Programa radial “LA VOZ ARMENIA”
Editorial del Sábado 8 de Marzo de 2008
La semana pasada comenzábamos nuestro programa con la noticia de que efectivos policiales habían ingresando a la Plaza de la Opera de Ereván para desalojarla de los manifestantes que allí estaban concentrados desde la finalización de las elecciones presidenciales reclamando y exigiendo que las mismas fueran declaradas nulas. También informábamos que según las primeras noticias había un muerto, varios heridos y decenas de detenidos. Decíamos que nos habíamos comunicado telefónicamente en dos oportunidades con amigos residentes en Armenia y que éstos nos comentaban que la situación estaba por demás tensa.
Con estas noticias terminamos el programa del sábado pasado y nos llevamos toda la preocupación, lógica, de que algo peor podía e iba a pasar.
Y durante el atardecer del mismo sábado recibíamos la primera llamada telefónica desde Ereván que nos anunciaba lo que allí estaba ocurriendo: enfrentamientos entre efectivos y manifestantes, centenares de heridos y detenidos, varios muertos, vehículos, locales y oficinas incendiadas, comercios destruidos y saqueados, la intolerancia se había transformado en barbarie y paseaba su rabia y su sed de sangre por las calles de Ereván. Quien nos comentaba todo, habló de miedo, por su seguridad y la de su familia, pero por sobre todas las cosas por el futuro del país.
El Presidente Kocharian decretó el Estado de Sitio y sacó las tropas del Ejército a custodiar las calles de la capital. Las fotos nos mostraban postales del horror vivido: 8 muertos, 7 civiles y 1 policía; manifestantes golpeando a soldados armenios de entre 18 y 20 años; patrulleros, vehículos particulares y autobuses ardiendo; gente herida, gente apresada, gente llorando, gente preguntándose qué había pasado y cómo habían sido capaces de llegar a tanto...
A partir del estado de sitio se estableció en la ciudad algo así como “la paz de los cementerios”. Llegaron funcionarios occidentales de todos los colores (y no nos equivocamos si aseguramos que detrás de todo ésto estuvo la siempre presente mano de la omnipresente potencia imperial y sus lacayos asociados), cada uno con el versito bien aprendido e invitando a “establecer el diálogo entre las partes”. Levón Ter Petrossian, el candidato opositor convocante de las concentraciones de protesta en la Plaza de la Opera, se hacía presente en la Corte Constitucional para presentar su pedido de nulidad de las elecciones. Claro que ya habían 8 muertos y se había logrado enfrentar a la gente entre sí. Los otros dirigentes opositores, llámense Stepán Demirdjian, Aram Sarkissian, Raffí Hovannesian y otros, brillaron por su ausencia. Cuando el pueblo enojado decidió enfrentar la represión, ninguno de ellos estaba junto a la gente a la que convocaron a “luchar hasta el fin”. Al menos, ningún cable de noticias recibido durante estos días habla del arresto de alguno de ellos.
Desde el oficialismo se justifica la represión argumentando que los policías desarmados fueron recibidos con disparos de arma de fuego por los manifestantes. Nuestra duda es que si así hubiera sido, no habría 1 sólo policía muerto, sino más. Desde la oposición se habla de represión indiscriminada, a mansalva y utilizando armas de todo tipo. Nuestra duda es que si así hubiera sido no habría casi un centenar de heridos entre policías y soldados.
Datos por aquí, datos por allá. Justificativos de unos y otros. Llamados al diálogo y a la paz interior. Los Partidos Republicano, “Armenia Próspera” y “Orinats Yerkir” que condenan a Ter Petrossian y sus aliados y firman la formación de un gobierno de coalición. Ter Petrossian que exige la nulidad de las elecciones como punto principal para sentarse a dialogar con las autoridades.
De pronto, tropas azerbeidjanas ingresan en territorio de Gharapagh, ocupan un pueblo armenio, dejando como saldo varios heridos. Rápidamente, las fuerzas armenias se repliegan y contraatacan, recuperan posiciones, expulsan a los azerbeidjanos del territorio armenio, con el saldo de 8 soldados azeíes muertos.
Para decirlo en criollo, “quisieron aprovechar la volada”. Pensaron: “Aprovechemos que se están matando entre ellos”.
Les pregunto a Ustedes, oyentes: ¿Alguno de Ustedes dudaba que el proceso electoral armenio terminaría así? ¿Alguien creyó que un individuo como Ter Petrossian aceptaría simpáticamente la derrota que lo condenaba a estar alejado del poder –y de los enormes beneficios que trae consigo- para el resto de su vida? ¿Ustedes creyeron que Occidente, a través de esas organizaciones no gubernamentales que no sabemos qué hace ni como viven, y de sus organismos fantasmas, perdería una gran oportunidad para poner en el poder a uno de sus delfines en la república ex soviética que sigue manteniendo una alianza estratégica, y casi indestructible, con Rusia?
