién, más allá de lo que dicen ser, a veces de manera vehemente y sin ningún tipo de vergüenza ante la falsedad manifiesta.
La semana pasada dedicamos nuestra editorial al intento golpista en Ecuador, a la actitud tomada por algunos sectores en nuestro país y a la situación latinoamericana, muy distinta a aquella que “fomentaba las relaciones carnales con el amo imperial”.
El 21 de septiembre de 1991, fecha que desde Armenia pretende ser impuesta –y los es para una gran parte de la armenidad- como la de la segunda independencia, también es de aquellos hechos que ayudan a conocer más y mejor a la gente y, por sobre todas las cosas, contribuyen a poner negro sobre blanco.
En mayo de 1918, el Seim de Transcaucasia, creado y conformado por Georgia, Azerbeidján y Armenia con el inocultable objetivo de separar la región de la naciente Rusia Socialista, firmaba su cerificado de defunción –bajo presión turca- y daba nacimiento a las Repúblicas de Georgia, Azerbeidján y Armenia, en ese orden, los días 26, 27 y 28 de Mayo.
Independientemente de la valoración que podamos hacer -y estaríamos en todo nuestro derecho- sobre las causas y formas del nacimiento de la república y su posterior desarrollo, lo concreto es que luego de más de seis siglos de carecer de una entidad que lo aglutinara y de padecer matanzas sistemáticas, genocidio y usurpación de la mayoría de sus históricos territorios, el pueblo armenio tenía finalmente un hogar nacional donde proyectar su futuro.
Y es en ese territorio, en el contexto histórico que tenía como guía de los pueblos la lucha de los obreros y campesinos rusos por construir la nueva sociedad socialista, donde ese mismo pueblo que sobrevivió al intento genocida de borrarlo de la faz de la tierra puso en marcha el inédito proceso de edificación de la República Socialista Soviética de Armenia a partir del 29 de Noviembre de 1920.
Como vemos, un mismo Estado de una misma república, pero con objetivos distintos.
No vamos a hacer valoraciones de ninguna de las etapas mencionadas, sino que vamos a pasar a la otra etapa, aquella que mencionamos al inicio, la que nace producto de la desintegración de la Unión Soviética como formación Estatal Multinacional, dando lugar a que las repúblicas que la conformaban pasaran a tener otros objetivos y otra forma de acción acorde a los mismos.
Claro que hubo quienes aprovecharon el contexto internacional muy favorable –con el dominio absoluto de las fuerzas imperialistas- para tratar de imponer “visiones” y “versiones” que no resisten ningún debate, pero que han sido –y siguen siéndolo- difundidas y divulgadas sin el más mínimo intento de ser sometido a la duda para ver si es cierto o no lo que se repite hasta el cansancio…
Dicen “la costumbre y la tradición” que Armenia fue libre e independiente por primera vez el 28 de mayo de 1918, mientras que la realidad nos demuestra que ese día nacía la República de Armenia.
Dicen “la costumbre y la tradición” que Armenia perdió su libertad e independencia el 29 de Noviembre de 1920 cuando cayó bajo el “totalitarismo bolchevique”, mientras que la realidad nos demuestra que ese día nacía la Armenia Soviética y su pueblo comenzaba a transitar por el desconocido camino de la construcción socialista.
Dicen “la costumbre y la tradición” que Armenia recuperó su libertad e independencia el 21 de septiembre de 1991, mientras que la realidad nos demuestra que ante la desintegración de la URSS cada república retomó el camino de andar por separado y comenzar a andar por un proceso de regresión hacia el capitalismo.
Cada uno de nosotros está capacitado para realizar las valoraciones que crea acorde a cada una de estas etapas. Y existe suficiente material que nos servirá de ayuda para analizar a conciencia cada uno de estos procesos.
Lo que sí deseo señalar como posición irrenunciable de quien les habla es el hecho de que se siga sosteniendo que “Armenia fue o es libre e independiente cuando la gobiernan fuerzas capitalistas” y “deja de serlo en los 70 años de socialismo”. Es decir, se repite hasta el cansancio tratando de dejarlo incorporado en las sucesivas generaciones que “capitalismo es sinónimos de libertad e independencia” y “socialismo es sinónimo de sojuzgamiento y opresión”.
Simplemente los invito a cada uno de quienes nos escuchan a “repensar” una y otra vez los términos “libertad” e “independencia”, a cotejarlos con lo vivido y la realidad de distintos pueblos –entre ellos el armenio- y luego sí, utilizar dichos términos ya sea afirmándolos o no, pero argumentando la posición sostenida.
Hoy, primera década del siglo XXI, suena risueño sostener que tal o cual país es libre e independiente utilizando argumentos del siglo XIX. Lo peor, es que esa forma de pensar es transmitida a las nuevas generaciones que se educan en los establecimientos escolares de la colectividad armenia.
¿Quién abrazó la Armenia Soviética, defendió su existencia desde afinidades ideológicas y disfrutó de las políticas aplicadas desde sus sucesivos gobiernos para con las comunidades diasporeanas, pueden celebrar la “independencia” cada 21 de septiembre y sumarse al coro de agravios que suenan en su contra como si hablaran de un país gobernado por los hijos de Hitler?
¿No les parece raro escuchar y leer más cosas en contra y difamando a la Unión Soviética que a la Alemania nazi?
¿No resulta extraño que quienes invaden países, saquean riquezas, matan presidentes, derrocan gobiernos y expulsan extranjeros de sus países “occidentales y cristianos” traten de imponer una ley continental declarando fuera de toda legalidad la utilización de la palabra comunista, igualándola al fascismo?
La seguimos el próximo martes.
Adrián Lomlomdjian
Director
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