sábado, 17 de julio de 2010

¿ARMENIA ESTÁ SENTADA SOBRE UN POLVORÍN?

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 17 de Julio de 2010

Tradicionalmente, la ubicación geográfica de Armenia –la histórica y su diminuta versión actual- es una de las mayores preocupaciones de la armenidad toda, de quienes la habitan y de sus descendientes diseminados por el mundo entero.
Esta ubicación –para nada privilegiada- ha marcado a fuego el desarrollo del Estado armenio –cuando lo hubo- y de su pueblo, ya que no sólo debía lidiar con los lógicos y naturales problemas internos, sino que al mismo tiempo debía y debe tomar partido ante los incesantes acontecimientos que se suceden en la región y que tienen trascendencia internacional, ya que repercuten no sólo en la vida cotidiana de quienes habitan esa zona del planeta, sino en la humanidad toda.
Cuando existía la Unión Soviética –y hoy, a la distancia se advierte con mayor claridad- el mundo estaba dividido de tal forma que la paridad de fuerzas hacía que cada movimiento, ya sea de algunos de los bloques en cuestión o de los países no alineados, tuviera que ser pensado una y mil veces. Además, la existencia del otro, desde la óptica del imperialismo la existencia del bloque socialista, lo inhibía de intentar arrasar con todo aquello que se interponía en su insaciable sed de explotación y acumulación de riquezas, como lo hace ahora, sin importarle nada de nada, más que satisfacer su lógica criminal e inhumana.
Armenia, diezmada y empequeñecida, se incorporó allá por los años 20 a la familia de Estados Soviéticos, garantizándose no sólo la existencia misma, sino también la posibilidad de desarrollarse como nación a la salvaguarda de una potencia que la protegió de aquellos males que la asolaron por siglos.
Es cierto, formar parte de una familia de naciones donde deben convivir intereses a veces hasta contrapuestos, significa tener que poner a un lado ciertos reclamos y derechos nacionales. Y eso fue lo que pasó, ya que se priorizó garantizar la existencia definicta de un espacio armenio y la posibilidad de desarrollarse, crecer y afianzarse como Estado. Y que se entienda lo que digo, porque no hablé de abdicar de reclamos y derechos nacionales, sino de dejarlos a un lado, vivos, latiendo y a la espera del momento oportuno. Eso es lo que pasó y a ello nos referiremos en otra oportunidad.
A lo que voy a hacer referencia hoy y en sucesivas emisiones, es a la actual situación de la República de Armenia, no en lo interno, sino en sus relaciones exteriores, en sus compromisos con los países vecinos y con las potencias.
Desintegrada la URSS, el ánimo “occidentalista” tuvo un primer momento de auge –no como en otros Estados ex socialistas-, pero poco a poco fue acomodándose hasta llegar al nivel actual, donde a pesar de que la gente sigue mirando con buenos ojos a Europa (creyéndola digna de ser imitada), no tiene dudas en considerar a Rusia su aliada estratégica y en priorizar esta relación a cualquier otra.
Es cierto que la sociedad armenia –desde sus autoridades hasta el más simple de los ciudadanos- no contrapone las cosas, es decir Rusia u Occidente, Tratado de Seguridad Colectiva u OTAN, sino que piensa que se pueden complementar unas con otras. ¿Pero es así?
Veamos.
Por ejemplo, Armenia junto a Rusia y otras 5 ex Repúblicas Soviéticas, integra la Organización militar Tratado de Seguridad Colectiva. También desarrolla una cooperación militar en distintos ámbitos con la OTAN. Pero con Rusia tiene un acuerdo bilateral que dice “que cualquier agresión militar contra Armenia será considerada por Rusia como una agresión a ella”. ¿Clarito, no?
Ahora bien. Estados Unidos, cabeza de la OTAN (alianza militar con la cual Armenia tiene convenios de cooperación) junto a los piratas, tiene a su vez acuerdos militares particulares con, por ejemplo, Turquía e Israel. Además, cada día profundiza un poco más sus vínculos militares con Georgia y Azerbeidján, siendo que en la primera de ellas ya está instalando sus bases, que reemplazan a las rusas que estaban desde la época soviética.
Ahí no más, en medio de todo esto, está la República Islámica de Irán, bocado apetecido por igual por el imperialismo yanqui y el sionismo.
Irán, república islámica, es aquella que le tendió una mano a Armenia en el peór momento, cuando la URSS se había desintegrado y se encontraba bloqueda no sólo por las musulmanas Azerbeidján y Turquía, sino por la cristiana Georgia, que no permitían que nada llegara. Fue en ese momento que Irán comenzó a enviar a Armenia petróleo y gas, y desde esa frontera llegaban comestibles y otros productos necesarios para garatizar la subsistencia del pueblo.
Hoy, Irán, está en la mira de los enemigos de los pueblos y el peligro de un ataque masivo contra ella, incluso de características nucleares, no puede ni debe deshecharse.
Independientemente de nuestra valoración hacia el régimen imperante en dicho país, hay algo de lo que no debemos dudar: jamas pueden coincidir nuestros intereses con los de los criminales imperialistas y sionistas.
Además, ¿se pusieron a pensar qué pasaría con Armenia en caso de un ataque masivo contra la fronteriza Irán?
Entre los días 11 y 17 de septiembre, en Armenia, se realizarán maniobras militares de la OTAN con la participación –como ya sucedió hace algunos años- de militares turcos.
En la Madre Patria, donde se construyó la mayor embajada yanqui de la región –un verdadero bunker de hormigón a prueba de misiles (¿por qué será?)- los posibles agresores de Irán estarán “¿practicando la invasión?”.
Como descendientes de armenios, como hombres y mujeres amantes de la paz y la fraternidad entre los pueblos, debemos exigirle al Gobierno de Armenia la suspensión de dichas maniobras militares -que podrán ser consideradas por Irán como una provocación-, el retiro de los militares armenio de Afganistán y Bosnia, y el cese de la participación de Armenia en la OTAN.
El tiempo corre. Que no sea tarde.

Adrián Lomlomdjian
Director

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