Si conocer aún los lamentables y trágicos hechos que sucedieron luego, la semana pasada decíamos que “se había entablado una lucha sin cuartel entre los grupos mafiosos de poder y que el pueblo, harto de todo, por un lado, e independientemente de a quién había votado, por el otro, sería la única víctima de esta confrontación”. No es que seamos adivinos, sino que, como dijimos la semana pasada, “siempre, y en todas partes, el que lucha es el pueblo, el sacrificio lo hace el pueblo, las víctimas las da el pueblo, pero los laureles se los llevan los vivos, los pícaros, los dueños del poder”.
¿Hasta cuándo tratarán de seguir haciéndoles creer a las nuevas generaciones, y a nuestra colectividad en general, que hay que festejar el 21 de Septiembre como el Día de la Independencia? ¿Hasta cuándo seguirán mintiendo acerca de que hoy somos libres e independientes? ¿Hasta cuándo seguirán falseando la historia pasada y presente?
Hasta en esta tragedia uno siente orgullo por los ideales abrazados y por los principios defendidos. ¿Qué hubiera pasado si en la Armenia Soviética hubieran gobernado hombres de la calaña de Ter Petrossian, Kocharian y otros, cuando el pueblo se manifestó en aquellos años, todos los días, con paros, cortes de calle, huelgas estudiantiles, marchas, etc.? Hoy estaríamos hablando de miles de muertos y recordando con inmenso dolor a las víctimas de una guerra fraticida.
Sin embargo, hubieron elecciones, ganó quien ganó, se cambió el sistema y no hubo represión, ni tanques en las calles, ni heridos, ni muertos...
Debemos aprender a llamar las cosas por su nombre. Armenia no se independizó el 21 de Septiembre de 1991. Armenia dejó de ser una república socialista y comenzó a formar parte del tercer mundo capitalista. Y entonces, todas las lacras conocidas por nosotros pasaron a forman lenta y paulatinamente, parte de la vida cotidiana de los ciudadanos armenios.
Los atentados en el Parlamento fueron obra de asesinos armenios; las represiones son ordenadas por autoridades armenias; el pueblo en las plazas es enfervorizado por dirigentes armenios; el saqueo económico del país estuvo a cargo de la nueva burguesía armenia; la usurpación de todos los bienes del estado y de cada individuo estuvo dirigida por armenios. Es decir, Armenia la están destruyendo los propios armenios.
Y pensar que todavía hay quienes se preguntan: ¿Cómo fue posible que siendo mayoría la población armenia en los territorios de la Armenia Occidental, Turquía pudo dominarnos, desterrarnos y masacrarnos?
Busquemos parte de la respuesta en nosotros, en nuestra historia y nuestro presente.
Con estas noticias terminamos el programa del sábado pasado y nos llevamos toda la preocupación, lógica, de que algo peor podía e iba a pasar.
Y durante el atardecer del mismo sábado recibíamos la primera llamada telefónica desde Ereván que nos anunciaba lo que allí estaba ocurriendo: enfrentamientos entre efectivos y manifestantes, centenares de heridos y detenidos, varios muertos, vehículos, locales y oficinas incendiadas, comercios destruidos y saqueados, la intolerancia se había transformado en barbarie y paseaba su rabia y su sed de sangre por las calles de Ereván. Quien nos comentaba todo, habló de miedo, por su seguridad y la de su familia, pero por sobre todas las cosas por el futuro del país.
El Presidente Kocharian decretó el Estado de Sitio y sacó las tropas del Ejército a custodiar las calles de la capital. Las fotos nos mostraban postales del horror vivido: 8 muertos, 7 civiles y 1 policía; manifestantes golpeando a soldados armenios de entre 18 y 20 años; patrulleros, vehículos particulares y autobuses ardiendo; gente herida, gente apresada, gente llorando, gente preguntándose qué había pasado y cómo habían sido capaces de llegar a tanto...
A partir del estado de sitio se estableció en la ciudad algo así como “la paz de los cementerios”. Llegaron funcionarios occidentales de todos los colores (y no nos equivocamos si aseguramos que detrás de todo ésto estuvo la siempre presente mano de la omnipresente potencia imperial y sus lacayos asociados), cada uno con el versito bien aprendido e invitando a “establecer el diálogo entre las partes”. Levón Ter Petrossian, el candidato opositor convocante de las concentraciones de protesta en la Plaza de la Opera, se hacía presente en la Corte Constitucional para presentar su pedido de nulidad de las elecciones. Claro que ya habían 8 muertos y se había logrado enfrentar a la gente entre sí. Los otros dirigentes opositores, llámense Stepán Demirdjian, Aram Sarkissian, Raffí Hovannesian y otros, brillaron por su ausencia. Cuando el pueblo enojado decidió enfrentar la represión, ninguno de ellos estaba junto a la gente a la que convocaron a “luchar hasta el fin”. Al menos, ningún cable de noticias recibido durante estos días habla del arresto de alguno de ellos.
