lunes, 11 de mayo de 2009

La Gran Victoria y nosotros


Editorial de la audición radial LA VOZ ARMENIA
Sábado 9 de Mayo de 2009 – Radio Génesis AM 970 (Buenos Aires, Argentina)


Para quienes la historia forma parte de nuestras vidas cotidianas como una sucesión de hechos y acontecimientos que nos ayudan a entender el presente y planificar el futuro, ya sea el particular como el que nos damos como integrantes de los colectivos sociales que integramos, el 9 de mayo es una fecha trascendentes y que aún hoy sigue marcándonos no sólo como individuos, sino como sociedad.
Ese día, allá por 1945, la Alemania nazi liderada por el “suicidado” genocida Adolfo Hitler capitulaba frente a quienes había jurado aniquilar, es decir, frente a los mandos militares de la Unión Soviética, estado multinacional y multiétnico que logró no sólo resistir desde lo militar la imponente ofensiva nazi sobre su territorio, sino también emprendió un victorioso contraataque que lo llevó hasta el corazón de la sanguinárea maquinaria criminal fascista. Claro que para ello tuvo que pagar un alto precio como nadie –a pesar de los reiterados intentos tergiversadores que pretenden demostrar lo contrario-: más de 20 millones de muertos y decenas de miles de poblados destruídos
Este triunfo, con indiscutible e innegable preponderancia soviética, fue considerado entonces victoria de la humanidad toda sobre el peligro que significaba un sistema basado en el odio, la discriminación y la explotación.
Las potencias occidentales, que hasta el tramo final de la contienda “esperaban” la derrota de la Unión Soviética y el debilitamiento de la Alemania fascista, no tuvieron otra alternativa que “meterse” ante el avance arrasador del Ejército Rojo que iba liberando aldea, pueblo y ciudad que estuviera en el camino de su llegada a Berlín.
Hasta hoy, a 64 años de la gran victoria, los distintos pueblos que conformaron la Unión Soviética la siguen celebrando masivamente y es ese espíritu el que lograron transmitir a las nuevas generaciones que no vivieron aquella época, pero saben de su significado y trascendencia a nivel internacional.
Nosotros, quienes nos reivindicamos hombres y mujeres progresistas, de izquierda, también aprovechamos esta fecha y este momento para recordar, para traer nuevamente a nuestra memoria –y así lograr retransmitiro a otros-, que en la historia de la humanidad las págimas brillantes, las que sirven de ejemplo, las que movilizan multitudes, las que contagian a millones a pesar del tiempo, son aquellas que escribieron anónimos héroes que no dudaron en brindar sus vidas para combatir al mal y para construir lo nuevo.
Aquellos millones de hombres y mujeres soviéticos de más de 100 etnias, con distitos idiomas nacionales y credos, con tradiciones a veces hasta diametralmente opuestas, con historias propias que incluso los tuvo enfrentados, nos demostraron con su ejemplo que el gérmen del hombre nuevo está, que la base para construir las nuevas sociedades existe, que no es imposible cambiar este mundo, estas sociedades injustas y explotadoras y poner los cimientos para aquellas otras que se basen en la igualdad, en la fraternidad, en la justicia y en la mancomunión de objetivos.
Aquel capitalismo salvaje –el nazifascismo- que contaba con la complicidad del capitalismo humanizado occidental y cristiano, apostó todas sus fichas a aniquilar el amanecer rojo de la humanidad en su propia cuna. Lo habían intentado infrustuosamente ni bien había triunfado la Gran Revolución Socialista de Octubre. Volvieron a hacerlo, esta vez de manera perfeccionada y habiéndose preparado años para ello. Utilizaron todo lo que estaba a su alcance, incluso, a los enemigos políticos de la Unión Soviética quienes, encadilados con las promesas occidentales de libertad e independencia, no hicieron otra cosa que sumar fuerzas y hombres a la maquinaria criminal nazifascista. Allá ellos con su derrota y su conciencia llena de estiércol. Por más que quieran tergiversar la historia, ésta ya está escrita por sus protagonistas y resulta imposible disfrazar, y mucho menos borrar, la actitudes y posiciones asumidas y adoptadas por cada uno y por cada grupo ante los distintos acontecimientos.
A quienes hoy intentan hacernos creer que la solución a nuestros males cotidianos está en “humanizar al monstruo capitalista” debemos enfrentarlos con aquellas convicciones y aquella voluntad de hierro que estaban corporizados en los millones de hombres y mujeres soviéticos que supieron comprender quién era y dónde estaba el verdadero y único enemigo.
Mienten aquellos que nos aseguran que “es imposible tomar el cielo por asalto” y “nos invitan a ser convidados de piedra en el gran banquete de los poderosos”.
20 años en la milenaria historia de humanidad no son nada. Ese es el tiempo que llevamos desde la caída de aquella inigualable experiencia que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Con sus errores, con sus aciertos, nadie ha logrado escribir páginas similares en cuento a las relaciones humanas e internacionales como lo han hecho quienes construyeron y desarrollaron aquella unión de estados.
Para ellos nuestro permanente recuerdo y nuestra sincera gratitud por haber liberado a la humanidad del terror nazifascista. Y también, nuestro inquebrantable compromiso de seguir intentando “tomar el cielo por asalto” hasta hacerlo realidad.


Adrián Lomlomdjian
Director

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