martes, 12 de octubre de 2010

Los hechos y las palabras (I)

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 5 de octubre de 2010

Hay hechos concretos que actúan como disparadores de situaciones que nos ayudan a clarificar conceptos y a ver quién es quién, más allá de lo que dicen ser, a veces de manera vehemente y sin ningún tipo de vergüenza ante la falsedad manifiesta.
A partir de hoy, y en sucesivos programas, elegiré un hecho concreto y todo lo que se desprende del mismo, de un lado y lado.
Y decidí comenzar por el suceso que acaparó nuestra atención: el intento de golpe de Estado al Presidente ecuatoriano Rafael Correa, que nos mostró un Latinoamérica decidida en la defensa no sólo del orden constitucional en el país hermano, sino de la figura del mandatario y del proceso de transformaciones que él encabeza. También puso negro sobre blanco a la hora de entender el estilo comunicacional elegido por los representantes de la derecha –desde los medios masivos de comunciación hasta dirigentes sociales, políticos o funcionario-, quienes trataban de minimizar lo sucedido haciendo centro en que “fue el Presidente con sus cambios el que provocó esta situación”. Algo así como “preparar la subjetividad de la sociedad argentina para cuando algo similar ocurra en estas pampas”…
Pero ahí está ante nuestros ojos el descenlace final: “De aquí salgo Presidente o salgo cadáver”, había dicho quien sigue siendo Presidente de Ecuador, quien recibía en su país a los cancilleres de las repúblicas hermanas que no habían dudado ni un segundo en cerrar filas ante este nuevo intento del imperialismo, a través de sus vasallos regionales, por torcerle el rumbo a un continente cuyos habitantes, mayoritariamente, han comenzado a andar por un camino que, aún lleno de contradicciones y contratiempos, nos conducirá hacia las nuevas sociedades socialistas.
Para la reflexión, algo que decía el Comandante Che Guevara hace 36 años, durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que parece escrito ayer:
“…Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados; la van a escribir las masas progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina. Lucha en masas y de ideas, epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraban rebaño impotente y sumiso y ya se empieza a asustar de ese rebaño, rebaño gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya sus sepultureros el capital monopolista yanqui.
La hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la vienen señalando con precisión también de un extremo a otro del Continente. Ahora esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir, porque ahora los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o el tráfico de las ciudades, en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de corazones con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se los ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos» gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, en un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, afincando sus garfios en las tierras que les pertenecen y defendiéndolas con sus vidas; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas; haciéndolas correr en el viento, por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron.
Porque esta gran humanidad ha dicho «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha, de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera e irrenunciable independencia”.


Adrián Lomlomdjian
Director

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