Desde el oficialismo se justifica la represión argumentando que los policías desarmados fueron recibidos con disparos de arma de fuego por los manifestantes. Nuestra duda es que si así hubiera sido, no habría 1 sólo policía muerto, sino más. Desde la oposición se habla de represión indiscriminada, a mansalva y utilizando armas de todo tipo. Nuestra duda es que si así hubiera sido no habría casi un centenar de heridos entre policías y soldados.
Datos por aquí, datos por allá. Justificativos de unos y otros. Llamados al diálogo y a la paz interior. Los Partidos Republicano, “Armenia Próspera” y “Orinats Yerkir” que condenan a Ter Petrossian y sus aliados y firman la formación de un gobierno de coalición. Ter Petrossian que exige la nulidad de las elecciones como punto principal para sentarse a dialogar con las autoridades.
De pronto, tropas azerbeidjanas ingresan en territorio de Gharapagh, ocupan un pueblo armenio, dejando como saldo varios heridos. Rápidamente, las fuerzas armenias se repliegan y contraatacan, recuperan posiciones, expulsan a los azerbeidjanos del territorio armenio, con el saldo de 8 soldados azeíes muertos.
Para decirlo en criollo, “quisieron aprovechar la volada”. Pensaron: “Aprovechemos que se están matando entre ellos”.
Les pregunto a Ustedes, oyentes: ¿Alguno de Ustedes dudaba que el proceso electoral armenio terminaría así? ¿Alguien creyó que un individuo como Ter Petrossian aceptaría simpáticamente la derrota que lo condenaba a estar alejado del poder –y de los enormes beneficios que trae consigo- para el resto de su vida? ¿Ustedes creyeron que Occidente, a través de esas organizaciones no gubernamentales que no sabemos qué hace ni como viven, y de sus organismos fantasmas, perdería una gran oportunidad para poner en el poder a uno de sus delfines en la república ex soviética que sigue manteniendo una alianza estratégica, y casi indestructible, con Rusia?
Si conocer aún los lamentables y trágicos hechos que sucedieron luego, la semana pasada decíamos que “se había entablado una lucha sin cuartel entre los grupos mafiosos de poder y que el pueblo, harto de todo, por un lado, e independientemente de a quién había votado, por el otro, sería la única víctima de esta confrontación”. No es que seamos adivinos, sino que, como dijimos la semana pasada, “siempre, y en todas partes, el que lucha es el pueblo, el sacrificio lo hace el pueblo, las víctimas las da el pueblo, pero los laureles se los llevan los vivos, los pícaros, los dueños del poder”.
¿Hasta cuándo tratarán de seguir haciéndoles creer a las nuevas generaciones, y a nuestra colectividad en general, que hay que festejar el 21 de Septiembre como el Día de la Independencia? ¿Hasta cuándo seguirán mintiendo acerca de que hoy somos libres e independientes? ¿Hasta cuándo seguirán falseando la historia pasada y presente?
Hasta en esta tragedia uno siente orgullo por los ideales abrazados y por los principios defendidos. ¿Qué hubiera pasado si en la Armenia Soviética hubieran gobernado hombres de la calaña de Ter Petrossian, Kocharian y otros, cuando el pueblo se manifestó en aquellos años, todos los días, con paros, cortes de calle, huelgas estudiantiles, marchas, etc.? Hoy estaríamos hablando de miles de muertos y recordando con inmenso dolor a las víctimas de una guerra fraticida.
Sin embargo, hubieron elecciones, ganó quien ganó, se cambió el sistema y no hubo represión, ni tanques en las calles, ni heridos, ni muertos...
Debemos aprender a llamar las cosas por su nombre. Armenia no se independizó el 21 de Septiembre de 1991. Armenia dejó de ser una república socialista y comenzó a formar parte del tercer mundo capitalista. Y entonces, todas las lacras conocidas por nosotros pasaron a forman lenta y paulatinamente, parte de la vida cotidiana de los ciudadanos armenios.
Los atentados en el Parlamento fueron obra de asesinos armenios; las represiones son ordenadas por autoridades armenias; el pueblo en las plazas es enfervorizado por dirigentes armenios; el saqueo económico del país estuvo a cargo de la nueva burguesía armenia; la usurpación de todos los bienes del estado y de cada individuo estuvo dirigida por armenios. Es decir, Armenia la están destruyendo los propios armenios.
Y pensar que todavía hay quienes se preguntan: ¿Cómo fue posible que siendo mayoría la población armenia en los territorios de la Armenia Occidental, Turquía pudo dominarnos, desterrarnos y masacrarnos?
Busquemos parte de la respuesta en nosotros, en nuestra historia y nuestro presente.
Adrián Lomlomdjian
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