domingo, 1 de agosto de 2010

El “Complementarismo” y Gharapagh

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 31 de julio de 2010

La semana pasada hacíamos mención a la política de “complementarismo” aplicada en sus relaciones exteriores por el Gobierno de Armenia y decíamos que dicha actitud era conocida popularmente como “ni”, es decir, tratar de quedar bien con todos en base a la indefinición permanente en lo que respecta a cuestiones de trascendencia nacional e internacional.
Siguiendo con el análisis de esta cuestión a partir de ejemplos concretos, vemos cómo Armenia declama y reclama internacionalmente el reconocimiento de Gharapagh como una entidad no perteneciente a Azerbeidján, y por el otro, no reconoce la independencia de la República de Gharapagh, siendo que es sólo a partir de la demostración de uno mismo cómo se puede pedir la solidaridad y el acompañamiento de terceros. En pocas palabras, resulta cuasi grotesca la verborragia armenia de pedir por Gharapagh y no expresar a través de una decisión concreta por parte de Estado armenio, esa solidaridad reclamada por los hermanos de Gharapagh.
Claro que esta actitud armenia de no reconocimiento –criticada a los sucesivos gobiernos en la época soviética, pero mantenida (por quienes fueron sus críticos) desde 1990 hasta la fecha- tiene sustento en esa teoría del “complementarismo” con la que se trata de “caer bien” a los ojos de “las civilizadas naciones europeas”, a quienes parece agradarle eso del “complementarismo”, ya que se conjuga muy bien con la “hipocresía” que domina su accionar político externo e interno.
Es así como las principales potencias a escala mundial (Rusia, Estados Unidos y Francia –en nombre de la Unión Europea) se han involucrado en esta cuestión sobre la base de su argumento preferido que habla de “zonas de influencia”, “intereses regionales” y “aliados históricos”, que los llevó a inmiscuirse en los asuntos internos de las partes en conflicto sin lograr siquiera un principio de acuerdo, y mucho menos, la garantía de que la solución que se logre será respetada por todas las partes.
Europa, Rusia y Estados Unidos coquetean y se enojan indistintamente con armenios y azerbeidjanos y, a través de esa política, han logrado una presencia cuasi omnipresente para la existencia misma de ambos países y en la vida cotidiana de sus pueblos. Si antes, el acuerdo para cada decisión debía pasar por Moscú, ahora, a no dudarlo, los interlocutores y los acuerdos deben atravesar varios países de distintos continentes.
Uno de los “pretextos” preferidos por la clase política armenia para justificar esta presunta permanente indefinición de las potencias y la falta de decisión a la hora de avanzar en la solución del Conflicto de Gharapagh, es que esta cuestión no está en la lista de las prioridades de las potencias.
Pero veamos. No caben dudas de que las cuestiones de Irak, Afganistán y Palestina son prioridades para estas potencias capitalistas internacionales. Y entonces, ¿por qué no avanzan en la solución de esos conflictos y cuestiones?
Sencillamente, por la solución a esos problemas o cuestiones (como gusten denominarlos) jamás pueden venir de la mano de países que hacen de la opresión, la explotación, la ocupación militar, el saqueo económico y la violación de los derechos humanos, su práctica política cotidiana, y basan sobre esos “desvalores” el supuesto “bienestar de sus pueblos” y la supuesta “grandeza de sus Estados”.
Allá por Noviembre de 1917, cuando la comunicaciones no eran ni la milésima parte de lo que son ahora, y cuando las relaciones entre los hombres, las sociedades y los países eran casi arcaicas miradas desde el hoy, triunfaba una revolución popular e internacional que tenía como objetivo principal acabar con todas las lacras que oprimían nacional y socialmente a las diversas nacionalidades que habitaban la por entonces Rusia de los zares.
Es decir, hace casi 100 años atrás hubo quienes pensaron que había una manera práctica para resolver muchas de las cuestiones que aún hoy nos enfrentan: era la construcción de sociedades socialistas que con estructuras que permitieran establecer relaciones entre hombres y Estados sobre la base del interés común, manteniendo las particularidades, pero sin que las mismas fueran escollo para la paz y la amistad entre los pueblos.
Aquellos no hicieron del “complementarismo” ni de la “indefinición” las guías para su práctica política. Por el contrario, sin tener espejos donde mirarse, fueron pensando y repensando formas y métodos para construir ese mundo nuevo que aún hoy nos sigue quitando el sueño. Eran hombres y mujeres definidos, que sabían lo que querían y buscaban permanentemente cómo lograrlo. Jamás un “ni”. Jamás.
Como lo demuestran hoy al mundo entero el pueblo de Gharapagh y sus sucesivas autoridades, para quienes el conflicto al que Armenia, Azerbeidján y la comunidad internacional le están buscando la solución ya fue resuelto hace casi 20 años con la conformación de la República de Gharapagh.
Que la reconozcan o no, pasa a ser un problema de otros, incluso, de Armenia.

Adrián Lomlomdjian
Director

No hay comentarios: